25: Pase directo a Semifinales

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Control de seguridad número uno: superado

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Control de seguridad número uno: superado.
Control de seguridad número dos: superado.
Control de seguridad número tres: superado.
Control de seguridad número cuatro: superado. Control de seguridad número cinco: superado.
Control de seguridad número seis: superado.

—¿Quién cojones va a sortear tanto control? —escupo abusando del español cuando estamos lo suficientemente lejos del personal de seguridad e implorando porque las personas que pasan a nuestro alrededor no sepan traducir mis palabras. —Estoy de controles hasta los cojones. ¿Pero quién va a venir hasta aquí a propósito para colarse?

—Oh, absolutamente nadie, cariño —dice Jorge con una sonrisa burlona en su cara. —¿Quién se va a querer colar aquí con todos los tíos buenos que hay?

Enojada, con los controles y al notar el vacile de Jorge sobre mi persona, ruedo los ojos atando mi lengua y continuo el camino hasta el campo de entrenamiento.
Mi visita a la residencia universitaria catarí es de lo más inesperada, otra persona se iba a encargar de desarrollar el vídeo, pero finalmente decidieron darme la oportunidad. La afición de nuestro país está volcada con los jugadores que, tras un complicado partido con la selección marroquí, han conseguido un pase directo a semifinales. Y en base a este hecho, nuestros dirigentes quieren aprovechar la oportunidad para ganar visualizaciones con la imagen de los jugadores.

—¿Podéis ir más despacio? —lloriqueo intentando seguir el paso de los dos chicos que caminan unos pasos por delante mía. —Caminad más despacio si queréis que continúe viva más años, por favor —continuo mis súplicas ganándome una retención de ambos muchachos.

Hago una pequeña carrera hasta volver a estar a la par de ambos y me gano unas carcajadas de su parte que, inundan el pasillo, hasta ahora, en silencio. Únicamente vamos a estar presentes Marco, Jorge y yo para registrar el vídeo, el resto del equipo se desvió a la sala de prensa para recoger la conferencia que Luis Enrique va a dar inicio en cuestión de minutos. Agradecía no tener que ir allí, la mayoría de preguntas son una completa desfachatez, así que, no me sobra lógica para entender la actitud del entrenador ante ellos, en su posición, yo hubiese hecho lo mismo. Aunque a la vez, me causa tristeza, ya que siento que están ensuciando una profesión muy bonita.

El sonido de las botas golpeando los balones inunda mis oídos. Recorro jugador por jugador tratando de divisar uno en concreto, pero al estar sin camisetas con dorsal, se me hace complicado llegar a distinguir algo con claridad. No obstante, cuando dejo mis ojos localizados sobre uno en concreto, observando su táctica de moverse con el balón, no me hace dudar sobre quién se trata.

—Dios, no entiendo cómo pueden estar entrenando a estas horas —vocalizo con el asombro recogido en mi tono de voz. No es uno de los días más calurosos de Catar, tampoco sé con exactitud los grados centígrados que tenemos, pero tras andar escasos minutos siento como mi cuerpo pide una ducha de agua fría.

—Te recuerdo que tenemos que bajar al campo a grabar un vídeo con ellos.

—Ya lo sé, Marco, ya lo sé. Ni me lo recuerdes —lamento, bajando unas pocas escaleras y dejando que mi culo toque una de las sillas de la grada que se encuentra a la sombra. —Aunque no es lo mismo que estar jugando un partido.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora