Ogigia

94 15 0
                                    

El grito de dolor de la chica rubia no se hizo esperar en la refriega. Tanto Percy como Thalia lo habían escuchado, una intentó llegar hasta ella lanzando rayos y abriéndose paso con la lanza que tenía con ella, Percy por otra parte intentó avanzar, pero cada vez que conectaba la mirada con un monstruo este se quedaba petrificado y le costaba más llegar anta la hija de Atenea.

En la mente de Percy ahora estaban pasando muchos escenarios distintos, desde un posible ataque masivo en el que Annabeth no podría defenderse hasta uno en el que era mejor no pensar. Poco a poco, este al no poder llegar con la rubia, se vio consumido por la desesperación y con ello salieron sus poderes.

Poco a poco la tierra comenzó a temblar y a abrir grietas en el terreno en el que estaban haciendo que los monstruos cayesen por ellas, lo que hizo que la temperatura del lugar subieran. Siguiendo así consiguió llegar hasta las dos chicas. Thalia se había puesto delante de la rubia de una forma protectora mientras Annabeth buscaba en su mochila algo para poder curarse una herida en su hombro.

Cuando las dos vieron a Percy correr hacia ellas lo tomaron como un indicativo de que podían irse, por lo que comenzaron a correr en la misma dirección en la que habían venido. Estos corrieron mientras los monstruos los seguían y la temperatura seguía subiendo.

En unos segundos llegaron a la entrada viendo como el resto del grupo los estaba esperando. Estuvieron a punto de llegar a la entrada del laberinto, pero la grieta que había hecho Percy se había extendido y los había alcanzado.

En un primer momento parecieron llegar todos bien, pero en el lugar en el que Annabeth había pisado cedió provocando que esta cayese al vacío. Todo pareció perdido para Annabeth de no ser porque la mano de Percy la agarró en plena caída y la empujó hacia él, pero tuvo la mala suerte de que él ocupó su lugar y cayó por la grieta.

Los gritos que él escuchó no se hicieron esperar y poco a poco la luz que había en la cueva desapareció y fue sustituida por un gran calor que poco a poco fue convirtiéndose en insoportable para que luego un gran fogonazo de luz se hiciese presente obligando a Percy a cerrar los ojos.

La luz era tan potente que este comenzó a asustarse por el posible daño de la luz incluso si tenía la protección del pañuelo hecho del vellocino de oro. Poco a poco la luz fue bajando en intensidad hasta que solo fue una luz normal y corriente.

Él era consciente de que algo había cambiado, el ambiente había cambiado. Podía sentir el calor del sol en su piel y una suave brisa que no debía estar dentro de una cueva. Con cuidado abrió los ojos este vio algo extraño.

La imagen que tenía delante de él solo las había visto en las revistas que le compraba a Sophie cuando le mandaba hacerlo. Una playa de arena blanca y fina daba la bienvenida a Percy mientras algunas palmeras parecían mecerse con el viento y mostrando la entrada a lo que parecía ser una zona poco boscosa.

En ese momento sintió como sus instintos de supervivencia se activaban como si estuviese en una cacería. Miró a su alrededor como un posible punto de referencia solo para encontrare con una de las palmeras, esta estaba torcida, por lo que sería un buen punto de referencia. Caminó por la playa intentando notar cualquier cosa que pudiera servirle para ubicarse, pero solo podría decir que se encontraba en un lugar que, según le había contado su madre, estaba en el trópico.

En un tiempo este consiguió llegar de nuevo a la misma posición en la que había aparecido, esto le hizo darse cuenta que estaba en una isla y no tenía ni la menor idea de cómo había llegado allí. Después de eso comenzó a adentrarse en la zona boscosa, al poco logró encontrar algo que le dio un indicio de que había alguien más en la isla y que vivía allí.

Había una especie de refugio creado con ramas que tenía un aspecto muy bueno a los ojos de Percy y había una hoguera apagada en el suelo que lo más seguro usarían para dar luz en la noche o cocinar cualquier alimento.

En el momento que el fue  a inspeccionar el refugio escuchó a lo lejos como alguien había roto una rama, por lo que fue con toda la rapidez que tenía para esconderse. Lo que vio lo sorprendió un poco. Una chica que no debía tener más de quince años estaba cargando un cesto enorme cargado con fruta, esta es rubia y vestía con un vestido griego que le llegaba hasta las rodillas de color blanco.

La miró detenidamente. No parecía ser hostil con la figura enclenque que ella tenía, por lo que de buenas a primeras no parecía que pudiera hacerle daño ni que lo iba a hacer. Debido a ese pensamiento este decidió salir lentamente de su escondite sin hacer ruido.

Caminó hasta que estuvo detrás de ella y la tocó el hombro para llamar su atención. Esto hizo que la chica se girara con curiosidad y cuando lo vio dio un gran grito y un salto que terminó asustando al alvino también.

- ¡Por los titanes! - Dijo ella todavía un poco alterada por el susto. - ¡Casi me das un infarto!

- Lo siento. - Dijo Percy ignorando por un momento lo que la chica había dicho. - No tenía la intención de asustarte, es que he aparecido aquí de la nada y me gustaría saber como es que puedo volver con mis compañeros.

- ¿Has aparecido aquí? - Ella preguntó haciendo que Percy asintiera. - ¿Y no sabes cómo? - La misma respuesta del albino. - Oh, vaya, Pues me temo que te vas a tener que quedar aquí durante un tiempo hasta que te puedas ir.

- Pero no me puedo quedar, mis compañeros puede que estén heridos por el derrumbamiento y quiero volver a ver a mi familia. - Dijo Percy preocupado. -No puedo esperar.

- Pero no vas a poder irte por el momento, es un tema que los dioses impusieron. - Dijo la chica con un poco de pesar y culpa. - Me llamo Calipso a todo esto.

- ¿Calipso? - Dijo Percy haciendo que la chica asintiera. - ¿Eres la hermana de Zöe?

Eso hizo que la chica se confundiera durante un tiempo, estaba haciendo memoria y, al cabo de unos minutos abrió los ojos asintiendo con la cabeza.

- Zöe, mi querida hermana pequeña y sus hermanas las Hespérides. - Dijo ella con una sonrisa. - Si no recuerdo mal ella traicionó a nuestro padre y se fue con los dioses, era una opinión que no compartía, pero espero que esté bien y feliz. Si no recuerdo mal está con las cazadoras de la diosa de plata, ¿Tú la conoces?

- Se podría decir. - Dijo Percy un poco triste. - Soy un hijo adoptivo de Artemisa y ella me crio junto con la caza y Zöe fue de mis hermanas mayores. Yo la quería mucho.

En ese momento Calipso se dio cuenta que él había estado hablando de la cazadora en tiempo pasado, por lo que terminó preguntando lo obvio.

- ¿Le ha pasado algo? - Dijo Calipso temiéndose lo peor.

- Atlas la mató. - Dijo este haciendo que Calipso cerrara los ojos para luego sentarse.

La hija de Atlas sabía del mal temperamento de padre y sabía que muchas veces se puso violento por motivos muy insignificantes, por lo que no le parecía raro que cuando viera a su hija que lo traicionó la terminara matando. Ella siempre había seguido a su padre porque era su padre, y los hijos siempre apoyaban a sus padres.

Asimilando la idea miró de nuevo a Percy solo para terminar dándole un abrazo, si para había sido duro para ella asimilar la muerte de su hermana, para él, que estuvo toda su vida con ella, debió haber sido el doble o el triple de doloroso.

- Siento que mi padre haya hecho eso. - Dijo ella. - No te voy a pedir que lo perdones, solo espero que no transmitas tu ira hacía mí.

- ¿Por qué haría eso? - Dijo Percy sorprendiendo a Calipso. - Tú no has hecho nada, por lo que no tengo porqué enfadarme contigo, tú solo has estado aquí, por lo que no tengo nada contra ti.

Eso conmovió un poco a Calipso, siempre que había tratado con los dioses ellos siempre la habían culpado, junto con sus hermanos, por los actos de sus padres y tíos, por lo que no se esperó para nada lo que el chico había dicho. Puede que el chico pudiera irse un poco más rápido de lo que pensaba.

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora