Capítulo 19 - Mejor a mí que a ti

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Antes ya lo era, pero el infierno de Yume empeoró cuando su padre se va y la abandona dejándola sola con su madre en una hermosa casa. Ambos padres venían de familias acomodadas, pero el matrimonio no había funcionado y 11 años después de estar juntos decidieron separarse. No importaron los esfuerzos que Yume hizo para gritar que quería irse con su padre, pues ninguno fue escuchado, como si la magia se interpusiera entre ella y la búsqueda de la justicia.

Ella podía superar el rompimiento de su familia, la que realmente no podía superarlo era su madre, su cabello era sedoso, brillante y de color anaranjado, igual al de su hija. Todo un imán de hombres por su belleza, pero esta simplemente no podía aceptar que el que tenía en sus manos, terminó dejándola.

La impotencia que sentía al parar despechada, lo desataba como furia sobre la niña, era su manera de drenar. Todo lo que Yume hacia o no hacía era digno de un premio doloroso, así que Yume aprendió a cerrar la boca. No importa las veces que intentó hacer la denuncia por maltrato, Yume no sabía si eran los contactos de su madre o alguna clase de magia, pero nunca llegaba a ningún lado cuando corría hacia una autoridad.

Con el tiempo empezó a rendirse, y se limitó a solo esconder sus moretones y heridas, para ella intentar hablarlo con alguien era tener una nube negra encima, cada vez que lo intentaba, su madre se enteraba y la esperaba en casa preparada con un doloroso regalo. Sentía un inmenso miedo por su madre, golpear no era suficiente para ella, su madre también lo llenaba de discursos culpándola e insultándola porque su esposo la había dejado. Yume incluso sentía pena por ella a veces y no soportaba verla.

Otra vez se topaba con ella en la entrada, esa invitada de honor de su madre, era una mujer de aspecto terrible, usaba unas pestañas largas en ambos lados de los ojos, su cuello era pálido y largo, su cabello lo tenía solo de un lado y del otro exhibía una calva decorada con pedrería brillante, le gustaba vestir colores oscuros con plumas y pelaje animal, las capuchas peludas eran sus favoritas.

A Yume nunca le había gustado esa mujer, cada vez que visitaba a su mamá y a su papá, Yume se iba corriendo a su habitación, era un instinto natural frente a esa expresión de miedo que la mujer le regalaba exclusivamente a ella.

En el pasado, sus padres duraban horas charlando con la invitada y solo a veces se quedaba por las noches, en la tarde del día siguiente, la mujer siempre se iba. Pero el pánico de Yume incrementó cuando su madre da la bienvenida a la extraña mujer para que viviera ahí con ellas dos.

Con la invitada en casa, los golpes, maltrato psicológico y episodios violentos no se moderaban para nada, ni incrementaban ni decaían. Su madre no sentía ningún tipo de vergüenza al degradar a su hija frente a la invitada que, era tratada como una verdadera reina en la casa.

En la eterna soledad de Yume, visualiza por su ventana a su padre atravesando el jardín, esto parecía un milagro, el padre que la había abandonado volvía por ella. Se emocionó tanto que sus pies actuaron por sí mismos y bajaron la escalera casi sin ver los escalones, y cuando llegó al recibidor, su madre estaba ahí para darle la bienvenida a su ex marido.

Ella lo abrazaba románticamente por el cuello y lo besaba apasionadamente, Yume se preguntaba qué estaba pasando... se supone que sus discusiones eran enormes y los disgustos por el carácter posesivo y celopata de su madre eran evidentes ¿Entonces, por qué el hombre de su salvación volvía aquí a besarla?

Yume sintió un enorme dolor de cabeza todos los días siguientes, especialmente por el extraño comportamiento sumiso y atontado de su padre, a veces no podía coordinar las palabras y hablaba mal, en otras ocasiones se le caían los objetos de la mano, incluso se quedaba en silencio como si fuera un muñeco que necesitaba cuerda para volver a reaccionar.

Soñar despierto no crea realidad - Daydreaming not realityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora