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—Primero tiene que hacer una cadeneta y sobre esa se realizan aproximadamente otras cien cadenetas más, eso depende del largo que quiera la bufanda, ¿ha pensado cuál será el tamaño?— preguntó mientras extendía ambas manos mostrando una longitud posible— Después solo tiene que ir haciendo un punto alto en cada cadeneta en la primera vuelta, para después solo terminar con un punto bajo o también puede hacerlo colocando un punto alto en vez de bajo en las siguientes vueltas, todo eso hasta terminar con el grosor deseado de la bufanda. Fácil ¿no cree?— la anciana terminó por decir mientras ponía sobre las manos del contrario una madeja de estambre rojo, un estuche de ganchillos y marcadores, al igual que unas pequeñas tijeras.

La mente del alfa estaba en blanco debido a que no había entendido nada de lo que la anciana le había explicado. Tenía el ceño fruncido y su mirada estaba sobre la bola de estambre, aunque las palabras de la beta fueron sencillas, al alfa le costaba procesarlas, así que decido intentar realizar su primera cadeneta, pero al momento de ajustarla con el ganchillo esta se soltó convirtiéndose nuevamente en un fragmento más del estambre. Al parecer tejer una simple bufanda sería una tarea más difícil de lo que creía.

Al ver la cara de enfado y decepción del alfa, la anciana suspiró profundamente mientras pensaba si esto era una buena idea. ¿Cómo se le había ocurrido tal cosa al alfa? ¿No podía solo comprar una bufanda en una de esas tiendas costosas que frecuentaba? o podía pedir a una de sus sirvientes que realizara la bufanda, apuesto a que ninguno se negaría ¿pero por qué la insistencia?

Viendo como el alfa intentaba nuevamente realizar el nudo corredizo con suma precisión, la anciana demostró una pequeña sonrisa en su rostro al observar que éste estaba por lograrlo, pero está de cayó cuando vio al más alto fallar de nuevo, provocando que la beta chocara su mano contra su cara en modo de decepción.

—Mi señor, ¿en serio quiere hacer esto? Puedo hacer que alguien lo haga por usted— preguntó de manera directa.

—No— respondió tajante. —Lo haré yo mismo, solo necesito que me explique nuevamente el procedimiento.

Al ver lo decidido que estaba, la beta no podía hacer nada más que volver a explicar cada paso nuevamente, pero está vez lo hizo con más paciencia y lentitud, para que el alfa lograra entender.

Antes de iniciar con la descripción de los pasos, suspiró profundamente para buscar toda la paciencia que necesitaría. —Bien, primero tome esto— puso sobre las manos del alfa un pedazo del estambre y en la otra colocó el gancho.

—Tiene que pasar el hilo sobre el otro manteniendo libre el centro el gancho y ajustar hasta que el nudo corredizo quede listo— le mostró lentamente como hacerlo y lo repitió una vez más, luego observó como el alfa lo hacía con un poco de dificultad pero logrando el amarre con éxito.

—Si, así está bien— la voz de la anciana sonó alegre por el triunfo del alfa.

Las expresiones faciales del alfa eran las mismas de siempre, gélidas, pero en sus profundos ojos se apreciaba un brillo de alegría y orgullo ante sus recientes acciones triunfales.

—Ahora va la primera cadeneta— indicó la beta mostrando los pasos siguientes. —Sólo tiene que pasar el hilo por debajo del gancho y cuando lo tenga jalarlo por el nudo que ya tenía antes, ¿ya ve?

Alexander copió cada movimiento que había realizado la anciana hasta obtener una cadeneta.

—Muy bien, ahora solo hay que repetir los paso hasta tener el largo que quiere.

—Y eso cuánto es?— preguntó Alexander después de señalar el largo que quería, para esto tomó en cuenta lo que media la bufanda del omega que ahora estaba destruida.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora