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Nota: se que tarde en actualizar, pero tenganme paciencia.

¡Soy humana! No me culpen.

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Tomó su muñeca, cuidando que sus dedos no presionaran con demasiada fuerza para lastimarla. Las marcas violáceas alrededor de su piel era un claro indicativo de su aprehensión al igual que las que tenía alrededor de sus tobillos, los cuales no tenían mucho de haber sangrado por las profundas heridas que a simplemente vista se podía ver que no eran recientes, pero que tampoco habían curado como debían.

El pulso en su muñeca era débil pero constante, dando un alivio a todos los que se encontraban preocupados por su situación.

Quería apartar la vista, pero era imposible ignorar las lesiones que se presentaban en cada parte de su cuerpo, a cualquier lado que miraba, un nuevo hematoma aparecía bajo su piel.

Sus ojos estaban rojos e hinchados, probablemente debido a la cantidad de veces que lloró por el dolor que estaba pasando. Sus labios estaban secos y partidos, al parecer no la alimentaban lo suficiente e incluso se cuestionó si lo hacían.

Antes de apartar su dedos sintió el leve calor que surgía de su mano, como si todo su cuerpo se mantuviera al límite luchando por resistir el mayor tiempo posible hasta despertar o que su muerte llegara, lo que sucediera primero.

Apretó su agarre alrededor de ella teniendo cuidado de no lastimarla, a estas alturas no sabía si en realidad podía sentir el dolor o no a causa de lo inconsciente que se encontraba. No había despertado desde la tarde anterior que la encontró tirada en la entrada de la residencia.

Todos los presentes estaban conmocionados por su repentina aparición, sobre todo por el estado físico en el que se encontraba. Algunos de los guardias reaccionaron a la defensiva tratando de protegerlo, mientras que otros no sabían cómo proceder con la presencia de la alfa. No fue hasta que él se acercó y les ordenó que llamaran Azumi para que la atendiera que todos los demás comenzaron a moverse por toda la zona.

Sabía que era cuestión de segundos para que Alexander se enterara de lo que estaba pasando, y dicho y hecho, al pasar de unos minutos el alfa había llegado hasta donde se encontraba Azumi, quién atendía con rapidez y preocupación a la chica.

El alfa había estado ansioso, esperando que Azumi terminara con su parte para él hacer la suya. No era un secreto que Yoshio se consideraba sospechosa de traicionar al clan por su repentina desaparición, pero para él y para muchos otros, la alfa era inocente, pero nada se podía asegurar hasta que ella hablara.

Suprimió las lágrimas qué amenazaban con desbordarse de sus ojos. Ver a Yoshio en tal situación era difícil, sobre todo cuando ella cuidó de él por mucho tiempo desde que llegó a la residencia. Logró empatizar con la personalidad fría y distante que tenía, así como ella lo hizo con él, convirtiéndose en una compañía agradable cuando ella estaba a su alrededor.

—¿Se va a recuperar?

Limpió con rapidez los restos de agua sobre sus mejillas, aunque probablemente Azumi ya había notado su estado de ánimo que no era muy diferente al suyo.

—Es lo que espero —respondió agudamente desde el otro lado de la habitación, el omega no se había apartado de Yoshio en toda la noche—. Tiene heridas en todo el cuerpo, apenas si pude controlar su sangrado.

El omega se acercó a la cama para limpiar los restos de sangre seca sobre la frente y boca de la alfa.

Observó el pequeño temblor que salió de su labio, al parecer una reacción ante el frío de la toalla húmeda que tocaba su piel seca. Azumi frunció el ceño ante su reacción, a pesar de no estar consciente, parece que Yoshio seguía manteniendo cierta sensibilidad.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora