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—Pensé que no te darías cuenta.

Cruzó los brazos sobre su pecho, indignado. ¿Por qué? Solo tenía que escabullirse hasta donde se encontraban ambas personas, esconderse y escuchar atentamente la conversación para después, alejarse de allí sin ningún inconveniente, desgraciadamente eso no sucedió, pues su plan no era exactamente ser descubierto por el alfa.

Enseguida se dio cuenta de que Alexander lo miraba con considerable diversión en sus ojos. Se lamentaba por haber tenido una pésima idea, pero reconsiderando todo lo que había pasado en las últimas horas era la mejor opción que tenía, quería estar al tanto de todo lo que pasara entre el alfa y la anciana, vaya sorpresa que se llevó cuando a mitad de la plática él era el centro de todo.

Aunque en parte, agradecía poder escuchar toda la conversación de hace unos minutos, de esta forma podía entender mejor las intenciones de la anciana, queriendo que Alexander empezara a pensar en el futuro del Clan sin que él mismo estuviera de acuerdo. De igual manera se dio cuenta de la firme oposición del alfa, conociéndolo y por lo que le dijo la anciana Chiyo, él no se dejaría manipular por nadie.

—¿Escuchaste todo?

Por fin el alfa habló, rompiendo el largo silencio que se había formado. Alek levantó la cabeza, fijando sus ojos en los del alfa.

—S...sí, casi todo— no era mentira, había llegado a media plática, pero fue suficiente para escuchar las palabras que su corazón no quería oirlas por miedo, por lo menos no por ahora.

El alfa se dio cuenta enseguida de las preocupaciones del omega, no era un secreto que pudiera leer muy bien las actitudes e intensiones de las personas, sin contar que al ser el omega, siempre ponía más empeño en descubrir lo que le incomodaba y poder abordarlo de la mejor manera, está vez no era excepción.

Dio unos pasos más hacia él cautelosamente, sus feromonas eran leves pero su olor de angustia se notaba.

—Entonces sabes las intenciones de mi abuela— dijo mientras acortaba más la distancia entre ellos.

—Quiere que te cases y des un heredero— su voz era baja, pero no emitía ningún tipo de molestia o felicidad, tan neutral como pudo. —¿Qué harás?

—¿No lo escuchaste ya?— el alfa tomó una de las manos del omega para envolverla con la suya. —No pienso hacer caso a su propuesta, lo haré a mi manera.

Alek seguía sin saber cómo reaccionar. Una parte de él quería decirle que lo hiciera, que el alfa debía mantener su posición estable, y para eso debía tomar a un omega que le pudiera dar hijos.

En cambio, tanto su lobo interior como la otra parte de su conciencia negaban esa idea. Él debería quedarse con el alfa, no podía permitir que otro omega que no fuera él estuviera junto a el alfa, nadie más podía tener un acercamiento tan íntimo como el que tenían ambos, y más después de todo lo que le costó poder aceptar sus sentimientos por el hombre frente a él.

¿Qué debía hacer? No tenía idea de lo que eran por el momento. Tenían una relación, pero no sabía de qué tipo. ¿Y si solo era pasajero? ¿Qué tal si el alfa conseguía un omega más adecuado que él? El no podía darle hijos, era claro que buscaría a alguien más para ese papel, además, no pensaba compartirlo como si de un Harem se tratase, no no no, se negaba rotundamente a tal idea, era un asc...

—Hey... ¿estás bien?— el alfa enseguida notó el cambio de olor en las feromonas, esta vez eran más ansiosos, dándose cuenta de que algo pasaba por la mente del omega. —¿En qué estás pensando?

El omega percibió el toque cada vez más presente del alfa, de la misma forma que sus feromonas comenzaron a llegar hasta sus fosas nasales, apaciguando su lobo interior.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora