—¿Por qué tarda tanto? —Aki estaba junto al resto de sus nakamas en la cubierta del submarino, pasando su mirada de la puerta a su capitán y de su capitán a la puerta. Law estaba dando golpecitos en el suelo con el pie de brazos cruzados, molesto porque cierta pelinegra aún no había llegado.
—Anoche le dejé bien claro que se levantara temprano para que ayudara. —Decía el cirujano apretándose el puente de la nariz. El hombre cerró los ojos, intentando tranquilizarse. —Que alguien vaya a buscarla.
—Ya voy yo. —El chico rubio se despegó de la pared y se metió dentro del submarino recorriendo los fríos pasillos hasta llegar a la habitación de la chica. Aki tocó varias veces la puerta pero no hubo contestación alguna.—Karen, voy a entrar. —Este esperó unos segundos por si recibía algún tipo de amenaza de parte de su amiga pero siguió sin oír nada y sin esperar mucho más abrió la puerta y entró. El joven pirata echó un vistazo por la estancia y sus ojos se posaron en la cama donde Karen seguía durmiendo tranquilamente, el chico se acercó y zarandeó el hombro de su amiga.
—Karen, despierta.
La pelinegra siguió durmiendo.
—Karen.
Aún nada.
—Kaaaaaareeeen.
La estratega ni siquiera dio señales de mover los párpados. Aki suspiró, dándose cuenta de que así no conseguiría nada.
—Eres un caso perdido.
El muchacho puso los brazos en jarras, pensando en cómo podría despertar a la estratega antes de que a su capitán se le acabara la poca paciencia que le quedaba y fuera él mismo a sacarla de la cama. Justo cuando estaba a punto de darse por vencido y dejar que fuera Law quien la despertara, una idea se le cruzó por la cabeza. Aki se quedó mirando a Karen, que seguía durmiendo plácidamente y no pudo evitar sonreír maliciosamente. Era el momento de la venganza.
Aki se volvió a acercar a la chica, estirando sus brazos a cada lado de esta para comenzar a hacerle cosquillas en sus costados. Al principio no pasó nada pero después de unos segundos la chica frunció el ceño en sueños y comenzó a moverse hasta que por fin abrió los ojos.
—Pff jajaja, A...Aki jajaja, para. —Ya del todo despierta, Karen se retorcía intentando escapar de las manos del chico, este siguió unos segundos más hasta que decidió que ya había sido suficiente, observando como la estratega se incorporaba y se limpiaba una pequeña lágrima que le había salido al reírse.
—Te estamos esperando fuera, hemos emergido para limpiar el submarino. El capitán está enfadado. —La chica bostezó.
—¿Qué hora es?
—Las seis y media.
—¿Eeeh? Aún es temprano. —Karen se dejó caer en la cama de nuevo y se hubiera dormido si Aki no la hubiera cogido del brazo para sacarla fuera de esta.
—Karen, vístete y sal a la cubierta o el capitán nos matará a los dos. —Esta suspiró pero se levantó.
—Aye aye... ya voy.
—Te hablo en serio, el capitán se toma muy en serio la limpieza. Ven rápido. —Aki le echó una última mirada amenazante antes de salir de la habitación.Quince minutos más tarde Karen salía a la cubierta bostezando, encogiéndose dentro de la sudadera gris que se había puesto hacía apenas cinco minutos al notar el frío aire matutino. Law la miró irritado.
—Llegas tarde.
—Lo siento, anoche me acosté tarde. —Le respondió la chica, estirándose.
—Por eso te dije que...
—Aye aye, ya sé lo que me dijiste. —Karen le interrumpió mientras caminaba hacia la barandilla y se apoyaba en esta. —¿Y bien? ¿De qué va todo esto? —El cirujano reprimió las ganas de tirarla por la borda.
—Cada dos meses limpiamos a fondo el Polar Tang y miramos también si necesita alguna reparación. —Le explicó Law.
—¿Polar Tang?
—Es el nombre del submarino.
—Oh.
—Como iba diciendo, hoy limpiaremos entre todos el submarino y para eso cada uno se ocupará de una sala. Quitando las habitaciones y la lavandería nos queda la cocina y el comedor, la sala de entrenamiento, la enfermería y el quirófano, la sala de control y la sala de calderas.
—Yo me ocuparé de la cocina. —Dijo Raiden.
—Y yo del comedor. —Siguió Aki.
—Yo de la sala de control, capitán. —Contestó Bepo.
—Nosotros de la sala de calderas. —Dijeron Sachi y Penguin a la vez. Law asintió y miró a Karen.
—¿Supongo que me toca la sala de entrenamiento? —Preguntó la chica.
—Sí, yo me ocuparé de la enfermería y el quirófano pero necesitaré ayuda. ¿Puedes venir a ayudarme cuando acabes? —La chica asintió. —Bien, cuando acabéis hay que limpiar el exterior del submarino así que manos a la obra.
—¡Osu!
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El destino no existe (Law x Lectora)
FanfictionMovida por la venganza, cierta pelinegra deja su tripulación para ir en busca del pirata que había roto la norma más importante de todas: matar a un nakama. En su viaje se encuentra con el Cirujano de la Muerte, Trafalgar Law, con el que viajará un...