52: ¿No te gusta?

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10 de mayo de 2022

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10 de mayo de 2022

La lesión de Pedri se había extendido y, oficialmente, se iba a perder los últimos partidos de la temporada. Los días que teníamos tiempo los habíamos invertido en hacer diferentes actividades juntos. Creía que estaba teniendo sentimientos más fuertes por el chico, pero al final, mi cabeza siempre intentaba convencerme a mi misma de lo contrario.

—Buenos días —saluda Victoria al cruzarnos por el pasillo.
—Buenos días —respondo en el mismo tono de voz y con una sonrisa.

Me adentro en mi oficina y un sentimiento de tristeza invade mi cuerpo al pensar en cuando me vaya. Intento alejarlo y centrarme en las tareas que tengo que hacer hoy, una de ellas hablar sobre el entrenamiento.

—Hola.
—Hola —sonrío viendo al chico que entra en mi oficina. —¿Qué tal hoy? —pregunto dejando a un lado los documentos que estaba leyendo.
—Bastante bien —admite colocándose delante de mi mesa y acercando su cara para dejar un beso sobre mis labios. —Si sigo así es posible que pueda volver en un mes.
—Me alegro mucho, Pepi —admito feliz por saber la noticia. —En nada ya estás en el campo otra vez.
—Espero —admite y camina hasta sentarse en el sillón utilizando su teléfono en el mismo momento en el que vuelvo a leer los documentos que me quedan. 

Termino todo lo que tengo para hoy y elevo mi vista encontrándomelo concentrado en su teléfono. Esta tan absorto del mundo que ni se da cuenta de que me detengo durante un rato analizando su bonita cara. Cojo mi teléfono, le hago una fotografía y, cuando escucha el sonido de la cámara, eleva la vista con una sonrisa.

—Estas muy guapo —justifico mi acción

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—Estas muy guapo —justifico mi acción.
—¿Terminaste?

Asiento y se levanta a la misma vez que yo para salir ambos de la oficina. Recorremos los pasillos con nuestras manos entrelazadas hasta que nos soltamos al llegar a su coche. Había cogido el gusto de traerme a la ciudad deportiva, y al menos, una vez a la semana me había obligado a venir con él. Yo amaba conducir y mi coche, más que nada, pero si me lo piden esos labios no me puedo negar.

No sabía por qué, pero siempre terminaba arrastrándome hasta su casa. Comimos los dos solos ya que Fer aún no había vuelto de trabajar. Y tras limpiar, Pedri me aviso de que se iba a dormir la siesta mientras que yo, aprovechando que estábamos en el mes de mayo, decidí salir a estudiar al jardín de su casa recibiendo los rayos del sol.

—¿Por qué no te quitas la ropa? —pregunta Pedri en voz alta saliendo al jardín. Habían pasado aproximadamente veinte minutos, así que suponía que ya había dormido lo suficiente.
—No tengo bikini —respondo de manera obvia dejando los apuntes a un lado de la hamaca.
—La ropa interior es lo mismo —responde sentándose en la misma hamaca en la que estoy. —¿Te parece bien que vengan los demás? Hace un buen día y así te puede traer alguna un bikini o algo.
—Vale.
—Pues díselo —murmura cambiando su posición y subiéndose encima mía con sus dos manos a cada lado de mi cuerpo bajando a dejar pequeños mordiscos por mi cuello.
—Para —ruego cuando noto como el calor empieza a subir por mi cuerpo y ya no solamente del sol. Escucho su risa y cojo su cara por sus mejillas para deternerlo. —Por favor —digo con su cara frente a la mía y bajo mi mirada a sus labios para terminar besándolos.
—Porque me lo pediste por favor —responde levantándose con una sonrisa pícara.

Fue Sara la que más acorde era a mi cuerpo y la que me podía traer algo que me funcionase. Así que, cuando llegaron subimos las dos juntas para que me probara los cuatro que había traído.
—Estoy segura que por tu tono de piel te va a quedar genial el azul.
—Lo dejare para el final entonces.

Efectivamente, lo había dejado para el final y era el que mejor me sentaba. Era un básico con la parte de abajo en forma de braga y la de arriba atada a la espalda y cuello en forma de X.

—Tenías razón —pronuncio saliendo del baño tras cambiarme. —Yo creo que me veo bastante mejor con este.
—¡Dios mío! ¡Que pivón! —exclama levantándose de la cama y mirándome detenidamente. Coge mi mano y me da una vuelta sobre mi misma mirándome. —A  uno que me sé le va a gustar —anuncia riéndose y saliendo de la habitación.
—Espero que no me tiren al agua de golpe —murmuro cuando estamos en la puerta del jardín.
—No te prometo nada —responde ella abriendo la puerta. Eric se queda mirando a Sara embobado, y no es para menos, porque mi amiga es un pivon. Aunque, también sube mi autoestima el que Pedri no aparte la vista de mi, ni cuando me vuelvo a sentar en las hamacas a seguir intentando estudiar.

Sira también tiene sus apuntes en la mano, pero Ferran se los tira a un lado, cogiéndola en brazos y llevándola al agua con él. Veo las señas que Pedri me hace para que vaya con él pero las ignoro, hasta que veo como sale del agua.
—No —digo dejando los apuntes sobre la hamaca y marchándome en la dirección contraria a la que viene.
—Métete tu sola entonces, pero deja de estudiar ahora —habla en un tono bastante alto aunque nadie nos está prestando atención.
—Vale —me rindo sentándome al borde de la piscina. Veo como se acerca y me pongo ladeada con miedo de que me tire. —No me tires —ruego y niega con la cabeza sentándose a mi lado.
—Si te metes, te digo una cosa —dice dejándose caer al agua. Niego riéndome por el mal chantaje que intenta utilizar, pero me meto yo sola antes de que alguno de ellos me tire.

Tras nadar un poco, me apoyo contra una de las paredes observando a mis amigos que están o en parejas o en grupos hablando. Mi mirada se encuentra con la del canario y no duda en dirigirse hacia mi. Se acerca a rodear mi cuerpo con sus brazos, aunque en vez de dejar sus manos en la zona baja de mi espalda, las posándolas sobre mi culo pegándome completamente a su cuerpo. —Pepi —digo con un tono de advertencia.
Me ignora y entierra su cabeza en el hueco de mi cuello dejando pequeños besos con alguna mordida. —Para. —vuelvo a decir pero sigue ignorándome. Aprieta su agarre en mi culo y saca su cara de mi cuello con una sonrisa pilla.
—¿No te gusta? —pregunta de manera inocente.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora