Un día en el museo

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Al grupo se le había proporcionado un vehículo con el que poder circular por el territorio con el fin de llegar a localizar tanto a la semidiosa que había desaparecido como la diosa. La única pista que Percy tenía por el momento era el sueño que había tenido en el que su madre estaba sujetando algo muy pesado sin saber muy bien que era y a una Annabeth que parecía estar pasando el peor dolor de brazos. La única pista aparte de esa fue que Annabeth le había dicho que se había mudado a San Francisco siendo un lugar en el que ella no se sentía cómoda por la presencia de, como ella decía, cierta montaña que nadie podía ver.

Eso pareció ser lo suficientemente convincente como para que Zöe decidiera ir a esa localización, pero no sin antes mostrar una mirada que marcaba cierto fastidio por tener que ir. Poniendo rumbo hacia allí se dieron cuenta de que no tenían la gasolina necesaria para poder hacer todo el viaje, más sabido que solo tenían medio tanque lleno.

Con mucho pesar para Thalia estos se vieron forzados a hacer un alto en el camino con el fin de llenar el tanque del coche y conseguir algún que otro alimento con el que pudiesen comer en caso de emergencia.

Zöe tomó los mandos de coche aunque esto causara algún que otro mal entendido debido a que ella parecía tener cerca de doce año, pero como tenía un permiso de conducir con una fecha de nacimiento adecuada aunque les parase la policía estos estarían obligados a dejarla ir.

Ya en la carretera la gente veía con ojos curiosos el coche en el que iban por lo anteriormente mencionado, lo que le causaba mucha risa al único cazador en el coche mientras iban a la estación de gasolina para repostar. En el momento que llegaron estos se dividieron, Zöe y Grover se quedarían con el coche  mientras que Percy, Bianca y Thalia iría a por algo de comer, un plan en el que no pasaría nada malo en la mente de la teniente.

Percy, Bianca y Thalia había decidido ir a los lugares más baratos que había en el lugar porque no constaban con mucho dinero mortal y tenían que conseguir algo a un buen precio, por lo que terminó la hija de Zeus llevando a los dos cazadores al museo de historia natural al tener aperitivos con un precio razonable para que las madres mantengan callados a sus hijos más pequeños.

Pasando por algunos puestos callejeros en los que les intentaron vender algún tipo de comida como hamburguesas y perritos calientes. Bianca quiso probar todo lo que estos le ofrecían, cosa que preocupó un poco a Thalia. Tirando de los dos acompañantes que tenía terminó llegando al museo de ciencia natural donde tuvieron que entrar por la puerta principal ya que no podían ir directamente a la tienda.

Mirando el mapa pudieron ver que la tienda del museo estaba en el mismo lugar que la tienda de regalos, por lo que tendrían que recorrer gran parte del museo para gran fastidio de la hija de Zeus.

Caminando por el museo terminaron llegando a una sala enorme en el que había un montón de figuras y esqueletos de animales que ya no habitaban en este mundo, cosa que llamó mucho la atención de Percy como buen hijo de Artemisa.

Pero en un momento dado Percy notó algo en la parte de atrás de su cuello. Era una sensación en el que sentía como si hubiera algo en alguna parte de su posición que indicaba una amenaza, un posible depredador.

Percy rastreó con la mirada toda la habitación en la que estaba hasta que al final notó algo muy raro, algo como un esqueleto humano que se movía como un especie de zombie vestido con una especie de uniforme de policía antiguo.

Sin que este se diese cuenta terminó alejándose del pequeño grupo en el que estaba para terminar llegando a una sección en el que estaban en exposición una pequeña manada de dientes de sable. Allí pudo ver a un señor que tenía pinta de que era una persona un poco mala, aparte de que tenía un acento extraño cuando hablaba de como debían cazar a todo semidiós que se encontrara en su camino.

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora