Lía Rivas, una joven estudiante universitaria en busca de su pasión, se embarca en una emocionante travesía hacia la realización de sus sueños. En la búsqueda de su vocación, Lía se adentra en el apasionante mundo del periodismo, dispuesta a dejar s...
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—¡Sopla! —coloca Sira una tarta de chocolate delante de mi cara con dos véngalas y dos velas con un dos y un uno. Como es de esperar, las dos véngalas terminan por apagarse cuando les da la gana.
Que todo vuelva a ser como hace unos meses.
—¿Pediste un deseo? —pregunta Djeny quitándole la tarta y empezando a partir trozos. —Sí. —No nos lo digas —advierte dejando un trozo encima de mi plato y niego riéndome. —¿Tú puedes comer? —pregunto dejando de prestar atención al resto de personas y centrando mi vista únicamente en el moreno que tengo al lado. —No —hace una mueca. —Me matarían —añade mirándome fijamente por un largo rato. —¿Pasa algo? —No, nada —niega con la cabeza y asiento volviendo a centrar mi vista en el resto de personas.
No tardamos mucho en terminar de comernos la tarta y recogemos toda la comida para dentro de la casa. Los chicos se encargan de sacar bebidas, pero por el momento prefiero disfrutar de la fiesta sin beber.
—Este es el mío, de Sara y Sira —dice Djeny visiblemente emocionada después de que haya terminado de ver el regalo de mis amigos de San Sebastián. Me río colocando la caja delante mía y levantándome. Al abrirla, me encuentro con diferentes objetos: muchas fotos nuestras, una carta de cada una, una pulsera en común como la que adorna en sus muñecas y un viaje para las cuatro a un camping cerca de Barcelona con fecha. —¿Y cómo sabéis que voy a estar este día en Barcelona? —pregunto leyendo el papel. —Somos brujas, pensaba que ya lo sabías —dice Djeny para, acto seguido, dispersar a la gente de la mesa y poner la música a tope. No entiendo esta reacción y no puedo preguntar, porque una caja de color azul cielo con un lazo rojo se posa delante mía. Giro mi cabeza encontrándome con Pedri y empiezo a entender un poco todo.
—Un poco azulgrana de tu parte —comento deshaciendo el lazo. —No tenías porque haber hecho todo esto —poso mi mano sobre la caja sin abrirla y me giro a mirarle expectante. —Ábrelo y cállate.
Ruedo los ojos y obedezco a sus palabras. Un papel llama mi atención sobre una camiseta de la primera equipación para esta temporada:
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