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—Y ese es el plan. —Karen y Law habían vuelto al submarino y ahora se encontraban en el comedor de este, todos los Hearts estaban presentes, escuchando atentamente las palabras de su amiga.
—No sé Karen-san, ¿seguro que es buena idea? —Preguntaba Penguin.

La pelinegra acababa de contarles al resto lo que había pasado durante la mañana; su encuentro con el viejo Hisao y lo que este le había contado, lo que Law y ella habían visto al llegar a la villa y el pequeño cambio de planes que habían acordado, aunque quizás acordado no era la mejor de las palabras, pero eso era secundario.

—Confiad en mi. —Karen estaba de pie apoyada en el mostrador mientras el resto estaban sentados alrededor de la mesa.
—¿Y cómo piensas conseguir los uniformes de los marines? —Interrumpió Law, que había escuchado en silencio mientras enumeraba todas las posibles cosas que podían salir mal. Karen sonrió.
—Me alegro que lo preguntes, Law.










La tripulación de los Hearts caminaba de nuevo por la villa principal de isla Hana, Karen liderando al grupo, intentando pasar lo más desapercibidos posible, procuraron ir por las calles menos transitadas y escondiéndose de los pocos marines que aún caminaban por los alrededores.

Law iba justo detrás de la pelinegra, cargando él mismo su nodachi, preparado por si debían enzarzarse en una pelea, cosa muy probable teniendo en cuenta los planes de Karen. Si era totalmente sincero, no estaba muy de acuerdo con la idea de quedarse más tiempo de lo estrictamente necesario en la isla y mucho menos de estar caminando por las calles de esta en esos precisos momentos. La estratega le había contado la situación de la isla y también había visto con sus propios ojos lo que había hecho la capitana de la Marina y, por eso mismo, no quería poner en peligro a su tripulación y perder tiempo intentando solucionar las vidas de gente que no conocía de nada. Por muy egoísta que eso sonara. Pero eran piratas al fin y al cabo. ¿Qué esperaban de ellos? Nada. O al menos nada bueno. Por eso se sorprendió y se molestó a partes iguales cuando Karen había insistido bastante en quedarse ahí y ayudar, amenazando con tirar a la basura el trato que habían hecho. Era un miembro de la tripulación de Shirohige por el amor de Dios, la cuarta comandante, de hecho, ¿cómo es que un pirata con tanto renombre como ella era capaz de desviarse de su camino para ayudar a unos extraños?

Portgas D. Karen era una mujer muy interesante, sin duda.

Trafalgar Law fue sacado de sus pensamientos cuando, al girar en una esquina, la chica paró abruptamente, haciendo que casi chocara con ella.

—¿Por qué te paras? —Karen no le contestó, demasiado ocupada en mirar a algo, o más bien alguien, a unos metros por delante de ellos. 
—¡Ojichan! —Llamó la pelinegra desde donde estaba, llamando la atención de un anciano que parecía haber estado andando a paso rápido hacia algún lugar.

El anciano se giró hacia la voz y vio a la muchacha y al resto medio escondidos en un callejón. Este se acercó hacia ellos, mirando a su alrededor para cerciorarse de que nadie los había visto.

—Hola Karen-chan, qué alegría ver que estás bien. —La chica le sonrió.
—¡Hai! Te dije que no había nada de qué preocuparse. —Hisao le sonrió de vuelta.
—Tenías razón, y por lo veo también encontraste a tus amigos. —El anciano levantó la vista, observando al extraño grupo de hombres que acompañaban a la joven. ¿Eso que veía era un oso? 
—Así es, os presentaré rápidamente.

Karen hizo una rápidas introducciones, aunque Hisao solo parecía haberse centrado en Bepo, ya que no había apartado la mirada de él después de que este se presentara.

—El oso puede hablar...
—Lo siento... —Se disculpó Bepo bajando la cabeza.
—Ojichan. —Llamó Karen. El hombre dejó de mirar al oso, centrándose en ella. —Les he contado a los chicos lo que tú me dijiste, además, antes Law y yo hemos visto algo horrible en el pueblo, como la capitana Aika usaba sus poderes con un pobre hombre.
—Sí... me han contado lo que pasó, siento mucho que hayáis tenido que ver eso. —Karen negó con la cabeza.  
—No te preocupes. Gracias a eso hemos decidido ayudaros, ayudaremos a los habitantes de esta isla a deshacerse de los marines.
—¿Có...cómo? Pero Karen-chan, es muy peligroso, os agradezco las buenas intenciones, pero no podría pediros algo así.
—Siento decirte Hisao-ya, que Karen no te estaba pidiendo permiso. —Law intervino en la conversación, ajustándose la nodachi sobre el hombro. —Una vez Karen ha decidido algo es imposible hacerla cambiar de opinión, así que hará lo que quiera con o sin ayuda. —El anciano miró al cirujano antes de bajar la vista hacia la estratega, que tenía una sonrisa de oreja a oreja.
—Necesitaremos un poco de tu ayuda también, ojichan. —Volvió a hablar la pelinegra. —¿Podemos contar con tu ayuda o no?

El destino no existe (Law x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora