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La mañana había llegado rápidamente y Bepo había emergido el submarino para aprovechar los primeros rayos de sol, Law había decidido salir a cubierta a coger un poco de aire, algunos de sus nakamas estaban ahí también pero nadie le molestó mientras caminaba hacia la barandilla y se apoyaba en esta mirando a algún punto fijo en el horizonte.

El capitán de los Hearts estaba molesto consigo mismo, desde aquella noche en la piscina del Resort no había podido parar de pensar en Karen, aunque más bien, no paraba de pensar en lo que había estado a punto de hacer. En su interior todo estaba patas arriba y no entendía muy bien en qué momento comenzó a cogerle cariño a la muchacha. Ambos pelinegros parecían estar desde el minuto uno tirando y aflojando una cuerda, eran como el perro y el gato, como un lobo y un tigre, calculando los movimientos del otro, molestándose mutuamente día tras día, pero, en el fondo, Law sabía que podía confiar en Karen, que podía confiarle su vida a la pelinegra como si esta fuera una más de la tripulación, aún solo conociéndose de algo más de un mes, el cirujano no dudaría ni un segundo en poner su vida en juego por ella. Y es que en el corto tiempo que llevaban viajando juntos habían pasado infinidad de cosas, habían pasado por situaciones difíciles casi semanalmente. Esa era la vida de un pirata al fin y al cabo. Pero no solo las situaciones de vida o muerte habían unido a ambos piratas, también habían sido las risas, las bromas, los pequeños momentos que pasaban a solas, las historias compartidas. Todo había comenzado con un trato y, ahora, Law se preguntaba que qué pasaría cuándo ambas partes de este se hubieran cumplido, ¿seguiría viendo a la chica? Lo cierto era que se sentía cómodo con ella en el submarino, si la chica se iba sentiría como si algo vital dejara de funcionar. El cirujano no paraba de darle vueltas y más vueltas a todo lo relacionado con ella, ¿qué le estaba pasando?

—¡Capitán! —Fue Raiden quien cortó abruptamente los pensamientos del cirujano, el cocinero, que había permanecido callado en la cubierta oteando el horizonte con unos prismáticos, ahora señalaba a algo en la distancia. Law, al igual que Sachi y Penguin que también estaban presentes, siguieron la dirección a la que señalaba el chico y vieron una figura que se desdibujaba a una buena distancia. Law se acercó a su nakama y le pidió los prismáticos a este. El cirujano miraba ceñudo a la persona que había atisbado en el horizonte, esta estaba acostada en lo que parecía una pequeña embarcación, pero desde esa distancia no podía estar seguro de quién podría ser y mucho menos si representaba o no una amenaza para él y su tripulación.
—Sachi, Penguin, —el capitán de los Hearts apartó la vista de los prismáticos pero siguió mirando al frente. —id a decirle a Bepo que se acerque y al resto que suba inmediatamente, pero no molestéis a Karen aún.
—¡Aye capitán!











Karen se despertó de repente cuando escuchó el escándalo que venía de los pasillos del submarino, la chica gruñó por lo bajo y se incorporó en la cama para darse cuenta de que estaba sola en su habitación y de que Law no se encontraba en ninguna parte. La pelinegra no pudo evitar acordarse de la noche anterior y de cómo el cirujano se había abierto con ella al menos un poco, se sonrojó y se dejó caer de nuevo en la cama mientras se tapaba la cara con su almohada y, se hubiera dejado dormir de nuevo si no hubiera escuchado otra vez a los chicos correr por los pasillos y gritándose los unos a los otros por sus nombres para que subieran a cubierta rápido.   

—De verdad, ¿es que una no puede dormir hasta tarde ni un solo día en este submarino? —La estratega se levantó de la cama y se dirigió al baño para cambiarse rápidamente, menos de diez minutos después se encontraba caminando por los pasillos del Polar Tang en dirección a la cubierta.

La estratega abrió la puerta que daba a la cubierta con mala cara, estaba teniendo un sueño bastante agradable que puede que incluyera o no una enorme fuente de chocolate y de un momento para otro la habían interrumpido justo en el mejor momento.
La chica dio un rápido vistazo a su alrededor y vio que todos los chicos estaban apoyados en la barandilla mirando hacia el mar.

El destino no existe (Law x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora