Capítulo 45

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Darrell

-¡Darrell!

No pude levantar la mirada, mis ojos no podían dejar de observar los fragmentos de platos rotos que había en el suelo. Mi madre me dio una bofetada, que hizo que girara bruscamente a cara y la piel de mi mejilla comenzara a arder.

-¡Eres un inútil!

Me agaché rápidamente para recoger los trozos del suelo, pero su mano atrapó con demasiada fuerza i muñeca y me levantó de golpe.

-¡Nicole, ven a la cocina y recoge el desastre que ha formado tu hermano! -Su mano atrapó mi mentó y me obligó mirarla a aquellos ojos que destilaban ira en estado puro-. Sube al cuarto de baño.

Negué con la cabeza, sabiendo que ya había empezado a llorar.

-¡Sube ahora mismo!

Tras una bofetada, salí corriendo sin mirar atrás. Estuve a punto de caerme unas cuantas veces mientras corría escalera arriba. Durante una fracción de segundo la idea de saltar por la ventana y escaparme de allí pasó volando por mi cabeza, pero no podía dejar a Nicole sola... y ya escuchaba sus pisadas subiendo por las escaleras. Entré rápidamente en el baño, pero su mano se interpuso en mi camino cuando iba a cerrar la puerta con el pestillo.

-No vuelvas a hacer eso -dijo con cara de pocos amigos-. No vuelvas a huir de mí.

Estiró el brazo hasta que las yemas de sus dedos acariciaron mi mejilla y mis labios. Enterró los dedos en mi pelo y sonrío.

-Siempre fuiste un chico muy guapo, Darrell. Y seguro que dentro de unos años lo serás muchísimos más -murmuró acercándose a mí muy lentamente.

-Pedófila de mierda -mascullé con rabia entre lágrimas-. Eres una puta enferma, Theresa.

Se separó de golpe y volvió a estampar su mano en mi mejilla.

-¡¿Cómo que Theresa?! ¡Yo soy tu madre! -Me cogió por el cuello de la camiseta acercándome a sus labios. Giré la cabeza rápidamente haciendo una mueca de desagrados, pero su mano atrapó mi mentón para que la mirara-. Y mucho más que eso -susurró.

Tensé la mandíbula esperando aquel asqueroso y repugnante beso. Uno más. Pero gracias a Dios se separó de mí y cerró la puerta del baño con pestillo antes de abrir el grifo de la bañera.

≪No, eso no.≫

-Voy a enseñarte a respetarme -gruñó mientras la bañera se iba llenando de agua poco a poco.

-Jamás respetaré a una zorra. -Casi no me quedaba voz, pero aún me quedaban más lágrimas que derramar-. Ojalá Jack te hubiera matado en alguna de sus palizas cuando iba borracho.

Ahora no sólo veía ira en sus ojos, sino que también lágrimas. Jack. El que fue su esposo, al que quiso y permitió que abusara de ella cada día de su matrimonio. Era lo suficientemente masoquista como para pedirle otra paliza más. Lo retaba y él picaba sin saber que no era un castigo para ella. Pero él se cansó, se dedicó a follar con putas y se fugó con una tras divorciarse. Cosa que ella seguía sin superar.

Me encogí la espera de un ataque por su parte.

-¡Metete en la bañera! ¡AHORA! -gritó señalándola mientras seguía llorando de rabia e impotencia.

No me dio tiempo a hacer el primer movimiento, pues ella la me había agarrado por la camiseta y me empujó, dejándome caer dentro de la bañera. Solté un grito de dolor cuando mi cabeza chocó con el borde, haciéndome una brecha por la cual no dejaba de brotar sangre, tiñendo el agua. Posó ambas manos en mi pecho y me pegó al suelo de la bañera, privándome del aire por completo. Luchaba por salir a la superficie, desesperado por volver a coger aire, pero no podía. Mantenía mis brazos cruzados sobre el pecho, no podía liberarlos. Y no tardé en perder el sentido.

Abro los ojos de golpe y descruzo mis agarrotados brazos. No sé cuánto tiempo llevo así, pero me duele el pecho lo suficiente como para que respirar sea un esfuerzo. Un escalofrío me recorre de arriba abajo cuando una mano se posa en mi torso desnudo lleno de moratones. Giro la cabeza y me encuentro con los ojos de Cassie.

≪¿Habré gritado?≫

-¿Has tenido otra pesadilla? -pregunta.

Asiento mientras la observo fijamente en la penumbra, no debe quedar mucho para que amanezca.

-No has gritado -comenta apartándome el pelo de la frente-. Pero te has hecho más marcas.

-¿Por qué estás despierta a estas horas? -le pregunto con el ceño fruncido cuando miro la hora en el móvil.

No dice nada, tan sólo levanta una mano, dejándome distinguir entre las sombras las marcas de dedos que rodean su muñeca.

-Lo siento -le susurro incorporándome rápidamente y enciendo la luz para verle mejor las marcas.

Acaricio su mano mientras me siento como un jodido gilipollas. Seguro que le he hecho daño, ya están moradas y todo. Levanto la mirada para encontrarme con sus ojos y rompo el contacto visual cuando cierro los ojos al besar la amoratada piel de su muñeca. Sonrío cuando contiene la respiración y se le eriza la piel. Vuelvo a mirarla fijamente y deslizo una mano por su cintura. Ambos estamos sentados de rodillas en la cama, sin decir nada.

-Ayúdame a no tener pesadillas -le susurro, aunque realmente se lo estoy rogando.

Joder, la echo tanto de menos... Cascármela pensado en ella no es lo mismo que estar en su interior, no es lo mismo que tenerla bajo mi cuerpo, piel contra piel, y por supuesto que no es lo mismo si no siento cómo se estremece en mis brazos. Acaricio la suave y sonrojada piel de sus mejillas y voy acercándome muy lentamente a ella. Si pretende apartarme, es el momento. Pero no puedo contenerme las ganas de estampar mis labios contra los suyos para besarla con fuerza y disfrutar del dulce sabor de sus besos.

Nada más rozar la piel de su vientre suelta un pequeño gemido, que hace que se me ponga dura. Joder...

-Darrell... -jadea mientras desciendo los besos por su cuello- para.

Tan sólo de oír esa puta palabra me quedo congelado. Quiere que pare, no quiere llegar más lejos. ≪Joder, pues claro que quiere, está temblando de deseo. La he cagado a lo grande y las cosas no van a arreglarse así como así.≫ Me separo de ella mirándola fijamente a los ojos, pero no me privo de acariciar una vez más su suave piel.

-Cassie...

-No hagas esto más difícil, Darrell. ¡Yo sólo he venido a protegerte!

-¡Si tanto te importo, ¿por qué no quieres volver conmigo?!

Ella tensa la mandíbula y aparta la mirada mientras cruza los brazos sobre el pecho.

-¿Sabes? No debería haber venido -me espeta y siento cómo el veneno de sus palabras acaba poco a poco conmigo-. ¡La próxima vez me recordaré a mí misma que me dan igual tus pesadillas! Estás mal, Darrell.

Ella se levanta rápidamente y se dirige hacia la puerta.

-Que disfrutes rememorando tu pasado -dice sin mirarme y cierra la puerta de un portazo.

Pestañeo antes de darme cuenta de que sigo de rodillas en la cama, mirando fijamente el lugar por el que ha desaparecido. Me ha dejado solo. Solo en la habitación donde Theresa se encargó de que no me olvidara de lo que era capaz. Solo, rumiando sus dolorosas palabras y la ira que me producen.

≪Dije que volvería a hacerlo si me dejabas, Cassie. No era un farol.≫



Holisss!!!! Siento no haber publicado estos días. Espero que os haya gustado el capítulo, ya se irán poniendo más interesantes. Todavía estamos en el principio. ¿Qué le hizo Theresa a Darrell en la habitación de la residencia? ¿Y cuando era más joven? ¿Volverá Theresa a por él?

Besos, abrazos y ciao

Alicia Lowell

DARRELL © [D #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora