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—Hola, cuánto tiempo sin verte.

Sus pasos eran fuertes y delicados, el tacón de sus zapatos chocaba contra el piso, provocando un ruido seco.

Ambos omegas se quedaron rígidos en su lugar sin mover un solo músculo, no sabían qué hacer o decir. La llegada de la mujer era muy inesperada para todos los presentes, incluso los caninos ladearon su cabeza por la confusión de la persona desconocida que se dirigía hacia ellos.

—¿Qué es lo que hace aquí?— murmuró dejando su vaso de vidrio sobre la mesa, no esperando una respuesta.

—No lo sé Jóven, no mencionó el motivo de su vista cuando llegó— el beta se inclinó para informarle lo sucedido al menor.

Alek solo asintió, mientras en su cabeza creaba una buena excusa para evitar a la alfa. No es que no le agradara, solo que no era cercano a ella como para mantener una conversación de más de cinco minutos, era amiga de Alexandra no suya.

Una brillante sonrisa se extendió por el rostro impecable de la mujer, resaltando sus finas facciones.

—¡Hola!— saludo frenéticamente con su mano. —Realmente me alegro de verte, a ambos, de hecho.

La alfa pasó su vista rápidamente en Azumi antes de caer en Alek.

—H...hola Señoría Ge...Georgia— se levantó de su asiento para reverenciar educadamente a la alfa. —¿Cómo se enc...encuentra?

Cómo continuamente lo hacía, la alfa sonrió ante la educación del omega. Siempre le pareció atractivo, no solo por su educación, tenía facciones hermosas y era inteligente, pero no era su tipo, además, lo que le dijo Alexander hace un par de años es que ya tenía una pareja, y aunque no fuera del todo formal, no tenía oportunidad con él, por lo que desechó la idea enseguida.

—Si me dis...disculpan, tengo que seguir con mis de...deberes en el consultorio— sin esperar a que reaccionaran, dio media vuelta y salió a paso apresurados, sintiendo la penetrante mirada del omega sobre su espalda.

Alek no le quitó los ojos de encima. No esperaba que lo abandonara tan precipitadamente ante está situación.

'¡Qué traidor!'

—¿Cómo has estado?— la voz femenina lo sacó de su estupor, concentrándose ahora en los ojos verdes y el cabello oscuro.

—Disculpe señorita Georgia a que...

—Georgia— interrumpió las palabras del omega.

—¿Perdón?— parpadeó un par de veces, procesando lo que había escuchado.

—Solo llámame Georgia, no hay necesidad de tanta formalidad— tomó asiento en dónde se encontraba Azumi antes, cruzando una de sus largas piernas sobre la otra.

No le pareció extraño, la personalidad de la alfa era demasiado extrovertida, podía entrar en confianza fácilmente con las personas. Algo imposible para Alek.

—S...sí, Georgia, ¿a qué se debe su visita?— soltó, no le importaba sonar de un modo tan descortés. —Lamento informarle que Alexander no se encuentra por el momento.

—Lo sé — sin previo aviso, tomó el vaso sobrante, sirviendo un poco de jugo que después llevó a su boca, dando un sorbo. —Sé que está en un viaje de negocios.

—Oh, entonces Alexander le mencionó su dichoso viaje— arqueó una de sus cejas

—No del todo, solo me dijo que no estaría en casa por unos días— la sonrisa de la alfa no dejaba de adornar su cara.

Alek frunció el ceño levemente, casi imperceptible para los demás, excepto por el beta que seguía a su lado.

Le pareció extraño que la alfa supiera el paradero de Alexander cuando este no le hizo saber nada al respecto. Sin contar que el alfa le dijo que mantuvo discreción en cuanto a su salida de Japón, de esa manera evitaría sorpresas inesperadas, dudaba que Alexander le ocultará las cosas a él.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora