Capítulo 41

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Darrell


Espero a Cassie apoyado contra el tronco de un árbol, que adorna los jardines que rodean al Edifico de Humanidades. Le he comprado un móvil mucho mejor a el que destrocé. Sólo espero que no salga corriendo. Sé que le hace daño verme, pero más daño me hace no verla. No hemos roto, eso sería imposible. Sólo está enfada, pero se le pasará porque me quiere. Y yo a ella.

Una mano se posa en mi hombro y giro la cabeza. No sé cómo pero lo consigo, consigo no ahogar un grito cuando la veo. Mis pulmones dejan de recibir aire, mis manos comienzan a temblar descontroladamente y todo mi ser comienza a encogerse. Sus ojos marrones me miran con malicia mientras sus labios esbozan una sonrisa dulce.

-Hola, hijo -dice.

Saldría corriendo si fuera capaz de levantar los pies del suelo, pero no puedo. Sigue igual que hace cinco años. Tal vez sea gracias a la generosa cantidad de maquillaje que se sigue echando. Apenas se le ven las raíces de su pelo castaño, que tanto tiempo lleva siendo rubio. Ojalá pudiera decir que parece más débil, ojalá pudiera decir que no podría conmigo. Pero no creo que sea así, tal y como estoy en estos momentos creo que cualquiera podría reducirme. Y a ella sólo le ha hecho falta mirarme para conseguirlo.

-¿No me saludas, hijo?


-Hola, hijo -dijo cuando llegó a casa. Pero me quedé callado-. ¿No vas a saludarme?

Me gustaría haber podido hacerlo, no quería que se enfadara, pero estaba paralizado.

-¿Te ha comido la lengua el gato? -susurró-. Ven, vamos a enseñarte modales.

Me quedé mirándola sin poder moverme, apenas me percaté de que me había tendido la mano. Pero yo no quería tocarla. Aun me dolía las muñecas de tenerlas atadas, todavía podía sentir mi cuerpo entumecido; mis piernas y mis brazos doloridos.

Ella tensó y me dio una bofetada.

-¡Darrell! -gritó Nicole corriendo hacia mí.

Nuestra madre la empujó antes de que llegara a mí, tirándola al suelo.

-¡Es mío, ¿te ha quedado claro?! -Exclamó con voz autoritaria y se acuclilló a su lado, agarrándola por el pelo-. Sólo estás aquí por él.

-Mamá -dije sin aliento, y ella me miró rápidamente con una sonrisa en los labios-, me alegro de verte -mentí.

Ella se levantó y se acercó a mí.

-Muy bien, hijo -dijo y se puso seria-. Pero ahora estoy muy enfadada. ¡Sube!

Y eso tuve que hacer.

-Hola, mamá.

Una amplia sonrisa se dibuja en sus labios y me acaricia la mejilla.

-Cómo has crecido -susurra-. Estás mucho más alto que yo.

Siento ganas de vomitar en cuando me acaricia. Todavía sigo repugnándola. Después de todo lo que me hizo, creo que nunca podré hacer otra cosa. Era una enferma y lo sigue haciendo. Si la gente supiera lo que me hizo, lo que le hizo a su propio hijo...

-Te he echado mucho de menos.

Desvío la mirada hacia la entrada del Edificio de Humanidades y veo a Cassie andando junto a Anna. De repente, ella me mira y se queda parada, como si le hubieran pegado los pies al suelo. Tiene que irse, tiene que irse ya.

-¿Quién es ella? -inquiere mirándome con los ojos entrecerrados.

-No es nadie -miento.

Sonríe y se separa un poco de mí.

-Te gusta, ¿verdad? Preséntamela.

-He dicho que no es...

Cierro la boca en cuanto sus dedos se cierran alrededor de mi muñeca y señala a Cass con la cabeza.

No soy consciente de cuándo comienzan mis pies a avanzar pero lo hacen. Mantengo la mirada fija en el césped, incapaz de levantarla. Me siento el tío más cobarde del mundo. Mi madre... Joder, no. Theresa siempre me quiso para ella sola, era muy posesiva, lo que creo que ahora me resulta irónico de pensar. Ambos nos paramos y levando la cabeza para mirar a Cassie a los ojos. Parece sorprendida de verme así, tan... indefenso.

-Toma -digo tendiéndole la caja donde va su nuevo iPhone.

Ella mira extrañada la caja y luego a Theresa.

-Te presento a Theresa, mi madre -decido romper el silencio que nos rodea.

-Encantada...

-Cassie -responde con el ceño fruncido.

Theresa asiente con una sonrisa.

-¿Y de qué os conocéis? -pregunta.

-Es una amiga -me apresuro a responder.

Cuando miro a Cass de reojo veo que ésta tiene el ceño fruncido y la mandíbula tensa. Pero no tarda en forzar una sonrisa.

-¡Sí! Soy una... amiga. Bueno, me tengo que ir. Adiós... amigo -gruñe.

Cassie da media vuelta y entra en el Edifico de Humanidades junto a Anna que la espera en la puerta. Joder.

-Darrell, el diablo sabe más por viejo que por diablo -dice mi madre con una sonrisa en los labios-. Creo que luego vas a deberle una buena explicación a tu novia. Sólo había que verle la cara para saber que no está nada contenta. Además, ¿por qué empeñarte en mentirme, hijo? Fue ella quien me cogió el móvil cuando te llamé.

-Déjala en paz -le ruego.

-Seguro que no le has contado por lo que te hizo pasar tu madre -comenta enterrando los dedos en mi pelo-. Tal vez sea porque se te haya olvidado. Creo que es hora de refrescarte la memoria, vamos a la residencia.

-Tengo... tengo clase -balbuceo.

Su mirada se oscurece.

-Más te vale que eso signifique que me vas a llevar a la residencia.




¿Qué tal el cap.? ¿Os ha gustado? Espero que sí. ¿Qué pensáis de Darrell ahora que sabéis un poco más de su pasado? Espero que ahora os guste más ya que sabéis de dónde vienen sus inseguridades y sus miedos. ¿Creéis que Cassie lo perdonará? Queréis que lo perdone.

Besos y ciao

Alicia Lowell

DARRELL © [D #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora