C.20 [Parte II]

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Capítulo 20. [Parte II]

Me sorprendo por la manera en la que me siento en la mañana al despertarme. Estoy más activa, más emotiva; amanezco feliz y sin preocupaciones. Siento un gran peso fuera de mis hombros y eso me hace feliz, justamente lo que necesitaba. No sé qué me ha pasado en la noche, pero sí sé que debo agradecerle eternamente a quién me haya ayudado a sentirme mejor.

Harry se despierta media hora después al oler el olor del desayuno. Aunque trata de ir en mi contra, diciéndome que se despertó porque ya no tenía sueño. Sólo asiento y le llevo la contraria, aunque sé que ese comelón se despertó por hambre.

Ambos desayunamos enérgicamente mientras hablamos del partido de hoy. Recuerdo que la entrenadora nos pidió estar en el estadio a las doce del medio-día para entrenar. Le recuerdo a Harry y él gustosamente acepta en acompañarme.

-¿Cómo te sientes? –me pregunta de repente, yo lo miro fijamente.

-Excelente, ¿por qué preguntas? –digo, mirándolo con el ceño fruncido.

-Eres de lo mejor; anoche estabas súper mal por lo de la llamada y ahora en la mañana amaneces como si nada. Quiero saber por qué

-Pues, no lo sé. He amanecido así.

Él me mira y asiente, aunque no está muy seguro con mi respuesta. No sé qué espera, ni yo sé por qué amanecí así. Son cosas de la vida y debe aceptar el "pues, no lo sé" como la mejor respuesta.  Al terminar de desayunar ponemos todo sobre el fregadero, le ordeno a él a fregar mientras yo me voy a dar una ducha. Luego de algunos minutos de pelea y discusión porque al parecer, como estamos en el siglo XXI, los hombres no friegan, según me dice Harry. Indispuesta a que siga con esa mentalidad, le digo sus cuatro verdades antes de irme al baño y darme una más que merecida ducha.

Al salir en vuelta en una toalla observo como Harry mira plácidamente la televisión. Mi mirada va directamente al fregadero, sonrío al ver que todo está debidamente limpio y los utensilios en sus lugares pertenecientes. Harry me mira y con su mirada me dice que está enojado conmigo, pero yo no hago caso. No estoy yo para estos actos de niñerías.  Además, sé que volverá a mí cuando quiera, así que no tengo por qué ir a preguntar "...amor, ¿estás enojado conmigo?"

Al entrar en la habitación observo el reloj: falta media hora para que sean las 11 de la mañana. Aún me queda tiempo, así que no tengo por qué apresurarme. Me pongo algo para andar por ahí y cuando ya estoy lista salgo de la habitación. Harry aún está sentado en el sofá viendo plácidamente la televisión. Quiero hacerlo enojar, así que me coloco en frente al televisor a propósito.

-¿Me disculpas? –dice Harry, tratando de ver- No me dejas ver.

-Oh, lo siento. –digo, moviéndome unos cuántos centímetros a la izquierda, no lo suficiente para que Harry observe la televisión.

-______________, me estás haciendo enojar. –dice Harry, yo sonrío en mis adentros. Ya empezará con sus pataletas.

-¿Por qué, Harry? –pregunto, ahora dándome la vuelta y cruzándome de brazos.

-Primero, me mandas a lavar los trastes y segundo, ahora. –dice, quejándose.

-Harry, yo no soy empleada de nadie.

-Esta es mi casa. –dice, ahora levantándose y enfrentándome.

-¿Ahora es tú casa? –digo, enfatizando la palabra "tú".

-Siempre lo ha sido. –responde.

-¿No que ahora era "nuestra casa", Harry? –pregunto, entonces él se queda callado- Puede que hayas pagado tú por este apartamento, y eso está bien, ¡felicidades! Pero que yo me esté quedando aquí temporalmente no te da derecho a... -soy interrumpida por un Harry rojo como un tomate.

-Permanentemente. –dice, yo ladeo la cabeza.

-¿Permanentemente? –pregunto, él asiente.

-Te quedarás aquí permanentemente. –responde, muy seguro. Y esa seguridad me incomoda y a la vez me enoja.

-¿Cómo puedes estar seguro de eso? –pregunto, desafiándolo y dando unos cuántos pasos al frente.

-Tu padre me lo dio la responsabilidad de cuidarte, ________. Si tengo que mantenerte aquí metida para guardar tu seguridad, entonces lo haré.

-Ahora no me quieras como a una prisionera, Harry.

-No, no es eso. Sólo que si algún día te pasara algo no podría soportarlo, sabría que fue toda mi culpa.

-¿Cómo llegamos de un tema a este?

-No quiero discutir, mucho menos hoy. Discutamos mañana, hoy seamos felices porque tú, mi princesa y el amor de mi vida, juega por primera vez en cuatro meses un partido de fútbol.

No sé cómo le hace, pero tiene aquel no sé qué que hace que me derrita en tan pocos minutos. Estaba enojada e histérica, pero ahora me encuentro como una blanda a sus pies. Sólo me queda asentir como toda una estúpida y tirarme a sus brazos. ¿Por qué estábamos discutiendo? Ah, ya recuerdo.

"Mi chica del Fútbol" CANCELADA TEMPORALMENTE |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora