Roces

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Artemisa había dejado al resto hacer lo que querían, ya sea relajarse hasta la hora de partir o preparar sus armas, también había dado la bienvenida a Bianca al grupo de las cazadoras, las cuales la habían acogido con los brazos abiertos.

Nico, en un primer momento no entendió lo que significaba eso, pero cuando Thalia le explicó lo que significaba este no pareció muy contento, pero Percy se acercó a él y le prometió qué la cuidaría bajo una promesa de dedo meñique.

Thalia quería pasar un poco más de tiempo con el niño pero este se sentía muy a gusto con Percy, por lo que optó por hacerse más cercana a él cuando tuviesen que separarse de ellos. Por el momento se quedaría separada.

Grover se había quedado con los lobos buscando un consuelo animal en ellos que, por raro que pareciera, no le hacía nada o se comportaban de manera extraña por tener apariencia animal. Por otra parte, Nico había cogido cierta confianza con Percy, el cual le hablaba con tranquilidad y paciencia, puede que haya heredado de cierta forma un poco del patronato de su madre sobre los niños.

Nico le había contado a Percy todo lo que sabía del juego de cartas y figuras coleccionables Mito-magia e incluso habían jugado una partida de prueba en el que Percy perdió de una manera aplastante.

Poco antes de que llegara el amanecer un ferrrari rojo pasión que era conducido a través del aire y con un conductor rubio como el sol.

- Hola hermanita. - Dijo Apolo en el momento que aterrizó su coche cerca del campamento improvisado. - Ah, volver a verte me inspira para hacer un nuevo haiku.

- Como se te ocurra hacer un haiku me aseguraré de que padre te mande a los lugares más inhóspitos. - Dijo Artemisa. - Eso o que te vuelva a quitar tus poderes y te lance al mundo de los humanos.

- Oh, no. - Dijo este dejando de actuar de una manera tan pomposa. - Ahora no podría tener el mismo nombre.

- Podríamos ponerte otro nombre. - Dijo Percy llamando la atención de todos. - El nombre de Lester te podría quedar bien. - Dijo con una sonrisa haciendo reír a todas las chicas menos Thalia y Bianca. - Pero necesitarías un apellido griego. - Se quedó en silencio unos pocos segundos hasta que actuó como si hubiera descubierto algo muy importante. - Papadopoulos.

Carcajadas se hicieron presentes, incluida la propia Artemisa al ver como la cara de su hermano se había vuelto tan blanca en tan solo unos segundos. Después de eso el dios sacudió su cabeza como si intentara alejar la idea de su cabeza.

- Bueno, dejemos eso de lado. - Dijo Apolo. - ¿Para qué me llamaste?

- Quiero que los mandes al campamento. - Dijo Artemisa. - Yo iré a una cacería en solitario y que que mis cazadoras se merecen un descanso.

Apolo llevó su mirada hacia todos los que estaban presentes. Había unas quince cazadoras contando con Percy y Bianca, una jauría de treinta lobos, dos adolescentes y un sátiro. No podía llevar su maravilloso ferrari con tantos bultos.

Con pesar se giró a su carro solar y con magia de dios lo convirtió en un gran autobús. Las cazadoras fueron las primeras en entrar al bus junto con los lobos, en el momento que Percy fue a entrar escuchó como Apolo se dirigía a Grover, Nico y Thalia, sobre todo a esta última haciendo que se pusiera nerviosa. Eso era una de las cosas que no le gustaban de Apolo.

Al final terminaron con Thalia al volante, lo que terminó siendo algo muy peligroso. Si comparases el viaje que estaban teniendo ahora con una montaña rusa de un parque de atracciones la atracción quedaría completamente eclipsada por lo que estaba haciendo la hija de Zeus.

El autobús subía y bajaba a grandes velocidades, hacía curvas muy pronunciadas y a Percy le pareció ver como algún que otro tejado de Nueva Inglaterra estaba en llamas, pero decidió no darle mucha importancia por el momento ya que estaba asegurando que los lobos estuvieran seguros y no se pusieran nerviosos. Todo terminó con un aterrizaje forzoso en el que el primero en salir del bus fue el propio Percy, el cual terminó abrazando el suelo nevado del campamento mestizo bajo una mirada confundida del entrenador Quirón.

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora