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La carga de aromas era imponente, poco soportable para cualquiera a su alrededor, ya que activaba cada uno de sus instintos por naturaleza, buscando saciar su dolor con placer, persiguiendo el aroma dulce proveniente de algún omega, siempre fue así, bajar la intensidad de su Rut con la presencia de la casta opuesta. Pero esta vez era diferente, no quería un compañero con quien saciar su hambre, quería a un omega en particular, uno por el cual su alfa aullaba y su corazón anhela.

Su problema radica en el no poder estar con su omega. Si bien no había día que dejara de pensar en él, respetaba sus deducciones, así como conocía sus miedos e inseguridades, no lo obligaría a nada que no quisiera. La última que lo intentaron sufrió mucho, por lo que ahora evitaría causarle cualquier dolor.

Es por eso que decidió pasar su Rut en el hotel. El celo de los alfa no era muy duradero, en menos de un día podría volver a casa junto a él, pero por ahora evitaría su presencia, no creía poder detenerse si lo tuviera cerca.

Dejó caer su cuerpo sobre el largo sillón, su mente divagaba para evitar pensar en el omega. Tomaría unos supresores para calmar el dolor que sentía, evitando que su libido crezca, pero era casi imposible, no dejaba de pensar en él, e incluso juraba que el olor dulce a frambuesas se encontraba cerca.

—Estoy alucinando, ¿qué tan mal me tienes como para pensar todo el tiempo en ti?

Llevó sus manos hasta su corbata aflojando el nudo de esta para poder sentir más libertad a la hora de respirar. Su intención era aclarar su mente pero en verdad que el olor seguía presente, evitando cumplir su cometido.

Se levantó de su lugar, dirigiéndose a la barra donde se encontraban sus supresores. Tomó un vaso de Whisky, pero antes de que pudiera ingerir cualquier cosa un ruido detuvo sus acciones.

*Toc, toc*

Alguien llamaba a la puerta. Esto le molestó, le había ordenado a sus hombres que no dejaran pasar a nadie dentro de los límites del piso donde se alojaba, pero al parecer no fue así.

Ignoró por completo los golpes de la puerta, concentrándose nuevamente en lo que estaba haciendo anteriormente. Pero segundos después las voces fuera del lugar se hicieron más fuertes, dejó todo a un lado para ir a ver qué era lo que pasaba, planeando correr del lugar a cualquiera que interrumpiera de nuevo.

Al acercarse más sintió como el estado de ánimo de su lobo cambiaba, ahora emocionado por alguna razón. No le dio importancia, tomó la manija de la puerta y abrió despacio hasta que sus ojos fueron tan grandes por la inesperada visita.

Alek estaba firmemente parado sobre la entrada, cruzando los brazos sobre su pecho, sus ceño estaba fruncido, dejando salir inconscientemente su aroma.

Ahí cayó en cuenta que no estaba alucinado, los aromas antes percibidos eran reales, es por eso que su lobo estaba inquieto, sabía de la presencia tan cercana del omega.

Pero no podía permitir que sucediera, no aún, no era el momento adecuado.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué haces aquí?

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