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—Entonces... ¿tú y el Oyabun lo hicieron?

Frunció su entrecejo por la molestia que sintió al escuchar esas palabras. Al mismo tiempo que su piel comenzó a tornarse de un color rosa, al parecer, bastante común en él últimamente.

—¡Aki! esas cosas no se preguntan— regañó la omega de ojos marrones, sacudiendo las manos para demostrar más su inconformidad. Volteó a ver al omega sentado sobre el sillón, junto con los dos perros que se encontraban uno a cada lado de él, mirándolo de arriba a abajo, escaneandolo por completo. —Pero... ¿te gustó?

La curiosidad de las chicas era tanta, que no podían evitar sus preguntas fuera de lugar, intentando recabar la mayor información posible, además, querían verificar ciertas cosas que algunas vez escucharon por los pasillos de la residencia.

—¿¡Quien dijo que pasó algo entre yo y ese alfa!?— espetó con fuerza, demostrando su inconformidad.

Ambas omegas parpadearon por la confusión, sin saber qué decir. ¿No era la razón por la cuál el omega y Su Señor no durmieron en la residencia la noche anterior? ¿Qué otra cosa podría ser? Sus dudas estaban vagando por sus mentes, al igual que sus rostros expresaban su dilema.

Alek, solo las observaba con los brazos cruzados sobre sus pecho, esperando alguna otra pregunta que se negaría a responder. ¿Desde cuándo era tanta la confianza para que se atrevieran a cuestionar sus actividades nocturnas con el alfa?

Al ver la escena tan... ¿extraña? Natsu solo rodó los ojos como siempre, esperando a que cualquiera de las omegas hiciera otra de sus raras preguntas.

—¿En verdad no pasó nada?— volvió a hablar Aki, siendo la más curiosa de todos los presentes.

Alek se limitó a no contestar, girando su cabeza hacia otro lado que no fueran las chicas alrededor de él.

—¿Qué no es obvio?— dijo monótonamente, mirando al omega desde arriba. —Apesta a las feromonas del Oyabun, sin contar que tiene marcas rojas— señaló la curvatura debajo de su mandíbula.

Inmediatamente Alek llevó sus manos hacia su cuello, cubriendo las manchas que lo delataron en seguida, ¿cómo pudo olvidar cubrirse? Pero aunque lo hubiera hecho, los parches que le daba Azumi para esconder su cicatriz no eran suficientes, no podría esconder el resto de ellas.

—Oh, tienes razón, cómo no me dí cuenta antes— celebró Aki después de admirar los restos que dejaban en evidencia al omega. —¿Fue bueno?

—Tuvo que ser bueno, se trata del Oyabun, es un alfa dominante, además, se dice que es complaciente con sus parejas— respondió Hera sin restricciones.

—¿Cómo lo sabés?— esta vez el que preguntó fue Alek.

A pesar de saber que lo alfas eran prácticamente talentosos cuando se trataba de sexo, no era del todo cierto, e incluso se podía decir que era un mito. Muy pocos alfas podían controlar sus instintos debido a la gran excitación que se producía a la hora de llevar a cabo el acto, por lo que su prioridad era saciar sus necesidades sin procurar la de sus parejas, siendo una experiencia poco satisfactoria para los omegas o betas, así que encontrar un alfa que pueda controlarse y saciar a su acompañante no era muy común.

—Mmm... bueno eso— la chica no sabía cómo explicar aquello sin ganarse una mirada fulminante del omega.

—¡Ay! Solo dile— se quejó Natsu, lidiar con personas tan escandalosas no le agradaba para nada.

—Está bien, está bien— comenzó a decir Aki, agitando las manos para no enfurecer a Natsu y desesperar a Alek. —Pues como sabes ya, el Oyabun ha tenido diversas... compañías.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora