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—Necesito ayuda. —Karen había aparecido en la cubierta del submarino de nuevo, esta vez, cargando a la niña entre sus brazos.
—¿Una niña? —Preguntó Ikkaku, sorprendida al ver que sí que había habido alguien en la barca.
—Sí. —Karen bajó su mirada hacia la carita de esta, que estaba de un preocupante tono rojo, no sabía si por la fiebre o porque el sol la había quemado tras estar tanto tiempo a la deriva. —Está en estado crítico. ¿Habéis llamado a Law? —Preguntó justo antes de que se abriera la puerta, dejando ver al capitán de los Hearts seguido por Raiden, que lo había ido a buscar.
—¿Qué está pasando aquí? —Preguntó el primero.
—Law. —Este dirigió su atención hacia la chica que lo había llamado, frunciendo el ceño al ver que llevaba algo, a alguien, en brazos. —Estaba en una barca en medio de la nada, sigue viva pero tiene mucha fiebre y respira con dificultad.

En otras circunstancias, Law se habría enfadado por dejar pasar a una persona ajena a la tripulación al Polar Tang, además, llevaba un par de días de un humor extraño, solo tenía en mente llegar a la isla y encontrar la fruta del diablo que tanto había estado buscando, pero esto era una excepción, en cuanto el cirujano vio a la malherida niña en brazos de la estratega, su cara cambió completamente, levantando la mano y comenzando a crear un Room bajo su palma.

—Cuidad del submarino, sumergidnos si hace falta... y estad atentos, quizás necesite vuestra ayuda. —Ordenó a su tripulación antes de desaparecer de la cubierta junto con Karen y su nueva paciente, apareciendo en la enfermería segundos después. —Déjala en la camilla. —Le pidió esta vez a la pelinegra, no queriendo perder más el tiempo y poniéndose manos a la obra, yéndose a lavar las manos y cogiendo su fonendoscopio mientras Karen hacía lo que le había pedido, dejando a la niña con delicadeza en la camilla más cercana.

El capitán de los Hearts se acercó a la camilla, colocándose bien el instrumento médico y comenzando a auscultar a su pequeña paciente, Karen había tenido razón, seguía viva pero respiraba de una forma extraña y, además, tenía tanta fiebre que el calor emanaba de su cuerpo. Law se quitó el fonendoscopio, colgándoselo del cuello antes de comenzar a revisarle la piel en busca de algún signo de deshidratación, levantándole las mangas de su camisa. El pelinegro se paró al subirle la primera manga al ver que todo su brazo estaba cubierto por cicatrices de cortes irregulares, unas más viejas que otras, el hombre levantó la vista, encontrándose con que Karen también se había dado cuenta de la horrible escena.

—Por Dios... —Susurró esta, horrorizada al ver que su otro brazo estaba igual.
—Parece que son cortes hechos por alguien, es casi imposible que todo esto se lo haya hecho ella sola. —Explicó el capitán, levantando con gentileza sus pequeños brazos y revisándolos mejor.
—¿Quién le haría algo así a una niña? —Preguntó la joven más para sí que para que Law le contestara. 
—En todo caso, todas estas cicatrices tienen ya bastante tiempo, las más recientes quizás tengan un mes... —Explicó mientras dejaba los brazos sobre la camilla de nuevo, bajándole las mangas para cubrirlos. —Me preocupa más el corte de su mejilla... es profundo y además está infectado, pero lo más importante es que está deshidratada y la fiebre se la está comiendo, está bastante débil. —Law hablaba mientras comenzaba a preparar un suero y una via, queriendo tratar a la niña lo más rápido posible, cada segundo que pasaba podía ser mortal.

Karen observaba todo sus movimientos desde el otro lado de la camilla, la verdad que ver trabajar al cirujano era bastante interesante, ni siquiera había usado su fruta del diablo aún, pero había sacado un diagnóstico en menos de cinco minutos, eso era puro talento y muchos años de estudio detrás. Era sorprendente.  

—¿Crees que se pondrá bien?
—No lo sé, pero haré todo lo que pueda, ya es todo un milagro que siga viva.

Law ya había colocado el portasueros al lado de la cama, colgando la bolsa con el líquido y revisando el cuenta gotas antes de ponerle la via en una de sus manitas y asegurarla con un par de gasas y cinta médica.

El destino no existe (Law x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora