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—Sigo esperrando una rrespuesta.
—Y yo ya le he dicho que solo estamos nosotros. Mi compañero necesita ayuda o morirá, déjenos asistirle.
—Rrespuesta equivocada.

Yash, que así se hacía llamar el señor, y sus compinches, habían ordenado que todos se pusieran de rodillas y los marines habían tenido que obedecer sin rechistar. Elena también había tenido que contestar algunas preguntas pero el pelirrojo no se la creía del todo, y estaba en lo correcto porque, en efecto, la teniente estaba mintiendo, pero aunque hubiera estado diciendo la verdad, tampoco habría cambiado mucho la situación en la que se encontraban. Sin embargo, esto le importaba bien poco a la muchacha, quién tenía prácticamente toda su atención puesta en Taro, que seguía tendido en el suelo sin moverse e iba palideciendo por momentos.

—Como veo que no habrarran, los mandarremos a ros carabozos a verr si ahí rrefrexionan mejorr. —Le decía Yash a uno de sus subordinados.
—Sí, señor.

Los marines fueron obligados a levantarse y a caminar en silencio hacia dentro del edificio, siendo apuntados con rifles y pistolas en todo momento. Dos de los compañeros de Yash se habían acercado a Taro y lo habían cogido cada uno de un brazo y habían comenzado a arrastrarlo por el suelo con muy poca delicadeza, cosa que había enfurecido más a Elena.

—Serrá mejorr que guarrdes sirencio y te comporrtes si no quierres que tu amigo acabe desangrrado, señorrita. —La había amenazado Yash. La pelirrosa le había lanzado una mirada asesina pero mantuvo la boca cerrada mientras ella también comenzaba a caminar observando como arrastraban a su compañero delante de ella, tiñendo la blanca nieve de rojo a su paso.













—Con cuidado, eso es. —Penguin estaba ayudando a Ikkaku a pasar por la ventana del cuartel lo más silenciosamente posible.
—Gracias. —La joven soltó la mano que el pirata le había extendido y le sonrió brevemente antes de girarse para ver como su padre flotaba a escasos centímetros de la ventana antes de que consiguiera agarrarse y entrar con ayuda de Alai y Fionn.
—Ya estoy mayor para estas cosas. —Dijo entre gruñidos mientras se incorporaba una vez sus pies volvieron a tocar el suelo.
—Te viste bien, papá. —Dan le sonrió a su hija por sus modestas palabras.
—Tan bien como un pato mareado. —Karen había aparecido de la nada sentada en el bordillo de la ventana, una pequeña brisa aún la rodeaba haciendo que su pelo se moviera ligeramente. Dan chasqueó la lengua provocando que la estratega soltara una sonrisa de oreja a oreja, iba a seguir molestando al hombre cuando Law se adelantó.
—Karen. —El capitán de los Hearts se acercó a ella. —¿Todo bien? —La muchacha puso los ojos en blanco pero le contestó afirmativamente mientras pegaba un pequeño brinco hacia el interior del edificio, quedándose de pie junto a él.
—Subir a once personas me cuesta muchísimo menos de lo que te piensas.
—Perder fuerzas y desmayarte con una contusión en la cabeza también cuesta muchísimo menos de lo que piensas. —Le contestó de forma imperturbable.
—Uggh, ¿todos los médicos sois iguales?
—¿Qué?
—Suenas igual que Marco. —La pelinegra hizo una pausa. —Pero más gruñón.
—Quizás sonamos igual porque nos toca lidiar con una paciente problemática.
—No sé de qué me hablas.
—Muy bien tortolitos, basta de cháchara. —Dan se había metido en la conversación y se cruzaba de brazos esperando al próximo movimiento. —¿Ahora qué? —Ambos pelinegros habían puesto cara de asco por el comentario pero habían decidido ignorarlo.
—Detrás de esta puerta hay un pasillo, no hay nadie al menos en esta zona así que podremos avanzar e intentar buscar unas escaleras y comenzar a bajar.

Antes de que Karen subiera a los Hearts y al grupo de Dan con sus poderes, había ido ella a inspeccionar los alrededores, convirtiéndose en aire para que nadie la viera. Se encontraban ahora en una habitación que, presumían, ya no era ocupada por nadie, todo estaba lleno de polvo y los muebles estaban viejos y rotos. La puerta de la habitación daba a un pasillo que se veía también como si nadie hubiera pasado por esa parte del edificio durante bastante tiempo, todo estaba lleno de polvo y suciedad y el suelo crujía al pisar.
Raiden se asomaba ahora mismo por la puerta.

El destino no existe (Law x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora