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Las manos de Alexander comenzaron a rodear el área alrededor de las caderas de Alek, de esta forma, reafirmaba su agarre evitando que el omega se tambaleara mientras se movía de arriba abajo sobre él.

Al principio, sus movimientos fueron lentos y torpes, no sabía cómo hacerlo, pero después de algunos intentos, comenzó a marcar un ritmo rápido y constante, dejando que el miembro del alfa entrara y saliera de él una y otra vez.

—Ngh.

Al escuchar el gemido salir de su boca, el alfa lo tomó con más fuerza y dobló un poco sus piernas para atraer al omega hacia enfrente, profundizando sus estocadas.

Al sentir al alfa más adentro, lo miró con recelo, regañandolo por sus acciones, pero al contrario, el alfa solo lo veía con más deseo, a lo que de inmediato Alek evitó la mirada lujuriosa del alfa, volteando sus ojos hacia otro lado que no fuera su atractivo rostro.

Sus mejillas se sonrojaron por la inmensa vergüenza que sentía. Odiaba esta posición por la forma en la que se sentía expuesto, dejando a plena vista todo su cuerpo desnudo, así como le apenaba tener que tomar la iniciativa de moverse por sí solo sin que el alfa lo guiara.

Sin embargo, el placer que sentía era mayor. El pene del alfa llegaba más profundo, que incluso, sin darse cuenta colocó una de sus manos sobre la parte plana de su propio abdomen, en la cual pudo sentir el palpitar del miembro desde dentro.

Al ver tal acción, la virilidad de Alexander aumentó, expandiendo su tamaño sobre las calientes paredes internas del omega. Lo sujetó bien y comenzó a embestir desde abajo.

—¡Ah! N...no pue...— puso sus manos sobre el firme pecho del alfa, evitando que se cayera.

—Aguanta un poco más cariño, ¿Ppedes hacerlo?

No respondió en absoluto. Poco después se acostumbró al nuevo ritmo, combinando los movimientos de sus caderas con los de alfa, produciendo un sonido vergonzoso pero placentero para su oído.

—Maldita sea, estás tan apretado— sus dientes rechinaron, soportando la intensidad eléctrica que recorría su cuerpo. —Tu interior está jodidamente caliente, tu ajugero me está succionando tan bien.

-—Ca...cállate.

No soportaba escucharlo hablar de esa forma tan... sucia y vulgar, solo hacía que su rubor se expandiera hasta sus orejas y nuca.

La sonrisa de alfa se hizo más grande, le encantaba molestar la omega, sobre todo cuando estaban en este tipo de situaciones. Por alguna razón, las expresiones que hacía al evadirlo lo excitaban más que de costumbre.

Dicho esto, comenzó a elevar su estocadas, dando en el punto justo dónde al omega le encantaba.

—¡Ngh!— fue golpeado sin piedad una y otra vez en su punto dulce, causando que los dedos de su pies se doblaran por el goce tan exuberante. —Más rá...rápido.

—Como órdenes, cariño.

Aumentó la velocidad de su ataques, enmancillando su cuerpo la veces que quiso. Estaba llegando a su límite, y por la cara que ponía el omega, sabía que él igual.

—A...alexander ¡Ngh!— de su boca caía la saliva acumulada por el placer, dejándose llevar cuando un fuerte golpe fue suficiente para dejarlo aturdido.

—Carajo— al escuchar su nombre ser pronunciado por sus labios, no pudo resistirlo más y soltó las últimas embestidas, dejando su esencia dentro del otro, al igual que sus roncos gemidos salían de lo profundo de su garganta.

Su vista se nubló debido al placer, su espalda se curvó, echando su cabeza hacia atrás soltando el líquido blanquecino sobre el abdomen de ambos.

Se desplomó sobre el pecho del alfa empapado de las lágrimas salientes de sus ojos, dejando que lo llenara con su esencia. La falta de oxígeno provocó que su respiración se volviera errática.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora