04: Comienzos

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Domingo 26 de septiembre de 2021

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Domingo 26 de septiembre de 2021

La mitad de mis cosas del piso de Bilbao está ahora mismo en mi coche dirección a Barcelona. La otra mitad está en dirección a San Sebastián, de nuevo a casa de mis padres por la dificultad que me supone traerlo aún no teniendo un hogar fijo para estos meses. Mientras busco pisos, me quedaré en uno de alquiler durante unos días.

A las cinco de la tarde aparco delante de mi edificio. El apartamento de alquiler queda cerca de la ciudad deportiva, de hecho, las vistas de la mayoría de mi piso dan a uno de los campos de la Ciudad Deportiva.

—Dios mío, Marta. Cuánto te echo de menos —reconozco a través de una videollamada con mi antigua compañera de piso.

—Y yo a ti. Te juro que me siento muy sola aquí —corresponde a mis pensamientos.

—¿Mañana tienes la reunión? —pregunto mientras ordeno algunos alimentos que compré por los armarios.

—Sí, me gustaría que hubieras podido venir, pero bueno, ya te contaré todo nada más salir.

—A mi también me hubiera encantado poder estar. No pensé que tuviera que empezar tan pronto.

Seguimos charlando durante un rato más mientras preparo mi cena. Justo cuando estoy a punto de terminar de prepararla, Marta se despide para irse a descansar y yo busco una serie para verme mientras ceno.

27 de diciembre de 2021 | 08:00 a.m

Las sábanas se me pegaron y tengo que ir a prisas. Cojo lo que voy a necesitar para el día de hoy y salgo rápidamente de casa. El señor de seguridad vuelve a pararme, pero al enseñarle la acreditación me dejo pasar sin perder tanto el tiempo.

Entro y, tras saludar a las recepcionistas me dirijo a la oficina de Joana, quién ayer por teléfono me había comentado que tenía una sorpresa para mí. Salimos de su oficina, subimos en el ascensor y recorremos otro pasillo muy parecido al de abajo. Se queda quieta delante de una puerta, que no tarda en abrir dejándome ver un gran escritorio con un Mac de sobremesa, dos sillas enfrente, una enorme estantería y, un enorme ventanal con un sillón delante y vistas hacia el campo de entrenamiento.

—Va a ser tu espacio para trabajar —dice pasando adentro y la sigo. —Decidimos darte un espacio porque seguramente estarás más cómoda y el papeleo se organiza mejor teniendo tu espacio. Puedes decorarlo como quieras.
—Muchas gracias —digo bastante emocionada admirando la habitación.
—Te dejo sola para que te organices. Si necesitas algo solo tienes que utilizar ese teléfono —señala un teléfono encima de la mesa. —También puedes recibir algunas llamadas nuestras a través de él. Te dejé en un post-it los números de teléfono para que sepas quién te llama y para cuando necesites llamar.

Le vuelvo a dar las gracias y organizo las pocas cosas que tengo. Me coloco en la silla del escritorio y enciendo mi ordenador para enviar un trabajo que tengo que entregar hoy antes de las once de la noche. El teléfono suena asustándome, reviso la lista y veo que es Xavi.

—Que rápida —dice cuando me ve aparecer en el campo de entrenamiento.
—Estaba instalándome un poco en el sitio —digo encogiéndome de hombros restándole importancia.
—¿Ya te ubicas por aquí?
—Más o menos. Al menos hasta aquí llegué bien —reconozco con una pequeña sonrisa.
—Toma, esto es para ti —me ofreció una tarjeta con el logo del Club. Te la iba a dar Joana pero quería charlar un rato contigo. Tiene tu usuario y tu contraseña para poder entrar a la web del Club —dice extendiéndomela y la cojo observando que el usuario es mi nombre con una R de mi apellido y el número 6. —Y bueno, como ya sabes, Pedri está causando mucho furor y quería que le hicieras una entrevista para publicarla y que los aficionados le conozcan más.
—Me parece muy bien —reconozco mirando hacia los jugadores que corren haciendo algún ejercicio por el campo. —¿Cuánto tengo de plazo?
—¿En tres semanas aproximadamente lo tendrás listo?
—Sí.
—Perfecto —sonríe. —Nada más terminar el entrenamiento le digo que le vas a hacer una entrevista. ¿Te molesta que le pase tu teléfono para que estéis en contacto?
—No, no hay ningún problema.
—Genial. Por hoy ya te puedes ir a casa, ¿para un comienzo no está mal, no?
Niego rápidamente con una sonrisa. —Nada mal. Muchas gracias, Xavi.
—Ya sabes que lo que necesites aquí estamos.

Asentí y me fui dirigiéndome hacia la oficina para recoger mis cosas. Bajé a por el coche y cuando estaba por arrancar los jugadores comenzaron a llegar también a por sus coches. Estaba buscando una canción en Spotify cuando un golpecito en el cristal me asustó.

Asentí y volví a subir hasta la oficina para recoger mis cosas y bajar. Me dirijo al coche, dejo el bolso en el asiento del copiloto y busco una canción que no puedo parar de escuchar ahora, pero unos golpes en el cristal me asustan.

—Dios, Gavi —digo llevándome una mano al pecho y bajando la ventanilla.
—Lo siento —dice entre risas. —Mi intención no era asustarte. —¿Te gustaría venir a una cena con el equipo y conocernos más? Supongo que serás nueva en la ciudad y no conocerás a nadie y, bueno ya que vas a trabajar bastante con nosotros estaría bien que nos conociéramos.
—Sí, supongo que estaría bien —reconozco apoyando una de mis manos en el volante. —¿Y qué se supone que propones?
—El sábado después del partido nos vamos a juntar en casa de Piqué, lo comentamos en el vestuario antes y todos están de acuerdo con que vengas.
—Creo que iré —respondo sin estar muy convencida. —Pero no sé a dónde tengo que ir.
—Cierto —responde haciendo una mueca. Palpa los bolsillos delanteros de su chándal y saca un iPhone con la pantalla bastante destrozada. —Apúntame tu número.
—Ya está —le devuelvo el móvil.
—Genial —dice mirando su pantalla y bloqueando el teléfono. —Nos vemos mañana, Lía —añade caminando hacia el coche de su amigo.
Agur, Gavi —respondo y se me queda mirando con una cara rara que ignoro.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora