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El ambiente se volvió pesado e incómodo, nadie sabía qué hacer o cómo reaccionar. Jamás se imaginaron un escenario como este, dónde el Oyabun saldría herido y menos por acción de un omega. Según la reglas de la Yakuza tenían que castigar al culpable de la agresión, el problema es que tenían prohibido tocar al causante de todo esto, Alek.

Se levantó rápidamente del suelo después de salir de su estupor. Sacudió sus ropas empolvadas pensando en si debería de seguir al omega para que le diera una explicación adecuada sobre sus acciones.

Pero cuando estaba a punto de ir tras de él, visualizó a una figura delgada y alta que corría hacia él con notoria preocupación, sin duda era Georgia. Fue allí cuando supo que la alfa tenía algo que ver con el reciente atentado que sufrió.

—¿Te encuentras bien? Ese chico sí que tiene una fuerza increíble, ¿no?— mencionó la alfa mientras se aseguraba de que Alexander no tuviera heridas.

—¿Qué fue lo que le dijiste?— preguntó seriamente el alfa.

—Yo no hice nada— contestó rápidamente. —Solo mencioné que quería disculparme contigo por lo de ayer.

—¿Lo de ayer?— cuestionó el alfa.

—Sí, con Emma— repuso la chica.

Al escuchar ese nombre, su lobo interior gruñó, algo no andaba bien y presentía que tenía que ver con esa omega.

—¡Carajo Georgia!— espetó casi gritando

—M...Mi Señor, me disculpo— de repente Yoshio se puso de rodillas con la cabeza gacha por el claro error que había cometido. —Fui yo quien mencionó su relación con la señorita Emma.

Ahora el alfa es el que estaba furioso. Fulminó con una mirada a la alfa que se encontraba sobre el suelo. Sus feromonas empezaron a salir tan rápido que en un instante todo el lugar se sumió en miedo por el olor tan imponente que los hacía temblar.

—¿Qué fue lo que le mencionaste exactamente?— dijo entre dientes para no perder la cordura.

—Y...yo comente que usted y la señorita Emma tenían un... un romance— dijo tartamudeando, esperando que su castigo no fuera tan severo.

El rostro de Alexander oscureció por esa declaración. Aparentemente había sido muy descuidado con sus pasados encuentros sexuales y eso le trajo consecuencias severas no solo para él mismo, si no para el omega que tanto ambicionaba.

Antes de perder por completo los estribos, respiró un par de veces para lograr tranquilizarse tanto a él como a su lobo interior que estaba a punto de hacerse presente. Echó una mirada rápida a su alrededor, notando así a las omegas presentes que temblaban por causa de sus feromonas, al igual que los alfas intentaban luchar contra ellas, lo cual era imposible.

—Después hablaremos de tu sanción— dirigió sus palabras hacia la alfa. —Largo

Antes de darse la vuelta para ir en busca del omega, obligó a todos a marcharse con una mirada. No solo lideraba un Clan también tenía que ver por el bienestar de su personal, y si seguían un segundo más allí, no aseguraba que salieran ilesos.

Siguió el rastro de las feromonas dulces que despedía el omega para llegar hasta donde se encontraba, para su sorpresa estas llegaban hasta la habitación donde se hospeda el omega por el momento.

Al estar frente a la puerta, su nariz se frunció por la intensidad de las feromonas, eran más de lo normal, lo que indicaba que el omega estaba más que molesto.

*Toc, Toc, Toc*

Llamó a la puerta para anunciar su presencia, pero no hubo respuesta alguna.

*Toc, Toc, Toc*

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora