26: Viaje a la luna

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18 de diciembre de 2022

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18 de diciembre de 2022

Falta un pasito nada más para conseguir la gloria eterna. Falta jugar un partido más, que en realidad, no es uno más. Se trata, nada más y nada menos, del partido más importante que un jugador de fútbol puede disputar. Cada cuatro años, la final del Campeonato del Mundial paraliza a los aficionados de este deporte enfrente de las televisiones o, algunos suertudos tienen la oportunidad de viajar hasta el país anfitrión para disfrutar de un espectáculo inigualable.

Un mar de emociones está presente dentro del interior de los españoles en la previa al duelo más importante de los últimos años. La gran final de Catar enciende las ilusiones de millones de fánaticos que aguardan por ver a Sergio Busquets, único superviviente de aquel grupo del 2010, levantar otra copa del mundo para nuestro país.

—El calor de los españoles se empieza a notar entre las gradas —vocalizo, intentando que los nervios se rebajen, pero la sensación que me produce ver una marea de gente vestida de rojo ocupando el estadio de Catar no ayuda. —Como avanza mi compañera Lucía, los hinchas de España ya rodean el estadio, buscando ocupar sus asientos para poder presenciar esta final tan excepcional que no se repite desde el año 2010.

Una pausa. Aún queda una hora y media para que dé comienzo el partido, pero los nervios ya se agolpan en los cuerpos de los españoles. Mi móvil vibra en el bolsillo trasero de mi pantalón, e intrigada, lo saco.

𝗣𝗲𝗽𝗶
𝖵𝖾𝗇 𝖺 𝗅𝖺 𝗉𝗎𝖾𝗋𝗍𝖺 𝖽𝖾 𝗅𝗈𝗌 𝗏𝖾𝗌𝗍𝗎𝖺𝗋𝗂𝗈𝗌
𝖱á𝗉𝗂𝖽𝗈

Ni dudo, tengo tiempo libre y muchas ganas acumuladas de ver al chico del mensaje, así que, avisando de mi ausencia por unos minutos para acudir al baño, me escabullo estadio adentro. La distancia no es copiosa, y cuando me doy cuenta, estoy delante de los vestuarios. Unos guardias de seguridad me examinan y el ruido de la puerta abriéndose, más la salida del jugador, originan que sus cuerpos impidan su salida y quede completamente tapado para mi.

—Oye —protesta el número veintiséis de la Selección Española. —Dejadme pasar que es mi novia —replica, ocasionado que ambos hombres se muevan a sus sitios iniciales, pidiendo disculpas, reiteradas veces.

—Toma —Sujeta mi mano por mi muñeca, facilito sus movimientos extendiendo la palma de mi mano y posa sobre ella un plátano y una barrita energética. —Sé que no comiste nada desde ayer y no quieres comer porque eres una cabezota. Pero, al menos, come esto, por favor. Si te encuentras mal, te la comes. No puedes estar sin comer desde ayer.

—Bebí un café —justifico, a sabiendas que eso no ayuda en nada y ganándome una mirada bastante fea de su parte.

Por más que lo intenté, desde ayer a la hora de comer no soy capaz de ingerir nada, ni siquiera mi cuerpo demanda alimentos, vivo en un estado de alerta, esperando a conocer el resultado.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora