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La sangre le hervía, el calor de su piel aumentaba con cada segundo que pasaba, sus ojos ardían como el fuego al mirar tal escena frente a él, aunque odiaba presenciar el acto, le era imposible despejar su atención de ellos.

Si pudiera, se arrancaría los ojos con sus propias manos, pero aunque obligara a su lobo a dejarlo pasar, no conseguía que los efectos provocados por dicho suceso siguieran creciendo.

Molestia, enfado e incluso odio son emociones que emergen de él en este momento, pero no conocía con exactitud el significado de todas estas afecciones dentro suyo.

¿Envidia? No, era más que una simple antipatía ante ello, ¿fastidio?, sí, le desagradaba bastante, pero tampoco era la palabra que buscaba para describir el sentimiento en concreto que hacía que su alfa soltara una cantidad indeseable de feromonas.

"Maldita sea" las maldiciones no salían de su boca, pero sus pensamientos estaban llenos de cientos de palabras ofensivas e injuriosas "¿Qué carajo hace con ella?" 

Era una distancia considerable, pero estaba seguro que el omega podía sentir su penetrante mirada clavada sobre su nuca, o al menos ese era el efecto que quería conseguir su alfa.

Con muchas ansias, deseaba que se alejara de allí lo más pronto posible, sino, su alfa tomaría el control de de su acciones y lo arrastraría hasta el otro extremo de la residencia si era posible.

No comprendía el porqué de su reacción, pero quería convencerse a sí mismo que era meramente un acto de prevención, no para el omega, para el clan en específico.

Eso es lo que quería créer, pero su alfa era más honesto que él.

Cruzó sus brazos sobre su pecho que subía y bajaba continuamente, manteniendo una respiración pesada por la ira contenida dentro. Se recargó en la pared, esperando pacientemente el momento en que el omega se alejara de allí, o por lo menos que mantuviera un distancia en la cual su boca no estuviera tan pegada al rostro de la alfa.

Podía predecir un sin fin de respuestas lógicas ante una situaciones como está, pero lo único que le pasaba por la mente era el hecho de que el omega empezara a rodearse de feromonas que no eran las suyas.

Observó con detenimiento como el omega se alzaba sobre las puntas de sus pies, para poder estar a la altura del rostro de la alfa. Al principio pensó que la besaría, a lo que dio un paso hacia el frente para llegar hasta ellos, pero se detuvo cuando los labios del omega se movieron rápidamente, susurrando palabras hacia el oído de la alfa.

La cara de Georgia hizo un gesto de desconcierto, pero fue lo suficientemente fugaz para que él se diera cuenta, o tal vez sí, pero lo que menos le importaba ahora era lo que sentía ella.

Miró a la alfa que sacudió su melena castaña, liberando con el movimiento las feromonas que quedaban atrapadas a su alrededor. Sonrió con alegría hacia el omega, antes de caer en cuenta de su presencia a unos metros de ellos, borrando la sonrisa de su cara y cambiándola por una más seria pero divertida.

Georgia estiró su mano agitándola con energía para saludarlo como era su costumbre. Antes de encaminarse hacia él, posó su mano en el hombro del omega en forma de agradecimiento.

Se controló todo lo que pudo, pero ver su mano tocando el cuerpo del omega era otra de las cosas que no podía soportar.

"No lo toques".

—¡Hola!, Tetsu, ¿cómo estás? —en menos de lo que esperó, la alfa ya estaba a unos pasos de él, sonriendo y gritando como habitualmente lo hacía, irradiando júbilo con cada acción que ejecutaba.

—Mm —contestó a regaña dientes, fulminando con la mirada a Natsu, que seguía los pasos de la alfa dócilmente—. ¿Qué necesitas?

Georgia ignoró las feromonas agrias de Tetsu, o más bien, pasaron desapercibidas para ella al notar el ambiente tenso que se sentía dentro de la residencia.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora