Uni había vuelto a la mañana siguiente con varios de sus hombres para traerles el desayuno a los Hearts y Karen, que se habían despertado hacía apenas media hora. Los guardias habían dejado las bandejas de comida en una de las camas antes de irse, dejando solo a Uni con los piratas, que habían empezado a comer tranquilamente.—¿Cómo habéis pasado la noche?
—Bien, gracias otra vez Uni-ya. —Le contestó el cirujano.
—No hay problema, no podía dejaros ahí en mitad de la noche con la que estaba cayendo.
—¿No te hemos causado problemas? Metiste a extraños en el castillo, al fin y al cabo. —Habló esta vez Karen, que no le había dado ni un bocado a su desayuno aún.
—Oh no, si os soy sincero nunca he tenido problemas desde que trabajo aquí. Los reyes me tienen en alta estima, siempre les he mostrado respeto, hago lo que me ordenan sin rechistar y como consecuencia, confían plenamente en mí. —Les explicó, tamborileando sus dedos en la empuñadura de su espada despreocupadamente.
—Debes ser muy bueno en tu trabajo, entonces.
—Lo hago lo mejor que puedo. Eso me recuerda... He informado a Sus Majestades que estabais aquí... y os he podido conseguir una audiencia, pero no os puedo prometer que consigáis lo que habéis venido a buscar, sea lo que sea.
—Que nos hayas conseguido una audiencia es más que suficiente, gracias Uni-ya. —Volvió a hablar Law.
—Bien. En ese caso dejaré que terminéis de desayunar, os esperaré abajo. —Dijo antes de volver a salir, dejándoles un poco de intimidad.
—Recordad que no podemos decir en ningún momento que somos piratas. —Les dijo el pelinegro a sus nakamas una vez estuvo seguro de que nadie los escuchaba. —Si todo sale bien saldremos de aquí mañana, quizás esta tarde si tenemos suerte.
—¿Cómo creéis que serán los reyes? Nunca he visto a uno. —Comentó Clione, llevándose una uva a la boca.
—Pues teniendo en cuenta lo que sabemos, probablemente no sean unos que quieras conocer. —Le respondió Raiden, haciendo que su amigo casi se atragantara con la fruta.
—No... no pueden ser tan malos... ¿verdad? O... o al menos no con extranjeros como nosotros...
—No creo que a esa gente le importe si somos de aquí o no, de hecho podrían matarnos perfectamente y a nadie le importaría.
—Pe... pero...
—Solo tengamos cuidado.
—Sí... ¿Tú que opinas, Karen? Has estado muy callada desde que llegamos.
—Solo dejemos hablar a Law, Raiden tiene razón, tenemos que ser cuidadosos, intentemos mantener un perfil bajo para variar. —La chica, que estaba apoyada en la pared de brazos cruzados se acercó a una de las camas, sentándose mientras miraba a los chicos. —Me hubiera gustado quedarme aquí viendo que mi cara está por todos lados, pero hacerlo sería más sospechoso aún... así que recemos para que Law esté en lo cierto y podamos irnos antes de mañana.
—Bueno, ¿qué tal si pensamos en esas cosas a medida que vayan pasando? Por ahora solo acabemos de desayunar, nos están esperando. —Intervino Aki, notando que el ambiente en la habitación se había tensado un poco.
—¡No lo digas dos veces! —Gritó Penguin, engullendo su desayuno.
—¿No comes Karen-san? —Preguntó Sachi, dándole un mordisco a la tostada que tenía en las manos, percatándose de que su amiga seguía sin tocar la comida.
—No tengo hambre, podéis comeros mi parte. —Le contestó la muchacha, acercándole la bandeja al chico, quien sonrió y le dio las gracias antes de compartir la comida con Penguin. Law le lanzó una mirada, pero decidió pasarlo por alto esta vez.Después de desayunar los chicos bajaron por las mismas escaleras de piedra por las que habían subido la noche anterior, llegando hasta la puerta de madera y abriéndola, encontrándose con los rayos de un agradable sol que los deslumbró repentinamente al salir. Uni los esperaba a un lado apoyado en la pared, tatareando algo, parando cuando vio que habían bajado.
—Seguidme por aquí. —Les dijo, comenzando a caminar.
Ahora que era de día, los chicos podían apreciar mejor los jardines por los que habían caminado la noche anterior, el césped seguía un poco húmedo después de la intensa lluvia que había caído, llenando todo el lugar del olor a hierba mojada que se mezclaba con el intenso olor de las flores que había, que se trataban sobre todo de margaritas y violetas típicas de las islas de otoño, aunque también había muchas otras que Karen no supo identificar, aunque Clione parecía estar encantado, nombrando cada una de ellas a medida que pasaban por delante.
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El destino no existe (Law x Lectora)
FanfictionMovida por la venganza, cierta pelinegra deja su tripulación para ir en busca del pirata que había roto la norma más importante de todas: matar a un nakama. En su viaje se encuentra con el Cirujano de la Muerte, Trafalgar Law, con el que viajará un...