18: A dos horas de ti

2.8K 133 6
                                    

13 de septiembre de 2022

Salgo del Audi y corro hacia la entrada de la casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Salgo del Audi y corro hacia la entrada de la casa. Está diluviando y en el trayecto, de menos de cinco metros, consigo calarme bastante la ropa. Toco el telefonillo dejando mi dedo índice presionado más de lo común, denotando la impaciencia que arrastro y que la persona del otro lado no parece comprender.

El click de la puerta abriéndose me permite echar a correr hacia el porche de la casa, quedándome a cubierto. La puerta de entrada no tarda en ser abierta y Fer me pide una disculpa nada más abrir.

—Hola —murmuro secando la suela de mis zapatos en el felpudo. —¿Cómo estás? —le doy un corto abrazo en forma de saludo. 
—Bien, casi está la cena, mamá me está ayudando —comenta mientras caminamos por el pasillo. —Sube arriba a cambiarte de ropa mientras.

Asiento ante sus palabras y nuestros caminos se dividen. A paso normal subo las escaleras hasta la habitación de Pedri, cierro la puerta tras mi paso y me acerco al armario donde guarda la ropa que me deja y la mía que olvido en su casa.

—¡Una sudadera nueva! —exclamo feliz únicamente para mi. La desdoblo y la observo con detenimiento. Me suena de habérsela visto puesta en alguna ocasión. La doblo de nuevo y la dejo dentro del cajón para llevármela cuando me marche.
Llevaba un tiempo dándome la ropa que le estaba pequeña, sobretodo camisetas y sudaderas, y yo estaba encantada con el acto.

Cojo los pantalones del pijama y de camiseta me coloco la suya del equipo. Busco las zapatillas de osito que me compro hace unos meses y, con ellas en los pies, voy de nuevo a la planta baja.

—Hola —saludo a sus padres dándoles un beso en la mejilla a cada uno.
—¿Cómo estás? ¿Ya empezaste las clases? —pregunta Rosi cuando me acerco a ayudarla.
—Aún no —confieso robándole un trozo de comida. —Empiezo el día tres de octubre.
—¿Ya tienes ganas? —vuelve a preguntar mientras posa en mis manos la bandeja con salmón al horno para que la lleve al salón, lugar donde vamos a cenar.
—Muchas, tengo ilusión por ver cómo es todo.
—Me dijo Pedri que estás buscando trabajo —vuelve a añadir cuando vuelvo a posicionarme a su lado esperando servirle de ayuda en alguna otra cosa.
—Encontré algunas ofertas y conseguí una entrevista este viernes.
—Seguro que te va bien —damos por finalizada la conversación llegando a la mesa con el resto de la comida compenetrandonos con el arbitro que pita el inicio del partido.

Mientras comemos nadie habla, todos tenemos nuestros ojos fijos en el partido. Los latidos de nuestros corazones bombean más fuerte al ver a Pedri en el minuto nueve lanzando a portería, pero el pie del portero alemán evita lo que sería el primer gol para nuestro equipo.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora