06: Situaciones inesperadas

2.8K 125 6
                                    

Martes 16 de agosto de 2022

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Martes 16 de agosto de 2022

Abro los ojos confundida: estoy en la habitación pero no recuerdo haber subido por mi propio pie. Mi primera parada es al baño y luego bajo las escaleras sorprendida por la tranquilidad que reina en la casa, aunque intuyo que sus padres están en la tasca y nosotros estamos solos. Y efectivamente, cuando me estoy acercando a la cocina, escucho pequeños trozos de música que deben de pertenecer a Tik Tok. Sin embargo, al descubrir quién se encuentra en la mesa de la cocina sentado desayunando, mis pies se quedan estáticos.

—¿Qué haces aquí? —las palabras salen por mi boca de manera involuntaria y, únicamente me doy cuenta de que las dije cuando la cara del chico se eleva para mirarme con sorpresa.
—Eres tú la intrusa en mi casa, ¿no crees que esa pregunta te la debería de hacer yo? 
—¿No tienes que entrenar o partidos? —pregunto maldiciendome a mi misma por no haber consultado antes los partidos que tenía el Club.
—La semana que viene —responde levantándose de la mesa y recogiendo la taza. —Contra la Real Sociedad —me guiña un ojo y camina hasta el lavavajillas para dejar allí la taza. —¿Me harás de guía turística?
—Ojalá perdáis —ignoro su última proposición acercándome a coger la cafetera, pero se adelanta quitándomela de las manos.
—Los dos sabemos que no quieres eso —posa la cafetera lejos de mi para abrir un armario sacando un paquete de café. —¿Qué quieres desayunar? ¿Una tostada como las que te preparaba siempre? —pregunta dándome un vistazo rápido ya que está concentrado en prepararme un café.
—Sí —respondo pasando por alto algunas de las palabras utilizadas. —Pero puedo hacerlo yo.
—Tengo órdenes que me lo prohíben, —me da un empujón con su cadera alejándome un poco de la zona de los fogones, así que, tras soltar un suspiro, decido ir a sentarme en la mesa porque sé que no voy a conseguir nada. —princesa —bromea y ruedo los ojos dejando el móvil sobre la mesa para no parecer una maleducada.
—¿Te levantaste gracioso hoy?
—Sí, debe de ser por no dormir muy bien —reconoce aún dándome la espalda y me permito fijarme en cómo se acopla la tela a su cuerpo demostrando que invirtió el tiempo en el gimnasio en estos meses. —¿Y tú qué tal dormiste en mi cama?
—Bien —juego con mi móvil entre mis manos. —Aunque hacía mucho calor.
—Pues cuando te subí dejé el aire acondicionado puesto —murmura aún concentrado haciendo la tostada y mis recuerdos de anoche empiezan a recobrar sentido. Pensaba que lo de oler su fragancia era algo producto de mis sueños, pero ahora veo que me equivocaba.
—¿Me subiste tú a la habitación?
—Sí — se da la vuelta dejando el plato delante mía y vuelve a por la taza con el café. —¿Te molesta? Justo llegué del aeropuerto, estabas dormida en el sofá y mi madre nos mandó subirte, así que me ofrecí yo.
—¿Y tú dónde dormiste? —doy un mordisco a la tostada mientras le miro atentamente esperando su respuesta.
—En el sofá-cama —hace un gesto de cabeza señalando al salón y posando la taza delante mía. —Ten cuidado, creo que quema mucho para ti.
Asiento murmurando un "Gracias" y tiro un poco de la taza acercándola a mi y revolviendo con la cuchara. —Puedo dormir yo ahí, no me importa.
—No, que va. Eres la invitada, dudo mucho que mi madre te quiera quitar mi cama, aunque siempre podemos dormir juntos —guasea mirándome con una sonrisa y cruzando sus brazos sobre el pecho demostrando que sus brazos también están más tonificados. El líquido que se desliza por mi garganta, al escuchar sus palabras, se desvía ocasionando que me dé un ligero ataque de tos y él ensanche su sonrisa.
—No, gracias.
—En Barcelona no te quejabas tanto —continúa y compruebo que: o se despertó muy bromista o tiene muchas ganas de tocarme las narices, y casi al noventa y nueve coma nueve por ciento apuesto por la segunda opción. Ruedo los ojos y continuo desayunando pensando en qué responderle.
—Es que la cucharita me gusta más hacerla cuando hace frío. Ahora no lo necesito, prefiero dormir sola —le guiño un ojo. No escucho ninguna réplica de su parte, y la cerradura abriéndose y unos pasos caminando rompen cualquier tipo de respuesta. —Menos mal que ya te despertaste —dice Fer quieto en el umbral de la cocina y haciendo un baile de miradas entre los dos. —¿Dónde tienes el móvil?
—Arriba. Pensé que estarías aquí y no me molesté en bajarlo, y luego tu copia me entretuvo —explico cogiendo el plato junto a la taza y colocando todo en el lavavajillas.
—¿Cómo que copia? —replica el chico que hasta ahora tenía su vista puesta en su móvil. Una pequeña carcajada se escapa de entre mis labios al notar el fastidio en su voz. Fer pasa de nosotros negando con la cabeza y saliendo de la cocina.
—¿Qué vamos a hacer hoy? —pregunto persiguiéndole hasta el salón donde se tira en el sofá.
—Ir a casa de un amigo nuestro de aquí a su piscina —responde Pedri entrando al cuarto y tirándose al lado de su hermano.
—¿De Mateo?
—¿Por qué conoces tú a Mateo? —frunce el ceño Pedri dedicando toda su atención hacia mi para luego desviar la vista hacia su hermano como pidiéndole explicaciones.
—Fer me lo presentó ayer —explico encogiéndome de hombros. —¿Y cuándo vamos a ir?
—Ahora —responde por primera vez el hermano mayor y asiento.
—Pues me voy a vestir.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora