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El atardecer estaba por llegar, pero los rayos del sol golpeaban contra su cara, iluminando su piel que comenzaba a tomar un tono rojizo por el calor de la primavera.

De los jardines emanaba un dulce aromas que combinaban con el aire fresco. El olor de los crisantemos y claveles era el más abundante, las tonalidades de las camelias era perceptible, pero para él, no era tan embriagante como el aroma que emanaba su omega.

Mantuvo el ritmo de su andar, dejando un rastro de feromonas por donde pasaba, sin importarle que los demás se incomodaran con su olor tan fuerte.

No había pasado ni una hora desde que el omega aceptó su propuesta, que su dicha fue interrumpida por Tetsu, obligándolo a ir con él en espera de las órdenes de Su Señor.

No tuvo otra opción que acompañar a Tetsu, dejando atrás a su omega rebosante de alegría, esperando que el Oyabun no extendiera la reunión más de lo debido para volver a la minka y disfrutar de tal plenitud con su persona favorita.

Quería compensar el tiempo que perdió sumido en su angustia, no pensó que su inseguridad por no saber escoger las palabras y momento correcto, afectarán su estado de ánimo, su lazo e incluso a Azumi.

No había duda que el pedir matrimonio era una situación realmente estresante.

Dejó de lado su aflicción, reemplazandola por el júbilo de ser correspondido como su lobo esperaba, ser elegido por un omega como su alfa deseaba. No podía pedir nada más que eso, ser amado por una persona tan extraordinaria como lo era Azumi.

—¿Por qué estás tan feliz?

La voz de Tetsu se escuchó a un lado suyo, por un momento olvidó que no estaba solo, caminaba por los jardines junto con el alfa en dirección a la oficina de Su Señor.

Ladeó su cabeza para mirarlo, manteniendo su sonrisa intacta, no contestó de inmediato, esperando que su cabeza procesará la pregunta de hace apenas segundos.

—¿Mm?— siguió caminando, volviendo a enfocar la vista al frente. —¿De qué hablas?

Tetsu levantó su ceja, no era típico de Kazuma desviará el tema de esa forma. Se conocían de años, el alfa sabía con certeza que Kazuma tenía una personalidad agradable, pero también era directo y honesto, contrario a lo de ahora.

—Tienes esa sonrisa estúpida otra vez— soltó, no era raro que el alfa sonriera, casi siempre lo hacía, pero muy pocas veces sonreía tan grande, sin siquiera ser consciente de lo que pasaba a su alrededor, perdiéndose en sus emociones y pensamientos.

Kazuma respingó por el disgusto, pero aceptaba que probablemente tenía una expresión llamativa para cualquiera en estos momentos.

—Debe haber una buena razón para que estés tan feliz— no hacía falta que lo mencionara, era evidente que su estado de ánimo se debía a una sola persona, un omega tímido con el cuál Tetsu simpatizaba.

Lo miró de reojo, dejando que las comisuras de sus labios se elevaran otra vez. —¿Tú crees?

—¿La hay?— sus miradas se cruzaron, dejando ver la verdad en los ojos de Kazuma.

No respondió, siguió avanzando por el camino señalado hasta llegar a otro de los jardines, distrayéndose con la vegetación que lo rodeaba.

Cuando Tetsu pensó que no contestaría, el otro habló con calma.

—Tienes razón, la hay.

Tetsu no dijo nada, no sabía con certeza de qué se trataba, pero estaba completamente seguro que tenía algo que ver con Azumi. No había otra cosa qué hiciera al alfa tan feliz que aquel omega.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora