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La abrumadora sensación de ansiedad en su pecho crecía cada vez más, su lobo interior estaba inquieto, no podía controlarse, lo cuál era muy raro al tratarse del omega. Siempre ha tenido un fuerte control de sus emociones así como de su lobo, pero en estos momentos no sabía lo que estaba pasando.

Intentó respirar varias veces de manera moderada, pero aún así su pulso era rápido y los nervios seguían invadiendo cada segundo más en él. Se aseguró de mantener un gesto neutral para evitar que su inquietud saliera a la luz ante los presentes, pero lamentablemente sus feromonas terminaron por delatarlo.

El aroma dulce de las frambuesa con chocolate que era habitual en el omega se tornó de un olor amargo acompañado de un toque intranquilo, dando como resultado que todos lo presente en la habitación notaran el cambio y la angustia.

—Tranquilízate, no es nada malo— la voz del alfa sonó apaciguadora para el omega.

—No te creo, siempre pasa algo cada vez que te veo— sinceramente era la verdad, cada vez que esté alfa aparecía enfrente de él ocurría algo, pero tampoco negaría que sus nervios cesaron en cuanto habló.

Alexander no pasó por alto las expresiones y cambios emocionales que se notaron en las feromonas de Alek. Sabía que tenía razón, siempre que se encontraban, algo pasaba y por lo regular no eran casos muy agradables. Por otro lado, no sabía el porqué, pero de cierta forma se alegraba de comprender un poco más al enfadoso omega, empezando a entender el actuar y actitudes del chico sentado frente a él.

—Entonces, ¿qué es lo que pasa? ¿De qué quieres hablar?— preguntó está vez más seguro.

—Necesitamos hablar sobre lo que pasará contigo desde ahora— dijo el alfa sin titubear.

—¡¿Qué?!— el omega abrió grandes los ojos, no había pensado en eso ¿Qué pasaría con él de ahora en adelante? El alfa jamás dijo que le ayudaría a regular sus síntomas, sólo mencionó que cuidaría de su salud, pero no sabía cómo lo haría.

—¿Ya hablaste con él?— el alfa dirigió sus palabras al doctor.

—N...no, estaba por ha...hacerlo— contestó con su típico tono.

—Yo se lo diré entonces— espetó el alfa sin dejar de mirar al omega.

Azumi asintió mientras retrocedía unos pasos para darle mayor espacio al alfa.

—Azumi me habló sobre el tratamiento para estabilizar tus síntomas y mejorar tu proceso de adaptación fisiológico— detuvo sus palabras para detectar algún cambio en el rostro del omega, al no encontrar ninguno prosiguió. —A mi parecer es conveniente seguir sus indicaciones, pero no pienso hacerlo si tú no estás de acuerdo.

Alek detuvo sus ojos en los del alfa, no pensó que tomaría en cuenta su opinión, pero también le preocupaba cómo iba a recuperarse de su enfermedad.

—¿Cuál es el tratamiento?— Alek dirigió su pregunta hacia el otro omega presente en la habitación.

Todos voltearon a mirar al omega de ojos verdes.

—Y...yo, mmm... la mejor manera de que termines de adaptarte es que pases más tiempo en contacto con las feromonas del Oyabun— sus palabras fueron claras y precisas, las cuales se dirigieron principalmente hacia el omega. En sus ojos se podía ver la angustia por la reacción que tendrían los presentes.

—Dices que tengo qué estar en contacto con sus feromonas?— preguntó mientras señalaba con un dedo al alfa. —¿Y cómo se supone qué haré eso?

—Bu...bueno, t...tú, es...este...

—Lo que Azumi quiere decir es que tienes que pasar más tiempo con el Oyabun— interrumpió Kazuma las palabras del omega para brindarle ayuda, a lo cual él agradeció con una leve sonrisa.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora