Una charla con una diosa

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Annabeth estaba encaminando el camino siendo ella la primera del grupo. El resto confiaban plenamente en ella para poder navegar en el laberinto.

Ella sabía que el laberinto se iba haciendo más grande según pasaba el tiempo, ya que parecía ser un ser vivo, por lo que tendría partes más antiguas y partes más modernas. Su primera opción fue llegar al centro del laberinto donde se decía que Dédalo tenía un mapa encantado con el que podría llegar a localizar a cualquier intruso que intentara llegar a su taller que estaba situado en el núcleo de la estructura, así este podría navegar y guiar a su hijo Ícaro por el laberinto sin que este se perdiera.

Cuando lo comentó con el resto del equipo estos parecieron estar de acuerdo con lo que había planeado la hija de Atenea, por lo que comenzaron a seguirla bajo la premisa de que el taller de Dédalo estaría en la parte más antigua del laberinto, por lo que caminaron por los pasillos más antiguos que se encontraron.

En un primer momento Thalia dejaba marcas en las paredes con su lanza para dejar constancia de que había pasado por ahí, pero se detuvo cuando le dijo Annabeth que podía provocar que el laberinto cambiase haciendo que se perdieran más.

- Creo que ya hemos pasado por aquí. - Dijo Grover llamando la atención de las chicas.

- ¿Por qué? - Dijo Annabeth. - ¿Notas un olor familiar o algo por el estilo?

- No, ese mural ya lo he visto. - Dijo señalando un mural que representaba la guerra contra los persas. - Esa cara desfigurada de rabia de ese espartano no la podré olvidar en un tiempo.

- ¿Nos hemos perdido entonces? - Dijo Thalia mientras mirada los pasillos que había a su alrededor.

- Puede ser. - Dijo Annabeth mientras intentaba recordar por el camino que habían ido. - Puede que nos hayamos desviado en algún desvió, por el momento intentemos ir por el que parezca más viejo y de ahí vayamos yendo.

Los dos parecieron estar de acuerdo con lo que había dicho Annabeth y comenzaron a inspeccionar todos los pasillos que tenían a su disposición solo para ver que había dos exactamente iguales, en vejez obviamente.

En ese momento Annabeth tenía que tomar la decisión de por que camino ir. Los dos parecían ser de la misma época, por lo que pudiera ser que los dos los llevarían a una sección parecida del laberinto, por lo que al final decidió tomar un camino al azar.

Después de pasar unas horas dentro del laberinto el grupo se encontró con su primer obstáculo. Delante de ellos había dos grandes puertas que llegaban hasta el techo. Thalia las observó durante un tiempo y preparó su lanza, esas puertas no le inspiraban mucha confianza.

Se acercó poco a poco a una de las puertas solo para que una voz muy grave se hiciese presente haciendo que Thalia retrocediera y que Annabeth y Grover se pusieran a la defensiva. Poco a poco apareció una niebla que fue tomando forma hasta que terminó siendo un ser de unos cuatro metro de alto que vestía una toga blanca y tenía una peculiaridad, tenía dos cara una al frente y otras detrás.

- Veo que hay un pequeño grupo hoy en mi puerta. - Dijo la cara que parecía estar contenta.

- ¿¡Qué estáis haciendo!? - Dijo la cara enfadada.

- ¿Os puedo ayudar? - Dijo nuevamente la cara feliz haciendo que al grupo le entrase algo parecido al miedo por detrás de la espalda.

- Soy Annabeth Chase, hija de Atenea y líder de este grupo. - Dijo esta haciendo que el ser asintiera. - ¿Podría preguntar quién es usted?

- Yo soy Jano. - Dijo el ser con la cara feliz. - Dios de las elecciones.

- Las puertas. - Dijo la cara enfadada.

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora