La desaparición del rayo

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En el Olimpo.

Era un día cualquiera en el Olimpo, había pasado un tiempo desde que habían decidido que algo pasara en la cacería de Artemisa permitiendo que un chico se quedase con ella. Había pasado hace un tiempo el solsticio de invierno permitiendo que a los semidioses se que quedaban en el campamento por todo el año visitaran el lugar sagrado.

Zeus había sido testigo del cambio notorio de alguno de los semidioses que habían vivido allí tanto como la falta de algunos de ellos. Algunos solo pensaban que era una visita obligatoria y se la pasaban aburridos y hablando, los más jóvenes si veían el lugar con entusiasmo, pero había algunos que lo miraban con algo parecido al resentimiento u odio.

Pero ahora que está presente casi el verano Zeus decidió tener de vuelta el rayo maestro ya que tendrían dentro de poco otra reunión para hablar. Normalmente en estas fechas cercanas al solsticio de verano hablaría con los dioses para hablar de como van en sus trabajos o de cualquier tema como accidentes, y presumiendo de que él era el dueño de las catástrofes más grandes y riéndose de Poseidón por ello.

Fue a la sala donde tenían las reliquias más importantes de los dioses. Allí dejaba el rayo cuando tenía que estar expuesto o cuando decidía bajar al mundo mortal para disfrutar de las nuevas formas de diversión humana como casinos y zonas que habían mejorado de antaño como carreras de caballos. Este había subido de nuevo después de haber perdido una pequeña parte de dinero mortal en el hipódromo y quería su rayo de vuelta.

En el momento que llegó a la sala buscó su rayo y cuando llegó a su expositor se preocupó y buscó en la sala y ordenó a dioses menores que lo buscaran en todo el Olimpo. Fueron pasando los días y el reyo no aparecía en ningún lugar, alguien lo había robado.

En cuanto llegó a esa conclusión este ordenó una reunión de emergencia y que los dioses menores llamaran a los olímpicos.

El rey esperó con impaciencia la llegada de todos los dioses, solo estaba Hera con él, pero no le prestaba demasiada atención, puede que sea por el comportamiento infantil del dios cuando se enfada.

No fue hasta media hora que llegarían todos lo presentes de los tronos y Hades. Este último miraba con desprecio el banco plegable que le proporcionaban para este tipo de reuniones, por lo menos habían evolucionado un poco, en antaño solo le dejaban una piedra enorme.

- ¿Para que nos has llamado ahora? - Dijo Hades con un suspiro. - Esta muy entretenido supervisando la construcción de la nueva sección de los campos de Asfódelos.

- ¿No te quejabas siempre de que era más divertido arrancarte la piel a tiras? - Dijo Poseidón un poco sorprendido.

- Hermano... ¿Sabes qué? Déjalo, no me apetece discutir. - Dijo Hades nuevamente. - ¿Por qué la reunión?

- Ha habido un robo en el Olimpo. - Dijo Zeus haciendo que todo el ambiente que había en la sala del trono cambiase. - Ha sido en la sala de exposiciones y ha sido el rayo maestro, me gustaría que vosotros lo busquéis.

- Nah, yo paso. - Dijo Hades. - Tengo mis propios problemas. - Dijo y desapareció.

- Yo también. - Dijo Poseidón. - Este es tu problema, no el mío. - Desapareció.

Hubo un pequeño silencio en la sala y sin decir nada, Demeter también desapareció demostrando que no le importaba el rayo desaparecido dejando solo a los hijos del dios, Afrodita y Hefesto.

- De acuerdo. - Dijo Zeus. - Os ordeno que lo busquéis, quiero mi rayo y lo quiero ya, encontrad al ladrón, lo más seguro es que sea un semidiós desertor.

Todos sus hijos y el matrimonio forzado asintió y desapareció. Artemisa había sido la única que no había abandonado de inmediato. Esta había ido a la sala de exposición en compañía de la loba que había hecho aparecer, su intención era conseguir un rastro del que podría haber robado el rayo.

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora