Alek siempre a cumplido su trabajo de manera exitosa, ¿Pero que pasara cunado el líder de unos de los clanes mas poderosos de la mafia se atraviesa en su camino?
Recientemente se habían presenciado diversas manifestaciones y protestas en contra de la Yakuza por parte de otros grupos minoritarios qué demandaban sus territorios y sus rutas comerciales en las zonas periféricas de Tokio y Kobe.
Por lo que Alexander ahora tenía que estar batallando en controlar las manifestaciones, así como movilizar a sus Shatei para que estuvieran al pendiente de las acciones de los otros grupos. De igual manera mandó a sus únicos Kyodai a vigilar cuidadosamente a cada uno de los clanes pertenecientes a la Yakuza, ya que no sería raro que alguno de ellos estuviera involucrado.
Había estado toda la noche fuera buscando información de quién y cuáles eran las verdaderas intenciones de la persona tras el embrollo, pero no encontró mucha información al respecto, solo agotó su tiempo y ensució de carmesí otro de sus trajes.
Al regresar a la residencia principal eran aproximadamente las cinco de la mañana. Tenía que arreglar unos asuntos, pero ahora de la empresa, por lo que sólo descansaría un rato y tomaría una ligera ducha para retirarse al trabajo nuevamente.
Ordenó a sus hombres que descansaran por el momento, luego podrían retomar sus labores una vez que amaneciera.
Recorrió los pasillos meditando cómo debía lidiar con los recientes incidentes, pero al pasar por una de las habitaciones notó el dulce aroma de las feromonas de frambuesa con chocolate que tanto le gustaban y sabía perfectamente que provenían del omega testarudo qué le gustaba aún más que sus feromonas.
Dudó un poco antes de tocar la puerta para ver si seguía despierto, pero no hubo respuesta alguna, se iba retirar, pero su curiosidad fue mayor, quería saber si el omega estaba cómodo con su estancia -era una clara excusa para verlo- abrió cuidadosamente la puerta para evitar hacer ruido, asomó la cabeza para visualizar al omega, pero para su sorpresa este no se encontraba en la cama, provocando que la expresión del alfa fuera más seria.
Entró a la habitación evitando hacer ruido. Buscó con la mirada para ver si había señales del omega, pensó que tal vez había ido al baño, pero la cama estaba completamente intacta.
—Mmh.
Escuchó un suspiro proveniente de la sala de estar. Giró sobre sus talones lentamente y su visita cayó sobre la persona recostada sobre el sofá, sin duda alguna era el omega.
Se acercó a pasos lentos y cautelosos hacia él. Admiró detenidamente cada fracción en el rostro del chico, levantó su pulgar y acarició suavemente su mejilla levemente roja por el frío. Notó que el omega temblaba un poco, así que pensó levantarlo y llevarlo a la cama, pero temía que se despertara, así que solo tomó una cobija y lo cubrió adecuadamente.
Se quedó allí un par de minutos más mientras se embelesaba con la divertida posición en la que descansaba Alek. Después se acercó un poco hacia él y atrevidamente depositó un suave beso en su mejilla, por último terminó de esparcir más feromonas en el lugar.
Cuando se dirigía hacía las salidas, su visión cayó sobre una de las mesitas de noche. Sobre ella se hallaba un trozo de tela roja, el cual reconoció enseguida y sabía que se trataba de la bufanda desgastada que el omega siempre portaba. La razón por la cual siempre la llevaba no era clara para él, pero sabía que era importante para Alek, solo que en esas condiciones era imposible usarla.
Dejó de pensar en la respuesta y mejor decidió salir antes de que Alek despertara, ya que no quería interrumpir su sueño tan tranquilo.
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