18: El presente

4.1K 151 1
                                    

Estoy preparando un artículo sobre el siguiente partido para publicar en la página del Club. Lo releo por quinta vez para ver si estoy contenta con lo escrito y se lo envío a la redactora para que ella también compruebe que esta apto para publicar. Mi vista se desvía a la pantalla superior derecha del ordenador, donde este marca las doce de la mañana, así que decido tomar mi descanso como era habitual.

Tengo un descanso de media hora, más o menos. No siempre lo utilizo a la misma hora, varia un poco en función del trabajo que tenga. Pero lo que sí, es que siempre suelo hacer el mismo recorrido, salgo de la oficina, doy un paseo hasta el campo de entrenamiento del primer equipo, ya que es el único que tiene cafetería, Mercedes, la camarera, me prepara un café y siempre añade algún trozo de cualquier dulce que tenga ese día y, después, me siento a observar el entrenamiento o a leer algún libro.

Hoy, al entrar al campo veo que los chicos ya estan entrenando. No sé si se dan cuenta de mi presencia porque me voy directamente a la cafetería sin volver a dirigir la vista hacia allí. —Hola, Merce. ¿Me pones dos cafecitos? —pregunto sentándome para esperar mientras visualizo por los ventanales a los jugadores corriendo de un lado a otro del campo.
—¿Vas a tomarte tú los dos?
—No, no, ya sabes que soy adicta al café, pero no tanto —bromeo causando que se riera ella también. —Es para Sira, me dijo que hoy estaría en el entrenamiento.
—Ah vale, cielo. ¿Qué tal te fue en los exámenes?
—Me salieron mucho mejor de lo que esperaba —reconozco con una sonrisa y desviando mi mirada de vez en cuando al campo. Ella se encuentra de espaldas a mi preparándome la comanda. —Ahora tengo que esperar a saber las notas, pero creo que todo bien —asiento con mi cabeza mientras miro como pacientemente deja dos vasos para llevar delante mía y dos trozos de bizcocho. Me despido tras darle las gracias y al salir busco a Sira con la mirada.

—Pero bueno, ¿quién está aquí? —bromeo bajando las escaleras hacia ella en un tono más elevado para que me escuche y como si no supiera que iba a estarlo. Automáticamente gira su cabeza para mirarme y una sonrisa aparece en su rostro.
—Ya te dije que iba a venir —dice rodando los ojos pero la sonrisa no se borra de su cara. Agarra el café y el trozo de bizcocho que le doy —¿Qué tal?
—Yo bien, algo cansada, ¿y tú?
—Ya sabes a qué me refiero —hace una mueca y pone ojitos de una manera bastante graciosa —Pero bien también.
—Bien. Fuimos a ver el atardecer y ya.
—¿Pero como surgió?
—Me pregunto si quería quedar y fue una sorpresa acabar allí —explicó dándole un pequeño sorbo al café antes de continuar con la información que mi amiga quería escuchar. —Casi nos besamos, creo. No lo sé realmente, creo que sí que me iba a besar —dudo un poco sin posar mi vista en mi amiga. —El caso es que unos niños le llamaron y se fue a hacer unas fotos, yo volví hacia su coche y me dejo en mi casa.
—Joder —pronuncia rodando los ojos. —Sabía que te gustaba —dice cambiando la mueca de su cara a una sonrisa.
—Te reconocí que es guapo —digo intentando no darle tanta importancia porque me pone nerviosa. Aunque sé que puedo hablar con ella de cualquier tema, así que quizá eso es lo que me hace querer lanzarme. —Pero me da miedo —confieso por primera vez esas palabras que llevan rodando por mi cabeza días.
—¿Qué te da miedo? ¿Qué te haga daño?
—Sí, también, pero no principalmente es eso. Quiero decir, me quedan tres meses aquí y luego no sé si voy a poder volver a trabajar aquí o cerca o qué va a ser de mi vida.
—Te estás adelantando a los acontecimientos pensando demasiado en el qué pasará sin pensar en él ahora y aquí —dice posando su mano sobre mi rodilla en señal de apoyo. —Olvídate de todo eso y déjate llevar —responde con un tono bastante tajante. —Mira, pensando constantemente en el futuro te vas a arrepentir mucho más porque vas a dejar de hacer cosas por el qué pasará y no te estás centrando en el aquí y ahora. ¿A ti te gusta Pedri?
—Creo que sí.
—Bueno, ¿te gustaría tener algo que no sea una sola amistad con él? —rueda los ojos haciendo otra pregunta que no me demoro prácticamente nada en responder.
—Sí.
—Pues si la respuesta es afirmativa, deja de frenarte por lo que pueda pasar en un futuro —dice pasando ahora su mano de mi rodilla hasta mi melena.
—Gracias —digo en un susurro audible para ambas mientras que la morena asiente a mis palabras. —Lo intentaré.
—¿Me intentas robar a la novia? —dice una voz masculina sacándome de mi trance y elevo mi vista para encontrarme a Ferran.
—De siempre me prefiere a mi antes que a ti —aclaro riéndome mientras me levanto. —Pero os dejo solos que tengo que volver al trabajo.
—Acuérdate de eso, aquí y ahora. Luego si quieres llámame y seguimos hablando —dice Sira mientras Ferran ocupa mi posición y yo asiento con la cabeza dándole la razón.
—¿De qué habláis? —escucho como pregunta Ferran a mis espaldas.
—A ti te lo voy a decir —escucho la contestación y risa de mi amiga para luego escuchar sonidos de besos. Bajo las escaleras de las gradas y camino por el lateral del campo hasta que Gavi me intercepta.
—Ya interrogue a Pedri.
—¿Y tienes mucha información ya? —pregunto desviando mi mirada hacia un lado y viendo como Pedri camina a paso tranquilo hacia nosotros.
—Sí, que sois igual de tontos —responde sin pararse a pensar y le doy una leve colleja.
—Toma —escucho la risa y la voz del canario y Gavi se gira a tirarse sobre él para pegarle en broma.
—Sois como niños pequeños —comento viendo como se pelean entre ellos jugando. —¿Qué hacéis que no entrenáis?
—Tenemos diez minutos de descanso.
—¡Jordi! —grita Gavi y se va corriendo hacia donde el jugador, dejándonos a Pedri y a mí solos.
—¿Qué tal estás? —pregunta el canario rompiendo el silencio que se instaló tras la marcha del sevillano.
—Bien ¿y tú? ¿Cansado?
—Un poco, pero bien —asiente estirando las mangas de la camiseta que llevaba hacia abajo tapando sus manos. —Yo...
—¿Tú? —pregunto con una sonrisa al apreciar sus nervios e intentando que se relaje Las palabras no parecen querer salir de su boca y yo debo de irme porque me estoy excediendo en tiempo así que decido intervenir: —Oye, me tengo que ir a trabajar porque ya voy un poco tarde —admito haciendo un gesto hacia las oficinas y él asiente atentamente dispuesto a volver a irse, aunque se detiene al escuchar que continuo hablando: —Pero luego si quieres puedes venir hasta mi casa, así conoces mi piso nuevo, tiene una terraza muy bonita, no tanto como la tuya pero... —Antes de que pueda continuar hablando, una sonrisa ocupa su rostro y me interrumpe.
—Sí, luego te aviso y voy.
—Genial, me voy —le sonrío y dejo un beso en su mejilla para irme rápido escuchando algunos gritos por el campo pero ni me giro a mirar de donde vienen.


—¿Qué? ¿Qué tal? —pregunta Gavi nada más abrir la puerta de mi coche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué? ¿Qué tal? —pregunta Gavi nada más abrir la puerta de mi coche.
—Yo bien, con sueño, ¿y tú?
—Anda, ya. ¿Qué tal con Lía? —recalca las dos últimas palabras. —Si tienes sueño te durmieras antes.
—¿Y por qué das por hecho que estuve con ella? —pregunto intentando sacarlo de sus casillas.
—Porque no sois muy listos con las historias.
—No paso nada —suspiro mientras observo bien que no venga ningún coche para incorporarme. —Simplemente la llevé a un mirador a ver la ciudad y el atardecer.
—¿No intentaste nada?
—Sí, pero cuando casi nos íbamos a besar unos niños me reconocieron y luego ya volvimos y nada.
—Joder, que tontos sois.
—No sé, tío —dudo permaneciendo en silencio unos minutos. —Quizá no le gusto y solo le caigo bien como amigos.
—No os veis desde fuera, ya te digo yo que no.
—No sé —repito y escucho un bufido de Gavi.

Saludo a los fans con la mano al entrar a la ciudad deportiva pero no me detengo, estaciono donde siempre y caminamos juntos hasta el vestuario. Salgo charlando con Eric y cuando ya estamos todos reunidos empezamos el entrenamiento, cuando tenia algún momento de pausa mi mirada se desviaba hacia las gradas, pero nada.

—Hoy ya vino, puedes estar contento —dice Ferran revolviéndome el pelo cuando acabamos el entrenamiento y lo intento quitar de encima empujándolo hacia atrás dirigiendo mi vista a las gradas.
—Calla.
—¿Qué tal ayer? —pregunta rodeando con su brazo mis hombros.
—No paso nada, intenté besarla pero nos interrumpieron unos niños —repito de nuevo. —Pero no sé tío, quizá ella solo me ve como un amigo —comento aún con la rayada en la cabeza desde que hablé con Gavi, pero Ferran niega automáticamente.
—Fuentes fiables me confirman que no —responde guiñándome un ojo y dirigiéndose hacia donde ambas chicas estaban hablando.

Óscar me saca de mis pensamientos al llamarme para comentar alguna técnica de pases que hice mal. En el momento en que lo reclaman, me deja libre y veo como Gavi está hablando con Lía, probablemente molestándola como hizo conmigo por la mañana.

—Sois tontos.
—Toma —digo riéndome al ver cómo le pega una colleja. Gavi al escucharme se gira y se tira a revolverme el pelo y yo a él.
—Sois como niños pequeños —comenta la chica pero ninguno le hacemos mucho caso y seguimos peleandonos de broma hasta que vuelve a hablar. —¿Qué hacéis que no entrenáis?
—Tenemos diez minutos de descanso —le explica Gavi dejando de molestarme. —¡Jordi! —grita marchándose a por el muchacho y sé que es una estrategia suya, muy poco disimulada, para que nos quedemos solos.
—¿Qué tal estás? —le pregunto lo primero que se me pasa por la cabeza.
—Bien, ¿y tú? ¿Cansado?
—Un poco, pero bien. Yo... —empiezo a decir sin saber muy bien con qué seguir. Me gustaría volver a quedar con ella a solas, pero proponérselo en persona me pone más nervioso que a través de una pantalla.
—¿Tú? —pregunta con una sonrisa. —Oye, me tengo que ir a trabajar porque ya voy un poco tarde, pero luego si quieres puedes venir hasta mi casa, así conoces mi piso nuevo, tiene una terraza muy bonita, no tanto como la tuya pero... —noto que está nerviosa porque está jugando con uno de los anillos de su mano, así que para continuar alimentando su nerviosismo decido interrumpirla.
—Sí, luego te aviso y voy.
—Genial, me voy —me sonreí y se acerca para dejarme un beso en la mejilla y una cara de bobo.

Me giro para volver al entrenamiento y me doy cuenta que tengo a casi todo el equipo mirando hacia nosotros. No me había ni percatado de ese momento, cuando me acerco a ellos las bromas, golpes y risas no tardan en aparecer.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora