Desde que bajó del auto en la entrada de la residencia, pudo percibir el ligero toque de las frambuesas, más dulces de lo habitual. No hizo caso a todo el personal que lo esperaba asombrado por su repentina llegada, solo quería ver a una persona en específico, la cual no estaba presente por ningún lado.
Despidiendo a todo lo demás, excepto a su mayordomo, le preguntó dónde se encontraba. El beta contestó que lo más seguro era que estuviera en sus aposentos, y sin darle tiempo a Ryu para hablar de nueva cuenta, se dirigió a la habitación del omega.
Conforme avanzó, el olor de las frambuesas aumentaba, preocupándolo por el estado del omega. Antes de que llegara al último pasillo, su lobo gruñía, no quería seguir, dirigiéndose así al otro lado. Por alguna razón desconocida, esta vez decidió hacerle caso a sus instintos, cambiando el curso de sus pasos.
Lo curioso para él, fue que se dirigía a su propia habitación, pero estaba completamente seguro de que el omega se encontraba allí. El fuerte olor de sus feromonas lo delataba, empezando a preocupar al alfa.
'¿Le pasó algo?'
'¿Los síntomas volvieron a presentarse?'
Se detuvo frente a la puerta, dónde todas sus dudas se disiparon, el dulce olor, como los gemidos que provenían de dentro, aumentaron el calor dentro de su alfa.
Gran sorpresa se llevó cuando entró a la recámara, sólo para descubrir a Alek dándose placer así mismo, llamando a su alfa una y otra vez.
No hizo ningún ruido, disfrutando de la encantadora vista que le proporcionaba su omega, esperando que el mismo se diera cuenta de su presencia. No fue hasta que notó el montón de ropa sobre la cama, acomodada en orden, formando un... ¿nido?
'¿Era un nido?'
'¿Su omega hizo un nido con sus ropas?'
La alegría que sintió fue inmensa. Saber que el omega lo consideraba su alfa era algo extraordinario para él, para su lobo y para su alfa.
Estaba a punto de dirigirse hacia la cama, pero Alek no paraba de llamar a su alfa, que decidió contestar y dejar que el omega se llevara una sorpresa.
-Alfa, m...mi alfa, necesito a mi alfa.
-Aquí estoy.
Una voz grave y masculina se escuchó por todo el lugar, deteniendo los movimientos y gemidos del omega, el cuál levantó la cara de inmediato cuando reconoció tal voz.
Suprimió la vergüenza que sentía por ser descubierto en tal estado, cambiándola por el asombro y felicidad que sintió al ver al alfa.
Alexander sonrió, no cómo siempre lo hacía, está vez su labios demostraban lujuria al igual que sus ojos, dejando que su lobo se viera a través de sus pupilas.
-Es...estás aquí- se arrodilló en la cama, tan quieto como pudo.
-Mm- se acercó a pasos lentos, las feromonas del omega comenzaban a excitarlo, estaba seguro de que su celo había llegado- Tu ce...
-¡No te acerques!- gruñó, no era él, era su omega quien impedía que cualquier persona que no fuera él se acercará a lo que había construido él mismo.
Alexander detuvo sus pasos, no lo esperaba, pero era obvio, el omega protegía lo que era suyo.
-Perdón, no quise...- la poca lucidez que le quedaba la usó para disculparse con el alfa.
El otro retomó su pasos calmadamente, estiró su brazo para que pudiera sentir el aroma de su cuerpo, que lo reconociera y lo dejara acercarse.
Hacerle saber que era su alfa, que era suyo.
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Entre tus manos
RastgeleAlek siempre a cumplido su trabajo de manera exitosa, ¿Pero que pasara cunado el líder de unos de los clanes mas poderosos de la mafia se atraviesa en su camino?