DARRELL © [D #1]

Capítulo 9

Cassie

-No tengo ganas de oír tus sermones, Cassie -resopla-. Cállate -suspira dejándose caer en la cama.

-¡¿Cómo que no tienes ganas de oír mis sermones, Darrell?! -exclamo-. ¡¿Qué te ha hecho ese pobre chico?!

-Te estaba mirando mucho -se encoge de hombros mientras entrelaza los dedos detrás de la nuca.

Gruño furiosa y me veo obligada a respirar hondo para tranquilizarme. No voy a conseguir nada cabreándome, lo mejor que puede pasar es que él también se enfade y acabe contándole, de nuevo, mis penas a Kate. ¿Se habrá encontrado a Darrell en el Haines Hall?

Me siento en la cama y me miro las manos. Por ahora la universidad no está siendo muy emocionante que digamos. Estoy tan acostumbrada a las peleas de Darrell, que eso no le da emoción ninguna a mi vida. Al principio todo era diferente. Los primeros días me escapaba de casa y nos íbamos a saber Dios dónde en plena noche. Era celoso, pero no tanto. Sus celos, sus manías y sus paranoias fueron aumentando conforme nuestra relación avanzaba.

Y hace unos meses comenzaron sus comportamientos extraños.

De reojo veo cómo se incorpora y me aparta el pelo del cuello. Un escalofrío recorre mi columna vertebral de arriba abajo cuando noto sus labios sobre mi piel. Esta es una de esas veces en las que intenta evadir el tema con distracciones tan propias de él, como el sexo. Odio que utilice esto como arma arrojadiza, y odio picar en el anzuelo sabiendo cuál es su verdadero propósito.

-¿Por qué no nos relajamos un poco, Cass? -murmura contra mi cuello.

-Darrell, no...

-Venga, princesa.

Él cuela una mano bajo mi camiseta y acaricia mi vientre con suavidad mientras sus besos se desplazan hasta mi oreja y atrapa el lóbulo con los dientes. Cierro los ojos y respiro hondo antes de intentar apartarme de él. Esto tiene que cambiar, no podemos huir de nuestros problemas continuamente.

-No, no. Ven aquí -dice atrayéndome hacia su cuerpo.

-¡Darrell! -me quejo.

Sus labios vuelven a mi cuello y lo besa con suavidad, haciendo que su boca apenas roce mi piel, antes de darme un suave mordisco.

Me levanto con rapidez y me aparto de la cama para evitar las distracciones de Darrell. Hay que poner las cartas sobre la mesa, no podemos escondernos bajo ella y esperar a que todo haya pasado para salir de nuestro escondrijo.

-Tienes que dejar de hacer esto -me quejo exhausta.

-¿El qué? -Pregunta frunciendo el ceño-. ¿Tocarte?

-¡No, no! A ver, no me he explicado bien -suspiro-. Quiero decir que no podemos evitar nuestros problemas.

Darrell se levanta de la cama, pero se queda a una distancia prudencial.

-¿Quién está haciendo eso?

-¡Tú! Todo el rato -exclamo.

-Yo no evito nada -dice dando un paso hacia mí-. Eres tú la que evita las cosas. Nunca dices las cosas, siempre estás callada.

-¡No digo nada porque siempre te enfadas por cualquier tontería! ¡De hecho, ahora estás cabreado y seguro que no sabes ni por qué! -le acuso.

Cierra las manos en puños y tensa la mandíbula.

-¡Estoy enfadado porque eres una mentirosa! -Grita-. ¡Me estás acusando de huir de nuestros problemas y la única que hace eso eres tú! ¡Además me has empezado a gritar sin razón alguna!