Capítulo 21. [Parte III]
Cuando vuelvo a casa estoy cansadísima, pero con una sonrisa en mi rostro. Estoy más feliz de lo normal, Harry está más feliz de lo normal. No hay nada que nos arruine el momento.
No aguanto mis piernas, así que lo primero que hago es darme una ducha, cambiarme de ropa y ponerme algo más cómodo, e irme a la cama. No tengo sueño, son apenas las 6 de la tarde, así que sólo me acuesto para descansar. Qué rico es esa sensación en la que mueves tus piernas con toda tranquilidad y serenidad y sientes la fina tela de la sábana rozar tu piel. Me encantaría quedarme así para siempre. Harry minutos después se une a mi momento placentero, mirándome fijamente. Sus miradas siempre me incomodan, por eso nunca las puedo mantener.
-¿Qué pasa? –le pregunto, sonrojada.
-Me sorprendiste mucho hoy. –dice, sonriéndome.
-Yo también me sorprendí. –respondo- ¿Cómo viste los goles?
-El primero fue hermoso. Y el segundo, casi imposible. –dice, orgulloso- Estoy tan feliz porque lo entregaste todo hoy en la cancha.
-Las entrenadoras Zimmerman y Morandé estaban ahí. –digo, él asiento.
-Sí, les eché el ojo. Ninguna separaba su mirada de ti. –dice, yo asiento.
-Al final del partido hablé con ellas. La entrenadora Zimmerman llevó a la directora general de la universidad de Múnich. –digo, él me mira sorprendido.
-Eso significa mucho, __________. –dice, yo asiento.
-Y la entrenadora Morandé no llevó a nadie. Pero sí me dijo un par de cosas que me hicieron estar segura de mi decisión. –digo, más segura que nunca.
-¿Ya sabes a cuál irás? –pregunta, yo asiento- Cualquiera que haya sido tu opción, sabes que te apoyaré en todo. ¿Vale?
-De eso no tengo dudas, amor. –digo, acercándome a él y planteando un beso en sus labios.
Cuando nos separamos se me queda mirando fijamente a la cara. Yo hago lo mismo. Esta vez no quito la mirada. Su mirada es cómoda, me trasmite seguridad, me transmite comodidad, y sobre todo, me trasmite amor. Acerco mis labios a los suyos, volviendo a plantear un beso sobre ellos. Cuando nos separamos escucho cómo dice en casi un susurro.
-¿Sabes qué extraño? –pregunta, acercándose más a mí.
-¿Qué cosa? –pregunto, inmersa en el color esmeralda de sus ojos.
-Tu piel. –responde.
-Harry... -digo, apenas audible.
-Sí, lo sé. "Hoy no". –dice, entristecido- Pero te juro que mañana será un "hoy sí".
Su forma de hablarme me hace ponerme a ciento, pero soy consciente de mi estado actual. Por más tentadora que suene su propuesta, debo negarme. Aunque, desde entonces, desearía que fuese mañana.
Los dos nos quedamos un rato en la cama, conversando de cualquier asunto en especial, cuando recibo una llamada telefónica de mi padre. Al contestar me sorprendo al escucharle decir que le han dicho que he sido yo la goleadora del partido. No sé cómo se ha enterado, pero no puedo parar de reír. ¿Los partidos los transmiten por televisión? Creo que debo preguntar. Converso un rato más con él hasta que siento mi barriga gruñir como león. Al colgar, miro a Harry. Éste está apunto de dormirse.
-Harry, amor...Harry. –digo, tratando de llamar su atención.
-Ujum... -dice, adormilado.
-Tengo mucha hambre. –digo, sonriéndole. Amo su estado actual.
-En la nevera hay mucho que comer. –dice, yo río.
-No quiero comida de la nevera. –digo, entonces, sorprendiéndome, se levanta instantáneamente.
-¿Qué comida quieres? –pregunta, coqueto.
-Harry, eres un malpensado. –digo, muerta de risa.
-¿Qué? ¿A qué te referías con "no quiero comida de la nevera"? –pregunta, riendo.
-A que quiero comida de la calle. –digo, entonces él se sonroja y ríe.
-Lo siento, lo siento. Lo tomé en segundo sentido.
-Eso es lo que pensé, Styles. –digo, aún riendo.
-¿Qué se le antoja a la señorita? ¿Comida china, pizza, hamburguesas?
-Comida china. –respondo, sin dudas.
-En un minuto, señorita.
Harry se levanta de la cama, en dirección a la sala principal. Entonces escucho su voz hacer los pedidos, creo yo, ya que la distancia no me deja entender con mucha claridad lo que está diciendo.
Minutos después aparece por el umbral de la puerta con una sonrisa en sus labios. Me dice que la comida la traerán en unos minutos, y me pregunta si quisiera que él me hiciese un masaje en los pies. No hay tal cosa que más deseé, así que instantáneamente asiento y le dejo hacer su trabajo.
Es increíble ver el tipo de efecto que un simple masaje puede surgir en ti. De repente siento mis piernas más livianas, mis pies menos doloridos. De repente me siento en el cielo, y por nada en el mundo quiero que acabe.
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"Mi chica del Fútbol" CANCELADA TEMPORALMENTE |H.S|
Fiksi Penggemar-¿Quieres el balón? Ven por él. -¿Estás seguro de lo que quieres Styles? -Más seguro que nunca señorita Windhouse.