-81-

646 75 9
                                    


Las orejas de Bepo se movieron dos milisegundos antes de que el techo sobre sus cabezas retumbara y comenzara a caer por fuera de las celdas.

—¿Pero qué...? —Elena se había acercado a la puerta de su calabozo a ver si conseguía oír algo, por debajo de esta aún entraba algo de polvo después del gran estruendo. —¿¡Estás bien Bepo!? ¿¡Y Taro!? —Gritó para que le oyeran desde el otro lado.
—¡Estamos bien! —Contestó el oso.
—¿¡Qué demonios ha sido eso!?
—Vaya... creo que me he pasado. —La pregunta de la teniente fue respondida por una voz que les resultó conocida. —Ups, había un camino secreto y lo he destrozado... bueno qué se le va a hacer.
—¿Karen? ¿Eres tú? —La pelinegra paró de sacudirse el polvo y levantó la vista hacia donde había escuchado a su amiga.
—¿Oh? ¡Elena! ¿Bepo? ¿Estás por aquí también?
—¡Karen-san!
—¡Por fin! No sabéis la de vueltas que he tenido que dar para encontraros. —La chica estiró una de sus manos y con una fuerte ráfaga de aire hizo que una de las puertas que había visto se abriera, dejando salir a la pelirrosa.
—Gracias. ¿Viniste sola?
—Más o menos, os pondré al día luego. —Dijo mientras se giraba y extendía de nuevo una mano para abrir esta vez la puerta de la celda donde se encontraba su peludo amigo. —¡Bepo! —La pelinegra entró rápidamente, sus ojos ya acostumbrados a la penumbra del lugar encontraron al oso enseguida, Karen no pudo evitar y salir corriendo hacia él, agachándose a su lado y abrazándole de inmediato. —¡Qué alegría verte! Siento mucho haber tardado tanto en venir a por ti.
—¡Karen-san! Yo también me alegro de verte. —Bepo le devolvió el abrazó a medias, ya que con su otra pata seguía taponando la herida de Taro. Karen se percató por fin de esto y se separó de su amigo para agacharse ahora junto al marine, Elena también se había acuclillado a su otro lado sumamente preocupada.
—¿Taro? —La pelirrosa agarró una de sus manos y la envolvió entre las suyas. El joven marine abrió los ojos levemente al oír a las recién llegadas. —Dios mío, ha perdido mucha sangre.
—Si el capitán estuviera aquí sabría lo que hacer. —Se lamentó el pirata de los Hearts. —Solo he conseguido taponar la herida para que dejara de sangrar. Lo siento.

La estratega estudió rápidamente la situación intentando formular un plan para salir de ahí. Por fin había encontrado a Bepo y también había solucionado el problema de los marines, por otro lado, Taro estaba gravemente herido. Por lo que le habían dicho sus compañeros, le habían disparado en el pecho provocando que perdiera una escandalosa cantidad de sangre. El chico estaba pálido y parecía que le costaba mantenerse despierto. Mala señal. Karen no creía que alguno de sus órganos vitales estuviera dañado pero estaba segura de que tenía al menos un par de costillas rotas al igual que importantes vasos sanguíneos de la zona y, además, deducía que la bala seguía dentro de su cuerpo, por lo que había que sacarla lo antes posible. La muchacha sabía perfectamente lo que tenía que hacer, ¿la parte mala? Ella no era médico y nunca había hecho algo así. ¿La buena? Quizás, quizás, Taro tendría oportunidad de sobrevivir.

—Hay que sacar la bala. —Dijo por fin.
—Pero no tenemos material quirúrgico Karen-san, ¿cómo vas a sacarla?
—Yo lo haré. 
—¿Huh? —Elena se la quedó mirando como si un alien acabara de bajar del cielo. —¿Estás segura de que es buena idea?
—No, pero si no se la quitamos será aún peor y no podemos esperar a encontrarnos con Law. —La teniente se quedó en silencio unos segundos, bajando la mirada hacia su compañero de nuevo.
—Está bien. Confío en ti.
—Genial. —La pelinegra cerró los ojos, concentrándose en encontrar la bala que se escondía dentro del cuerpo del hombre. Cuando por fin supo dónde estaba, se quitó los guantes y estiró las manos para colocarlas por encima del pecho de Taro, sin llegar a tocarlo. —Bepo, sigue presionando la herida hasta que te lo diga.
—Hai Karen-san.
—Taro-kun, esto te dolerá. Intentaré que sea lo menos posible pero vas a tener que aguantar.
—Ughh está bien... pero me vendría bien... un cigarro.
—Voy a empezar.

El destino no existe (Law x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora