34

3K 270 73
                                    

Las lágrimas que se acumulaban en el borde de sus ojos, amenazando con desbordarse y caer por sus mejillas. Sus manos se aferraron con fuerza a la delgada tela, tratando de contener sus emociones, no era bueno para él y tampoco para el alfa exponerse a tal situación tan repentina.

El dedo pulgar del otro se extendió hasta su lagrimal, secando sus ojos, evitando que cayera en llanto

—No llores, solo serán un par de días— rozó sus labios con el dorso de su mano.

—L...lo se, pero...— intentó retener sus mocos, pero le fue difícil. Esto era tan repentino que no podía procesarlo tan a la ligera.

Le costaba mucho alejarse de su alfa. Aunque su lazo era estable, tenían apenas un par de semanas juntos como para separarse, sin contar que se acababa de adaptar a su presencia, compartiendo todo con él, desde una simple comida, hasta la misma casa, como un buen matrimonio.

—Te prometo que cuando regrese, procuraré pasar más tiempo contigo, ¿de acuerdo?— nuevamente besó su mejilla, soltando sus feromonas para tranquilizarlo un poco.

Sabía que no era del todo cierto, las labores en el Clan aumentaron desde el accidente, pero le parecía un gesto tan tierno que su alfa se preocupara por él.

—S...sí — sonrió, disfrutando del aroma del alfa. La esencia del pino le provocaba una enorme paz interior, calmando la ansiedad de su lobo.

Sin dudarlo, unos brazos se enrollaron alrededor del cuerpo más delgado, envolviéndolo en un cálido abrazo, mientras el omega recargaba sus cabeza en el pecho del más alto, dejando que su larga trenza rozara con su nariz, provocando un cosquilleo.

—Kazuma, ¿estás listo?

Detrás de ellos, la gruesa voz se hizo presente. Al girarse, ambos vieron a Tetsu con una sonrisa en sus ojos, la bula era clara.

—Sí, ya voy— el alfa respondió, luego hizo una seña para que se alejara, quería pasar sus últimos minutos junto a su omega a solas —Iré enseguida.

Tetsu se fue después de avisarle, odiaba el tipo de afecto que se daba entre ellos, demasiado meloso para su gusto, o tal vez, solo necesitaba la persona adecuada para demostrar el afecto que tanto despreciaba. Existían omegas muy llamativos en el Clan, pero solo uno que otro llamaban su atención, era solo que no quería estar rodeado de embrollos amorosos, no era como Kazuma.

—Si te sientes solo, puedes hacerle compañía a Alek, probablemente se aburrirá encerrado aquí sin el Oyabun— dijo sin separarse del omega.

—Mmm— asintió, se enteró de la decisión del Oyabun por parte de las Oirans, de antemano, sabía que Alek se molestaría por la limitación de su libertad, pero en verdad le parecía buena opción para evitar una tragedia.

El alfa fue el primero en romper el abrazo, aunque no quería, tenía que hacerlo de algún modo, no sin antes besarlo de nuevo. Esperaba regresar lo más pronto posible y estar junto a él. —Me tengo que ir.

Azumi suspiró, acompañando a la salida a su alfa. Caminaron por los pasillos hasta visualizar a la gente reunida alrededor de una figura alta y atlética.

Del otro lado, se encontraba un omega con mala cara, y un alfa poco dispuesto a alejarse de él.

De inmediato, todos a su alrededor se alejaron a una distancia prudente, dando espacio para que ambos hablarán.

Alexander no dejaba de mirar los rasgos delicados y sombríos del omega. Guardaba la esperanza de que cambiará de opinión y decidiera ir con él, pero al parecer, solo era más que un sueño.

En vista de su postura, el alfa no tenía de otra que despedirse del omega, por lo que llamó a su mayordomo principal, el cual tenía una caja de madera en sus manos, el tamaño no era grande ni pequeño, justo para guardar cualquier tipo de cosas, por lo que Alek no pudo adivinar que era.

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora