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Se encontraba tan sumergido en su profundo sueño, que no escuchó los golpes que a su parecer eran tan lejanos. No fue hasta que la puerta casi se derrumba por los constantes golpeteos provenientes del exterior de la habitación que se despertó de manera repentina interrumpiendo su ciclo de sueño y casi cayendo al frío suelo.

—Carajo— maldijo en voz baja después de golpearse la cabeza con la cabecera de la cama detrás de él.

Se levantó rápidamente y se dispuso a abrir la puerta mientras se sobaba la parte donde había recibido el golpe.

Detrás de la puerta se encontraba Tetsu, el alfa castaño y alto de ojos azules, que miraba al omega molesto.

—Estuve llamando a la puerta y no obtenía respuesta— mencionó.

—Estaba durmiendo, ¿qué quieres?— respondió el omega de mal humor por la interrupción que hizo el alfa en su sueño.

—Es hora de prepararte para salir, apenas si tendrás tiempo de desayunar— soltó el alfa entregando una bolsa negra.

—¿Qué es esto?— preguntó el omega.

—Tu uniforme— dijo secamente el más alto. —Apúrate, te esperaré en el comedor.

Con eso último salió por el pasillo alejándose de la vista de Alek.

Se quedó mirando el conjunto de ropa que se encontraba frente a él. Una camisa de un blanco impecable, pantalones de algodón negros que hacía juego con el saco y par de zapatos en punta del mismo color que el traje.

Empezó a vestirse lentamente, mientras se observa en el estrecho espejo frente a él. Al parecer las ropas coincidían con sus talla, lo que le pareció muy curioso debido a que nunca le preguntaron nada acerca de sus medidas.

Al abrochar los botones más proximales a su cuello pudo sentir un dolor punzante alrededor de su glándula de olor. Se había olvidado por completo de eso, tenía que pedirle a uno de los alfas encargados si podía obtener algunos parches para tapar la cicatriz. Si bien era alguien que no le importaba la opinión de los demás, para él cubrir la herida sobre su cuello era importante, no quería preguntas estúpidas sobre qué fue lo que pasó.

Después de ponerse el traje, -el cuál le quedaba muy bien- buscó entre las sábanas lo que quedaba de su bufanda y se la puso alrededor de la circunferencia de su cuello dándole la seguridad que le faltaba para afrontar todo lo que había pasado en los últimos días y lo que estaba por venir.

Respiró profundamente un par de veces antes de salir y dirigirse a donde el alfa le había mencionado anteriormente. 

Intentaba que sus pasos fueran lo más firmes posible, pero los leves mareos afectaban su caminata

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Intentaba que sus pasos fueran lo más firmes posible, pero los leves mareos afectaban su caminata. No sabía la razón de porqué sus malestares aún estaban presentes, sus heridas estaban casi totalmente curadas y el dolor desapareció por completo, así que la razón de sus síntomas era inexacta.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora