Capitulo 38 - Susurros de emociones

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El lunes, después de obtener sus tickets, los jóvenes esperaban en la fila del tren bala para regresar a Kyoto. Todos estaban bastante tranquilos... excepto por el muchacho de cabello gris, sus pies y ojos seguían evaluando su situación actual mientras sostenía sus valijas.


''Mmm... Para separar a Mizuki de Aika, necesito conseguirle otro acompañante a esa pequeña...''


Piensa mientras observa a las dos tórtolas amarrándose un lazo mutuamente en la cabeza, era como una diadema.


''Pero... Issei y Mei los tengo que descalificar porque últimamente se ven incómodos junto a mi Grasshopper...''


Dice observando al par de hermanos haciéndose una foto juntos.


''Los tres se entendieron muy bien en la pelea, pero no se andan hablando para nada...''


Rueda los ojos y se encuentra con Jeremiah que anda pendiente de ver a la gente, y a Ryusei que parece un robot de pie desconectado y sin movimiento.


''Así que... Jeremiah y Ryusei serían los que están libres''.


Hey, Jeremiah – se acerca al muchacho – Siéntate con Aika en el viaje, por favor.

— Pff... ¿Estás loco? Estoy cazando a ese chico guapo de ahí – señala un joven a unos metros de ellos –. Parece que está viajando solo, así que voy a sentarme a su lado.

Takeshi le gruñe y mira a Ryusei.

— ¿Qué hay de ti, Ryusei? ¿Puedes separar a esas dos? Quiero estar con Mizuki en una hilera de dos puestos.

— Que directo – se sorprende Jeremiah con una sonrisita –. Bravo.

— Creo que Mizuki se va a negar rotundamente – opina Ryu.

— Por favor, ustedes son mi única oportunidad – se inclina y abre uno de sus equipajes de manos y muestra todas las papas que había comprado –. Las compré para compartirlas con ella – empieza a sollozar sin llorar, pero agregándole drama al asunto.

— Bien, intentaré separarlas – acepta el líder para dejar de llamar la atención de la gente.

— ¡Siiii! – Takayama volvía a su buen humor.

Entonces con un plan a la mano, Ryusei camina hacia las dos y deja caer al suelo un libro justo al lado del zapato de Misora.

— ...Ah... Se me cayó... – actúa sin dramatismo.

Ella lo recoge sin dudar y sus ojos se emocionan al leer la portada.

— ¡Ya lo compró! ¡Qué rápido es usted!

A pesar de tenerlo agarrado con ambas manos, el chico se lo arrebata con suavidad.

— Si, claro – presume.

— Préstemelo, por favor.

Ella eleva las manos para tomarlo de regreso, pero él sube esa mano y la deja fuera de su alcance.

— No, voy a leerlo durante el viaje.

— ¡Leámoslo juntos!

— ¿Qué?... – se sorprende un poco, pero relaja su expresión – ¿Por qué querría hacerlo con alguien que lee tan lento?

Soñar despierto no crea realidad - Daydreaming not realityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora