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Era viernes por la noche, el club nocturno estaba lleno de gente que se concentraba en la pista de baile ubicada en medio del lugar, las luces de colores y la música a todo volumen provocan un ambiente más divertido y fiestero.

En una de las esquinas del club se encontraba la zona VIP, donde solo gente con dinero, principalmente alfas, pagaban por tener uno de los mejores lugares con vista a la mayor parte del lugar, donde se podían apreciar los bellos omegas que movían sus caderas al compás de la música al mismo tiempo que lanzaban miradas seductoras hacia los alfas mejor parecidos -y con dinero, claro está-.

Aunque había algunas excepciones, algunos omegas iban acompañados de sus parejas y amigos, otros solo buscaban pasar un buen rato divertido bailando y bebiendo unos cuantos tragos, por último están aquellos que no disfrutaban del baile y mucho menos de la compañía de algún estupido alfa, así que solo se posaban en uno de los taburetes de la barra de bebidas con su trago en la mano y mala cara, criticando a los omegas y maldiciendo a cada alfa que se le acercara.

Claramente este último era Alek.

No estaba allí porque quisiera, tenía trabajo que hacer y su objetivo era uno de esos alfas asquerosos que se encontraban en la zona VIP, viendo cual de los lindos omegas se llevaría a la cama esa noche.

Solo tenía que vigilarlo y cuando el alfa se encontrara con la guardia baja acabaría con él, eso era lo fácil, lo difícil era apartarlo de sus guardaespaldas, así que Alek no le quitaba los ojos de encima.

Alek tenía una margarita en sus manos, era alguien quien disfrutaba de una buena bebida, pero la que se encontraba bebiendo en estos momentos no era una de sus favoritas, solo la ordeno porque era de las más baratas que había en el menú, y no porque no tuviera dinero para algo más, si no que prefería gastarlos en cosas más importantes, no en alcohol; además prefería no estar del todo sobrio en esos instantes, no le gustaban ese tipo de ambientes tan ruidosos.

Sumandole que le disgustaba como los alfas veían con lujuria a los omegas y éstos mismos les seguían el juego. Ser un omega era difícil, solo te veían como una máquina para dar bebés, y si a eso le sumabas los estereotipos que tenían hacia ellos junto con las conductas como las que veía en estos momentos, eso complicaba más las cosas para los que querían ser vistos como iguales ante la sociedad, es por eso que se molestaba tanto.

La voz de alguien lo sacó de sus pensamientos sociales, giró hacia la persona que le hablaba, era un alfa no tan guapo como demostraba su aparente ego.

—¿Y bien?— preguntó el alfa.

—¿Bien qué?— contestó el omega con cierta confusión en su rostro. —¿Qué quieres?

—Ja, ja— soltó una risita burlona el alfa.

'Este idiota, ¿de quién cree que se esta burlando?' Pensó el omega con el seño aún mas frunsido.

—Te comentaba, si habría la posibilidad de invitarte un trago— soltó el alfa con un aire excéntrico. —Y tal vez después podamos pasar el rato en otro lado más... tranquilo—.

Con esas palabras Alek sabía hacia dónde se dirigían las intenciones del alfa, se quedó observando por unos segundos. El alfa estaba a punto de hablar cuando escuchó.

—No, vete a la mierda— bramó el omega.

El alfa se sorprendió con la agresiva respuesta del lindo omega. —Vamos cariño, no seas tímido.

'Cariño, ¡¿cómo se atrevía a llamarlo así?! La única persona que lo hacía era su abuela' No pudo soportarlo más y contestó con agresividad. —Ya te dije que no, y no vuelvas a llamarme así o te partiré la cara.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora