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Revisó cuidadosamente la nota, asegurándose de que lo escrito en ella fuera correcto, evitando errores en un futuro. 

Sin dejar de escribir, hizo una serie de preguntas, esperando que la otra persona respondiera con sinceridad, de esa forma podía darle un mejor pronóstico de su situación actual.

—¿T...te sigue doliendo?— preguntó con calma, cerrando los ojos por unos segundos.

—Sí, un poco— la otra persona respondió, haciendo una pausa entré cada palabra.

—¿La inflamación bajó desde la última vez?

—Mucho, ahora está del tamaño normal— hizo un leve movimiento de su brazo, tomando su hombro para mitigar la molestia. —También regresó la movilidad, ya puedo hacer cosas básicas.

Anotó todo lo dicho sobre el papel, dejando un espacio para rellenarlo después. Dejó la pluma sobre la mesa, inclinándose hacia la derecha, abriendo el cajón para sacar una caja blanca, de ella obtuvo un pequeño bote azul, que en su interior contenían píldoras.

—Esto te ayudará a aliviar el dolor— dijo, entregando un par de pastillas al otro, alzando el rostro para volver a ver al alfa frente a él, quien lo miraba con bastante atención.

—Gracias— sonrió grandemente, se trataba de un alfa que apenas si tenía un año siendo parte de la organización, era joven, su complexión no era tan marcada y robusta como la de un adulto totalmente desarrollado.

—No puedes cargar mucho peso, ni tampoco hacer movimientos bruscos— se levantó con calma, acercándose hasta él para revisar el vendaje, pero no sé dio cuenta de la reacción del alfa al acotar su cercanía. —Será mejor que descanses por una semana más.

—Pero tengo que regresar a mi entrenamiento— exclamó, agitando su brazo sano para demostrar su inconformidad.

—No pasará nada si faltas, estoy seguro de que te darán el permiso— repuso, tocando con cuidado la parte lastimada de su hombro. 

—No lo creo, el Shatei al mando de mi escuadrón es muy estricto— no era del todo cierto, en realidad, temía retrasarse en su entrenamiento, quedando por debajo de sus compañeros.

Hace una semana, el chico se había metido en una pelea contra otra organización, lo que lo llevó a dislocarse el hombro. Para su suerte, no se fracturó, o tendrían que emplear medidas mayores para su cuidado y recuperación.

—No importa, pri...primero tienes que cuidar tu salud— volvió a vendar correctamente la parte de la articulación, asegurándose de que el movimiento fuera casi nulo. —De es...esa forma aprenderás a no meterte en peleas. 

—Como diga— suspiró, resignado a las órdenes que le daba Azumi.

—Bueno, ya pu...puedes irte— dio media vuelta para guardar todos los materiales que ocupó.

El alfa se levantó, dando un par de pasos hacia atrás antes de detenerse en la entrada del consultorio, esperando a que el omega lo mirara.

Se dio cuenta de las acciones del alfa, así que decidió caminar hacia él para saber qué era lo que ocurría —¿Pa...pasa algo? 

El alfa era más alto que Azumi, pero ante su presencia demostraban obediencia, agachando la mirada por los nervios, frotando su mano contra la tela de su pantalón, limpiando el sudor que no paraba de emanar de su piel.

—Yo, bueno, quería saber si usted...— tragó duro, mirando a todos lados excepto al omega.

Observó el cambio en su postura, así como pudo notar el ligero aroma que delataba su nerviosismo, haciendo que se preocupara por su salud.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora