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—¿Queda mucho...? —Se quejaban Sachi y Penguin, que caminaban casi al final del grupo, prácticamente arrastrando los pies.
—No lo sé. —Contestaba el capitán, comenzando a preocuparse él también, no porque estuviera cansado, pero sí porque llevaban horas caminando y el sendero no parecía acabar nunca, además, la noche comenzaba a caer.

Los Hearts llevaban caminando ya varias horas y lo que al principio había sido un ritmo ligero se había convertido en un paso mucho más lento y pesado. El nuevo sendero, si es que se podía llamar así, estaba repleto de hojas secas y ahora algo mojadas después de que una fina llovizna los pillara de imprevisto, haciendo que fuera más fácil resbalarse. El camino se había hecho tan complicado que incluso Karen había tenido que usar sus poderes en ayudar a los chicos para poder seguir avanzando.

—¿Deberíamos volver? —Preguntaba Clione a nadie en concreto.
—No tendría sentido, tardaríamos mucho en volver igualmente. —Le contestó Aki, que avanzaba a su lado.
—Huh... tienes razón. Ni siquiera podemos pararnos aquí, no tenemos nada con lo que pasar la noche.
—No hay más remedio que continuar, —Aki soltó una pequeña carcajada, intentando elevar el humor entre sus amigos —no es como si fuera la peor noche que hayamos tenido, ¿verdad?
—Verdad. —Le contestó Raiden sonriendo también, pillando las intensiones de su nakama. —¿Te acuerdas de aquella vez que nos perdimos en el desierto durante cuatro días?
—Aún tengo pesadillas con eso... —Contestó Bepo, recordando esos horribles cuatro días, Raiden se rió.
—Por las noches nos peleábamos para dormir con Bepo.
—¡Sí! ¿Y qué hay de aquella vez en esa selva tropical?
—Los mosquitos... —Habló Sachi desde detrás.
—Las serpientes... —Siguió Penguin.

Pronto todos comenzaron a reírse recordando viejas y no tan viejas anécdotas, incluso a Law se le escapó alguna que otra sonrisa.

—Por no hablar que desde que está Karen con nosotros está a punto de morir cada dos por tres. —Rió Aki. —He perdido la cuenta de todas las noches que me he quedado en vela pensando que no llegabas a la mañana siguiente. —El joven se giró a su amiga, que seguía en absoluto silencio, solo había abierto la boca un par de veces desde que habían emprendido la marcha desde la ciudadela. —¿Karen?
—¿Hmm? —Esta pareció salir de su ensoñación, levantando la vista brevemente.
—¿Estabas escuchando?
—Oh. Sí. —Su amigo arqueó una ceja, acercándose más a ella y aprovechando que el resto seguía hablando y riéndose para que no los escucharan.
—¿Estás bien? —Le susurró.
—Sí.
—¿Segura? ¿Estás cansada?
—Estoy bien, Aki. —La pelinegra le miró brevemente y le sonrió un poco antes de volver a mirar al frente y dejar caer su sonrisa. El joven pirata levantó la vista extrañado por el comportamiento de la muchacha, encontrándose con que su capitán ya le estaba observando, una mirada interrogante en su rostro que Aki solo pudo contestar encogiéndose de hombros.


La lluvia caía con más fuerza ahora, provocando que las risas que habían compartido se extinguieran, si antes el camino había resbalado ahora era una trampa perfecta para salir rodando montaña abajo, el agua se había acumulado tanto en algunas zonas que se habían hecho riachuelos que les pasaban entre los pies. Todos estaban empapados de pies a cabeza, sus zapatos llenos de barro y, aunque aún no era noche cerrada, se había oscurecido lo suficiente como para que no pudieran ver por dónde andaban con claridad, la lluvia dificultando también su visión, incluso una de las veces Karen había tenido que agarrar a Clione por la parte de atrás de su abrigo para evitar que este cayera por la ladera de un barranco. Law se estaba comenzando a replantear si quizás era mejor opción dar la vuelta, aprovechando la lluvia y sus poderes para recular y volver a la capital ya que tampoco tenían opción de pasar la noche en medio del camino. El capitán de los Hearts estuvo a punto de girarse para darles la noticia al resto cuando el sendero se enderezó abruptamente, dejando ver una conexión con un camino empedrado a unos metros más adelante, donde los árboles del bosque se acababan, unas farolas alumbrándolo tenuemente.

El destino no existe (Law x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora