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Los incontrolables gritos de aliento se apoderaban del ambiente, los billetes revoloteaban de un lado a otro sobre las manos de los presentes, que se empujaban entre sí para lograr ver con más precisión el espectáculo en el centro de todo. La emoción y adrenalina eran casi palpables debido al aroma mezclado de varias feromonas.

Estaban atentos a cada uno de los movimientos ejecutados, querían ganar, tenían que hacerlo. Sus inversiones fueron lo suficiente como para no querer perderlas, por lo tanto, la angustia fue creciendo por la larga espera.

Las puertas del fondo se abrieron, llamando la atención de todos. Callaron por un momento al ver entrar a uno de los presentadores, a simple vista se sabía que se trataba de un alfa. Su altura promedio como su robusto cuerpo lo indicaba, no era para nada agraciado, su cara robusta y sus facciones gruesas, casi como un gorila, sin contar las cicatrices visibles en sus cachetes, y su caminar era altivo, emanando superioridad.

Los que frecuentaban el lugar sabía de antemano que el alfa era tan desagradable como su apariencia, pero no sé enfrentaban a él, ya que pertenecía a la Yakuza. De igual forma, poseía gran influencia en el Clan -o eso era lo que presumía- de tal manera que ninguno de los presentes se atrevería a estar en su contra.

*Cof, cof* Comenzó a toser secamente el alfa.

Todos en el lugar volvieron a poner su atención sobre él, al mismo tiempo que no producían ningún ruido.

—¡Bienvenidos bastardos!— comenzó a gritar de manera en que su voz llegara a cada rincón. —Como ya saben todos aquí, hoy tendremos un gran espectáculo para su entretenimiento.

Las voces arrebatadoras comenzaron de nuevo a elevarse, era algo que todos esperaban.

El alfa en medio de todos, puso una mala cara. Odiaba que lo interrumpieran cuando hablaba, pero decido no hacer tanto escándalo para poder seguir.

—Silencio— gritó, cuando todos dejaron de hacer algún tipo de ruido, continuó. —Como decía: ¡Hoy se enfrentarán dos grandes fuerzas! Ambos han derrotado a sus rivales sin piedad, hasta llegar a la batalla final, uno está dotado de un gran cuerpo, que intimida a cualquiera con su fuerza, el otro es el más ágil y rápido de todos. ¿Quién ganará? ¿Agilidad o fuerza? Espero que hayan hecho bien sus apuestas, no querrán fallar está vez.

Pasó su aguda mirada por todos lados, como si estuviera analizando cada uno de ellos. Las apuestas que se realizaban aquí eran de grandes cantidades, pero esa no era la falta más grave del porqué eran ilegales, no estaban permitidas ya que se jugaba con la vida de alguien más sin necesidad de rendir cuentas si algo salía mal.

Por eso, siempre se aseguraba de que no se hallaran infiltrados entre la audiencia, de otra forma, le causarían problemas, y no estaba dispuesto a correr el riesgo de las consecuencias.

Retomó su discurso para nada entusiasta, pero está vez se acercó más a la esquina contraria de dónde se ubicaban un par de puertas, de las cuales, una de ellas comenzó a abrirse despacio, así como el terrible rechinido qué producía.

—¡Es hora de presentar a los contendientes!— hizo un pausa antes de seguir, señalando la puerta que estaba por abrirse completamente. —De este lado, pesando casi veintiocho kilos, con una cara que es de temer, al igual que su incomparable agresividad y fuerza, tenemos a un... ¡¡Pitbull Terrier Americano!!

Detrás de la puerta se encontraba un perro de gran peso. Cómo mencionó el alfa antes, se trataba de un pitbull, era intimidante solo verlo, su pelaje era de tonos grises, que lo hacía parecer aún más temible, pero no era necesario, solo con mirar sus colmillos sobresalientes, de los cuales escurría una gran cantidad de saliva, uno temblaba de miedo, esto le daba un apariencia de hambre, cómo si estuviera a punto de cazar a su presa.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora