02: No siento nada

2.6K 125 9
                                    

Martes 2 de agosto de 2022

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Martes 2 de agosto de 2022

—¿Sí? —respondo aún con los ojos cerrados y sin ver de quién es la llamada.
—¿Todavía estabas durmiendo? —escucho la voz de Gavi y bufo.
—¿Qué quieres, Gavira? —protesto girándome en la cama quedando de lado.
—¿Recuerdas qué día se acerca? —pregunta visiblemente emocionado y escucho como una puerta se cierra.
—No —respondo intentando recapacitar, pero no sé ni qué día de la semana es. —¿Qué pasa? —pregunto extrañada.
—¡Lía! —exclama el muchacho riéndose y se escucha un murmullo de varias voces por detrás. —¿Cómo eres tan mala amiga?
—Oye, Gavi. ¿Ya fuiste a entrenar?
—Sí, ya terminé de cambiarme, estoy fuera del vestuario hablando contigo, pero no intentes cambiarme de tema. —Un silencio se instala en la conversación, supongo que está esperando a que le responda y, cuando entiende que no tengo ni idea, escucho un suspiro antes de oír de nuevo su voz— Dentro de tres días es mi cumpleaños.
—Anda la hostia —digo automáticamente sintiéndome mal por no haberme acordado. —Lo siento. Dios. Ya sabes que soy malísima con los cumpleaños.
—Lo sé —escucho su risa. —No te preocupes, sé lo mala que eres para eso —dice y respiro aliviada al saber que no se ha enfadado. —¿Vas a venir? —pregunta y vuelvo a permanecer callada sin saber qué responder. Obviamente tengo muchas ganas de ir, pero por otra parte me da un poco de miedo. —Es mi cumpleaños —recalca de nuevo.
—Sí, supongo que iré.
—Vale, te reservo una habitación de hotel.
—¿Cómo? No. Ni se te ocurra, Gavi. No sé fijo si voy o no y me la reservo yo si voy.
—Si que vas a venir —dice de nuevo y una música se escucha de fondo e intuyo que probablemente Pedri le está llevando a casa. —Nada más llegar a casa te la reservo.
—Eres un cabezón.
—Nos vemos el sábado, guapa —responde ignorándome completamente. —Ah, y Asier también viene, se lo diré luego cuando juguemos unos FIFAS.
—¿Desde cuándo juegas con mi hermano al FIFA? —pregunto confundida por la noticia.
—Adiós, Lía. Nos vemos el sábado —no me responde y me cuelga el teléfono.
—Agur, Gavi —respondo aunque estoy segura de que ni me escucho.

Suelto un suspiro y lanzo el móvil contra la parte de mi cama vacía. Hoy noto más energía recorriendo mi cuerpo y para el día que me espera, deseo que así sea. Hace unos días había decidido cambiar el chip ya que me la pasaba deprimida, echando de menos mi vida en la ciudad catalana y a la gente de allí. Marta no paraba de decirme que buscara estudios o trabajo para poder irme, pero no tenía fuerzas de nada.

Y algo que va con mi esencia cuando siento que estoy evolucionando por el interior de mi ser, es demostrarlo físicamente. A lo que más recurro es a hacerme algo en el pelo, y llevo ya mucho tiempo con el pelo rubio, así que hoy tengo peluquería para cambiarme el color. Y aprovechando la llamada mañanera, voy a mirar alguna cosa para regalarle a Gavi.


Me encuentro rarísima. No puedo parar de mirarme al espejo y sentirme extraña. Aunque para nada me veo fea, me gusta incluso más que el color que tenía hasta hoy. Aprovecho a hacer una parada por algunas tiendas sin mucho éxito para hasta que mi cabeza tiene una idea y cambio el rumbo para comprar varias cosas.

—Oye, Asier —digo abriendo la puerta de su habitación. Está jugando al FIFA para variar. —¿Qué haces?
—Jugar al FIFA, Lía —dice sin apartar la mirada de la pantalla.
—Voy a perder chacho —escucho su voz a través de los altavoces de mi hermano.

Automáticamente Asier gira su cara para mirarme. Pedri y yo habíamos dejado de hablar a principios de julio. Bueno, sería más correcto decir que él me había ignorado en una conversación de lo más normal que estábamos manteniendo y no me había vuelto a hablar. Soy bastante orgullosa y tampoco le pregunté si había pasado algo o por qué lo había hecho. Así que, no había vuelto a saber nada más de él que lo que veía a través de las historias suyas, de la gente cercana a él o de la propia página del Club. Sin olvidarme de los mil Tiktoks que aparecen en mi Para ti cada vez que entro.

—¿Qué hiciste, Lía? —pregunta pausando el juego y se queda mirándome fijamente.
—¿No te gusta? ¿Estoy fea? —pregunto un poco insegura al ver la reacción de mi hermano. Yo no consideraba que me quedará mal, pero quizá a la vista de los demás sí.
—¿Qué hiciste, Lía? —vuelvo a escuchar una voz a través de los altavoces pero ahora es la de Gavi. —Venga cuéntanos qué hiciste para que tengamos que parar de jugar.
—Nada —respondo rodando los ojos y dándole al play desde el mando de mi hermano para que vuelvan a jugar mientras salgo de la habitación.

Últimamente era misión imposible pasar tiempo con él. La mayor parte del tiempo estaba jugando al FIFA y sino, se pasaba horas delante de la pantalla del ordenador haciendo a saber qué porque no me dejaba estar con él, siempre me decía que me marchara porque le molestaba.

—¿Estás enfadada? —pregunta al rato entrando a mi habitación y tirándose a mi lado en la cama.
—No —respondo dejando el móvil a un lado. —Pero lo único que haces es jugar al FIFA.
—Lo siento, Lía —murmura centrando su vista en el suelo. —¿Quieres ir a algún sitio?
—¿Podemos subir al Monte Igueldo? —pregunto emocionada. Había pensado en ir yo sola, pero nunca iba a rechazar la compañía de mi hermano aunque fuera un gilipollas en ocasiones.
—Vamos —dice levantándose. —¿Conduces tú, no?
—Sí.

Ambos salimos de casa y nos dirigimos al garaje para sacar el Audi. Me encanta la subida hacia aquí, con la música a tope, sin apenas coches que te molesten la subida, aunque siendo en pleno agosto me encuentro muchos más de los que me gustaría.

—¿De verdad no te molesta? —pregunta nuevamente y me giro a mirarle con el ceño fruncido sin saber de qué me hablaba hasta que caigo.
—No —digo nuevamente y de manera sincera. —No sentí nada al escuchar su voz —reconozco centrando mi vista en los edificios de la ciudad. —Es raro —termino de admitir mientras mi hermano asiente sin decir nada más.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora