01: Inténtalo

2.8K 110 4
                                    

Miércoles 27 de julio de 2022

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Miércoles 27 de julio de 2022

Otro día más.

Salgo a desayunar a la terraza del piso de mi familia. Escucho como mi hermano juega a la Play en su habitación. No sé con quién estará jugando, pero últimamente tiene una adicción flipante. Miro el teléfono, leo algunos whatsapps desde fuera pero no me apetece responder a ninguno. Entro a Instagram y un poco más de lo mismo para continuar a otra red social. Finalmente, teniendo algo de fuerza de voluntad y dejando a un lado la toxicidad de las redes sociales, me levanto para buscar una de las lecturas actuales dejando a la vez el teléfono en mi habitación.

—Lía —saluda mi madre cuando llega a casa. —¿Qué tal?
—Bien, mamá —respondo como todos los días aunque algunos sea mentira la respuesta.

Empieza a hablarme de diferentes temas, y yo mientras intento mantener la concentración en lo que me dice, pero inevitablemente pierdo el hilo varias veces. Finalmente, termina marchándose a la cocina a preparar algo de comer mientras yo me dirijo a darme un baño de agua caliente aunque estemos en pleno verano.

—Dicen que si quieres ir a la playa —escucho como pregunta mi hermano desde fuera del baño.
—Vale —digo sin mucha ilusión en mi tono de voz.

Pero acabo con mis amigos en la playa de la Concha buscando un hueco entre los pocos espacios que quedan. Todos se quedan en la arena jugando a las cartas y yo cojo mi móvil y aviso de que voy a ir a dar un paseo. Cuando estoy lo suficientemente alejada recibo la llamada de Marta, quién aún permanece en Valencia porque el equipo alargó su contrato de prácticas compaginándolo con un máster.

—¿Qué tal estás? —pregunta nada más descolgar el teléfono.
—Hoy tengo algo de ansiedad —me atrevo a reconocer. —Pero estos días estuve bien.
—¿Qué te preocupa hoy?
—No sé. Pero estoy con una bajona increíble. Echo de menos todo —admito intentando contener las lágrimas. Odio llorar delante de la gente.
—No puedes esperar a que las cosas vengan a ti, Lía. Si no te esfuerzas un poco en conseguir algo, todo va a seguir igual. ¿Tienes claro que te quieres ir a Barcelona? ¿Estás segura de que quieres volver?
—Sí —respondo sin pensarlo demasiado.
—Vale —un silencio se crea entre nosotras. —Ahora disfruta de tu día en la playa y distraete un poco. De noche te llamo y vamos a buscar algún master o trabajos en Barcelona.
—Gracias —murmuro avergonzada que no sé si siquiera fue capaz de escucharme.
—Ya sabes que siempre voy a estar para ti. Pero, por favor, párate a pensar más en ti. Si quieres volver, tienes que encontrar la manera de hacerlo, nada va a venir por arte de magia a ti.

Tras darle las gracias repetidas veces y quizá notando mi tono de voz emocionado, Marta cambia de tema para contarme alguna cosa sobre su vida actual en Valencia. Camino más despacio para pasar más tiempo con ella hasta que me canso de pasear y vuelvo a la toalla a la vez que me despido de mi amiga. Me tiro en la toalla, mis amigos siguen hablando de cosas triviales y jugando a las cartas y yo vuelvo a retomar la lectura que dejé a medias esta mañana.

La marcha de la playa es sobre las ocho de la tarde. Cada uno pone rumbo hacia su casa y yo vuelvo a pasar por la ducha con la intención de quitarme todos los restos de arena que queden por mi cuerpo. Al salir, noto una gran pesadez en todo mi cuerpo y sé que es el efecto de la playa, así que me tumbo sobre mi cama a mirar el móvil un rato.

¿𝖬𝖺ñ𝖺𝗇𝖺 𝗊𝗎𝖾𝗋é𝗂𝗌 𝗂𝗋 𝖺 𝗎𝗇𝖺 𝖻𝖺𝗋𝖻𝖺𝖼𝗈𝖺 𝖼𝗈𝗇 𝗆𝗂 𝗇𝗈𝗏𝗂𝗈 𝗒 𝗌𝗎𝗌 𝖺𝗆𝗂𝗀𝗈𝗌?

"𝖸𝗈 𝗇𝗈 𝗉𝗎𝖾𝖽𝗈" escribo y al momento comienzo a recibir mensajes por el chat privado de parte de mi amiga.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Finalmente la conversación se termina porque se va a hacer una videollamada con su novio y yo respondo a la llamada de Marta para buscar mi salida hacia Barcelona de nuevo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Finalmente la conversación se termina porque se va a hacer una videollamada con su novio y yo respondo a la llamada de Marta para buscar mi salida hacia Barcelona de nuevo. La regla me suele afectar mucho a los ánimos y esta semana los llevo teniendo por el subsuelo, así que, ilusionarme con mi vuelta a la ciudad condal hace que algo de ánimo florezca en mi interior.

—No hay nada —murmuro fastidiada mirando anuncios de trabajo relacionados con mi carrera en Barcelona. —Joder.
—¿Y algún máster? —pregunta Marta y escucho como teclea en el ordenador.
—No lo sé —me paro a pensarlo. En mi casa nunca tuvimos problemas de dinero, pero meterme a estudiar un máster que no sabía de cuánto dinero estamos, más irme a vivir a Barcelona, creo que suponía un desembolso de dinero bastante elevado.
—Mira —dice de nuevo mi amiga al notar que me quedo callada. —Vamos a hacer una cosa —propone dirigiendo su vista de nuevo hacia mí. —Vamos a echar solicitudes de máster y ver si te aceptan en alguna. Si te aceptan, ya pensamos qué hacer. Solamente piensa que estamos volviendo al comienzo, como cuando echamos la solicitud para los Clubes y pensábamos todo el tiempo qué hacer. ¿Qué hubiera sido de ti si no lo hubieras hecho, Lía?

Pregunta dejándome pensativa y con esa frase rodando por mi cabeza sin parar mientras asiento. ¿Qué hubiera sido de mi? Me pregunto a mi misma. Probablemente hubiera seguido en Bilbao, haciendo los planes de siempre y quizá ahora estaría buscando alguna salida o trabajando en algún periódico del País Vasco. Sin duda, muy lejos de todo lo que había vivido.

—Me parece bien —respondo tras un rato en silencio pensando. —Hagámoslo.
—Yo elegí estas universidades —me muestra una lista de su ordenador. — Tú eliges otras. ¿Cómo eran tus apellidos? —frunce el ceño y consigue la primera sonrisa real de todo mi día.
—¿Cómo no puedes saber mis apellidos después de cuatro años viviendo juntas? —pregunto indignada mirándola a través de una pantalla.
—Bueno, chica —responde repitiendo mi acción. —Tú no sabes el día que nací.
—Estamos en empate entonces —rectificó riéndome y causando una risa también de su parte.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora