22: Demasiado ímpetu

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Viernes 29 de octubre de 2022

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Viernes 29 de octubre de 2022

—Creo que luego vamos a salir de fiesta —esclarezco mis planes de esta noche mientras paso la bayeta por las superficies de mi habitación despojando el polvo. —Eso me dijo Fer que le dijo Joan.
—¿Hoy? —su voz ronca resuena por el altavoz de mi iPhone. —Había pensado que podíamos dormir juntos y ver una película... pero no pasa nada, otro día.
—Tengo que ir porque es una fiesta de despedida para mi —declaro quedándome quieta con mi vista fija en el aparato electrónico. —Pero puedo escabullirme pronto y volver a casa contigo.
—No hace falta, Lía —un fuerte estruendo se escucha a través del altavoz antes de volver a dejar paso a sus palabras. —No pasa nada, tenemos muchas noches para ver películas, series o estar juntos. Sal con ellos. ¿También va Fer, no?
—Sí, sí —aclaro velozmente. —Cuando terminemos el turno de la noche, sobre las dos de la mañana, iremos a la discoteca, no sé a cuál —revelo los planes que había leído por el mensaje que su hermano me había enviado.
—Si estás muy cansada y te quieres ir, puedo ir a por ti —ofrece sus servicios de taxista y sonrío, aunque no me vea, agradecida.
—Te aviso —formulo. —No creo que la fiesta se alargue demasiado, ellos trabajan mañana de nuevo.
—Vale. Tengo que ir a entrenar, luego hablamos, ¿vale?
—Vale, Pepi. Pásatelo bien haciendo deporte.

Mi contrato de ayudante de cocina cesa esta noche. La chica a la que le cubro la baja se incorporará en el servicio de mañana, dejándome lejos de ese restaurante, quizá, para siempre. Mi experiencia había sido positiva, permitiéndome ahorrar algo de dinero para contribuir en el pago de la casa y sintiéndome mejor conmigo misma.

Joan había organizado una fiesta de despedida para mi. Acepté encantada a personarme allí en cuanto tuve conocimiento de la noticia, disfruto mucho saliendo de fiesta, pero solo de vez en cuando, todos los fines de semana me aborrece. Sin embargo, tras conocer la proposición de Pedri, titubeo sobre qué hacer. Pasarme una noche en la cama del canario llama más mi atención que cualquier fiesta, por crucial que sea.

Un bufido se escapa de mis labios cuando me doy cuenta que el reloj marca las siete de la tarde y tengo que prepararme para ir a trabajar. Hallándonos en el quinto día de la semana no esperamos mucho público, pero en una ciudad como Barcelona nunca se sabe.

—Hola —saludo a Fer cuando abro la puerta del copiloto de su Cupra. Apoyo mi mochila en el suelo del coche y abotono el cinturón.
—Hola, Lía. ¿Preparada para tu último día?
—Sí —asiento rebuscando un bote de cacao que pensaba que había guardado en el bolsillo pequeño de la mochila. —¿No tendremos mucha gente al ser viernes, no? —sondeo fiándome de su instinto y saber. Él llevaba más meses que yo trabajando y domina más los días en los que tenemos más gente o no.
—No lo creo —asegura poniendo el coche en marcha. —¿Vas a ir a la fiesta?
—Claro.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora