13: Arabia

3.8K 142 4
                                    

—Lía —repite una voz por quinta vez taladrándome el cerebro.
—Cállate, por favor —suplico cogiendo la almohada y tapándome la cabeza con ella.
—Levántate de una vez —contesta en un tono más fuerte y agotando la última pizca de paciencia que le debía de quedar. —Tenemos que coger el avión a la seis y son las tres de la tarde. Era bueno que te espabiles algo antes.

Me siento en la cama dedicándole una mala mirada a Gavi. Pero mi corazón se ablanda cuando veo que me trae un vaso de agua y una pastilla. —Pero qué mono eres. Aunque te advierto que no sé tragar pastillas.
—¿Cómo no vas a saber? —pregunta riéndose de mí. Por suerte, consigo tragarla sin hacer ninguna mueca extraña. —Anda, vístete y baja.

Asiento y me quita el vaso de mis manos para salir de la habitación dejándome sola. La ropa para hoy ya la había dejado preparada encima de la maleta. Era algo bastante básico: un chándal. Iba a tener que pasar nueve horas metida en un avión y no iba a ponerme otra cosa.

—Buenos días, chicos —saludo entrando a la cocina. Faltaba Pedri, pero había un nuevo integrante, Ferran, el cual nada más visualizarme señaló el asiento de su lado para que lo ocupara.
—Buenos días, dormilona —dijo el canario mayor muy concentrado. —Te preparé una comida especial para ti —deja un plato con muy buena pinta delante de mí. —Y para los demás —deja una fuente de comida acordé con la dieta que tenían que llevar.
—¿Le vas a dar las croquetas de mamá? —pregunta otra voz detrás mía. Al instante supe que era Pedri y no pude evitar ponerme nerviosa. Ayer le había cerrado la puerta en la cara tras soltar semejante noticia y ahora lo tenía al lado mío comiendo.
—Sí —responde su hermano tajantemente colocando un plato similar al mío, pero para él.
—¿No quieres compartir las croquetas conmigo? —pregunté girándome para mirarle cara a cara. —Pensé que te caía bien —hago un puchero.
—No me caes tan bien como para darte las croquetas de mi mamá.
—Vale, vale.

Me hice la indignada y me puse a comer mientras ellos comenzaban a hablar de Arabia y del partido. Mi única participación en toda la comida fue decir que yo nunca había visitado el país. Estaba muy nerviosa e ilusionada por conocer un nuevo lugar y por presenciar un Clásico formando parte del Club.

—Es broma —susurra Pedri en mi oído. Di un pequeño saltito del susto y del escalofrío que recorrió por todo mi cuerpo escuchar su voz tan cerca y notar su aliento.
—De todas formas yo las comí y tú no —respondo en el mismo tono burlándome de él. —Pero si quieres te puedes comer esas dos que quedan, yo no quiero más.
—¿De verdad? —pregunta con una cara de felicidad cogiendo la croqueta de mi plato. Asiento y no tarda ni medio segundo en llevarsela a la boca. —Es que están buenísimas —añade cogiendo y comiendo la segunda.

Ayudo a Fer a lavar y recoger todo lo que habíamos ensuciado. Y nada más terminar tenemos que irnos a prisas hacia el aeropuerto. Íbamos a viajar en el avión privado del Club. En mi vida había viajado en uno y también estaba emocionada por eso. Ansu me había explicado en el trayecto que los asientos iban uno en uno y que eran mucho más espacioso que un avión normal.

—Menos mal porque nueve horas ahí dentro —suspiro agobiada.
—Seguro que te quedas dormida y no te enteras ni de las ocho horas —objeta Gavi y le dedico una mala mirada.
—Ojalá sea así, Gavira.

Unos hombres vinieron a por nuestras maletas y no tuvimos que preocuparnos más de ellas. Nos despedimos de Fer que se tenía que ir porque tenía que entrar a trabajar y yo fui la última en despedirme. Le di un largo abrazo y un beso en la mejilla. —Cuida de mi hermanito, anda —susurra en mi oído antes de separarse. Me quedo mirando para él con una mueca extraña y tras guiñarme un ojo vuelve a subir al coche sin darme más explicaciones.

—Muévete, Lía —escucho el llamado de Pedri a mis espaldas y es que me había quedado parada pensando en la frase de Fer. Le hago caso y le sigo por el aeropuerto. —A mi nunca me diste un abrazo —dice en un tono de voz bajo y haciendo un pequeño puchero. —¿Por qué?
—No tengo una libreta donde planeo los abrazos que doy —respondo confundida y sin entender su pregunta. —Simplemente me salió abrazarle porque le cogí mucho cariño estos días.
—¿A mi no me tienes cariño?
—Sí, claro. Si te veo hasta en la sopa.
—Y bien que te gusta, niña —me guiña un ojo.

Le iba a responder pero llegamos junto al resto del equipo y personal técnico del Club. Nos dejan subirnos al avión y yo me quedo en un sitio un poco más apartado. Mi intención es ver las distintas facetas del cielo desde el avión, ya que uno de mis pasatiempos favoritos es observar el cielo. Sobretodo, me encanta ir a ver el amanecer o el atardecer, aunque suelo ver más de estos últimos por mi otro pasatiempo favorito, dormir.

Entro a Instagram antes de tener que quitar los datos y veo una publicación que acababa de subir Pedri. Me quedo durante un rato mirándola hasta que escucho a alguien venir y me salgo de Instagram.

 Me quedo durante un rato mirándola hasta que escucho a alguien venir y me salgo de Instagram

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Por qué estás más apartada? —pregunta Gavi sentándose en el asiento de al lado.
—Me duele la cabeza —hago una mueca.
—¿No te hizo efecto la pastilla?
—Parece ser que no, quizá tienes razón y me duermo un rato.
—Descansa —se levanta para volver a irse dejando un beso sobre mi frente antes.
—Oye, Gavi —elevo un poco más el tono de voz y subo mi cabeza hasta sobrepasar el respaldo del avión. Además de Gavi, el resto del equipo también se me queda mirando. —¿Me puedes despertar si hay un atardecer bonito?
—Sí, descansa.

Asiento y vuelvo a colocarme en mi asiento. Me quedo mirando como comenzamos a despegar y comienzo a sentir como poco a poco me va venciendo el sueño.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora